martes, 22 de marzo de 2011

RICOS Y POBRES REVUELTOS: EL GALLO PINTO

Alfredo recogiendo el Frijol para aporrearlo
Llegó el momento de la cosecha de los frijoles, luego de noventa días laboriosos; arado de la tierra, siembra, control de malezas, fertilización, aporque, control de plagas, arranque, tendido en el suelo, en alambre por las lluvias y aporreo, sin olvidar las plegarias, rogando al Señor por condiciones climáticas favorables ante la incertidumbre del arrogante clima.

Llegó el momento de sacar cuentas. Alfredo, mi vecino, sembró cinco manzanas de frijol con tecnología catalogada como semi-tecnificada. La semilla utilizada fue de las variedades INTA Rojo y Rojo Chile, distribuida por la Empresa Nacional de Alimentos Básicos (ENABAS) con un 95% de viabilidad. El precio de la semilla, al momento de la distribución, fue de un mil doscientos córdobas. Obtuvo financiamiento para adquirir insumos, entre ellos la semilla y el pago se servicios, principalmente el arado con tractor, la siembra con bueyes y el aporreo con maquinaria. Autofinanció la mano de obra necesaria. Su costo total de producción por manzana fue de C$ 10,831.00, incluyendo los costos financieros. Al momento de cosechar obtuvo un promedio de quince quintales por manzana para un total cosechado de setenta y cinco.

Frijol cosechado por Alfredo
¿Por qué no esperó a que subiera un poquito el precio?, ¡por la jarana amigo, saqué un préstamo! ¿A qué precio se lo compraron?, ¡lo vendí parejo en ENABAS, a mil ciento cincuenta pesos!, ¿Y cómo valora el ciclo?, ¡duro, duro por las lluvias! Primero fue la sequía, sembré el 16 de diciembre, una parte nació en diciembre por la tierra húmeda y otra en enero. Lo cuide bien, hice el aporque con azadón, lo fumigué contra las plagas y le apliqué fertilizante foliar. La cosecha fue como si hubiera hecho dos siembras, siembra y resiembra, porque uno nació primero y el otro después, así que hice dos cortes. Tuve que tenderlo en alambre por las lluvias amenazadoras, ha sido dura la recolección, ¡usted lo vio! ¡A ese precio le fue bien!, ¡para reponerme de las pérdidas del pasado, para nivelarme porque el precio está bueno! ¡Me gusta sembrar frijol negro pero ya ve, me decidí por éste, si hubiera sembrado del negro hubiera perdido, el precio está botado, a quinientos el quintal!

Frijoles acopiados por ENABAS
Alfredo está contento, su esfuerzo materializado en la cosecha le ha permitido pagar el préstamo que obtuvo, su mayor preocupación. El costo de mano de obra por manzana fue de tres mil seiscientos córdobas. Luego de descontar ese costo le quedan en la bolsa C$ 2,818 córdobas por manzana, es decir, 14,090 córdobas libres en las cinco manzanas. Usted dirá: ¡le fue bien!, ¡no perdió!, ¡pagó el préstamo, recuperó la inversión en mano de obra y aún le quedan sus billetitos en la bolsa! Sí, así es. Le quedaron 156 córdobas de ganancia por cada día de trabajo invertido en el cultivo de las cinco manzanas de frijol. A otros les queda menos, casi nada, sólo para la comida.

Son los campesinos pobres, los pequeños productores, los que se encargan de garantizarnos ese grano tan apetecido, porque ellos también lo necesitan en su mesa, es cuestión de sobrevivencia y “solidaridad indirecta”, que pasa por diversas manos hasta que los comemos cocidos, "en bala", en sopa, fritos o en el famoso “gallo pinto” donde se “revuelven los ricos y los pobres”.

Gallo pinto.
El gallo pinto, cuya invención se atribuye a los afrodescendientes de la Costa Caribe en los campamentos bananeros y madereros por la falta de variedad de alimentos, llamado de esa manera por ser los frijoles rojos y el arroz blanco, dando la apariencia de un gallo con plumas rojas, se hizo popular enseñoreándose en el Pacifico durante el siglo XX, principalmente en las ciudades, como solución alimenticia práctica para las mesas de trabajadores, artesanos y hogares pobres. Es el plato que nos brinda los cuatro componentes principales de la dieta: el frijol aporta las proteínas, fundamentales para la vida por su contenido de aminoácidos; el arroz aporta los carbohidratos y el aceite las grasas. Además, revueltos el arroz y los frijoles, aportan vitaminas y minerales.

Mientras los pobres producen las proteínas en condiciones extremas para su sobrevivencia sin ser objeto de políticas públicas que contribuyan a mejorar sus condiciones de producción, a los grandes productores de arroz, los que ponen el carbohidrato directo en la mesa, el gobierno les subsidia el costo de la energía necesaria para el riego de las grandes extensiones sembradas del grano blanco. ¡Téngalo en cuenta al comprarlos y, más aún, a la hora de saborear su gallo pinto!

La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
Lunes, 21 de marzo de 2011