miércoles, 11 de julio de 2012

LOS CHINOS EN LA COSTA CARIBE DE NICARAGUA

Chinos reunidos frente a su club social (Bluefields, 1930).
Los chinos llegaron por primera vez a la Costa Caribe de Nicaragua en la última parte del siglo diecinueve; la mayoría de ellos se establecieron en ciudades como Bluefields, Laguna de Perlas, El Rama, La Cruz de Río Grande, Waspam y Puerto Cabezas. Tres factores incidieron en el proceso de inmigración china: el descubrimiento de oro en California en 1848, la construcción del ferrocarril transcontinental en Estados Unidos de Norteamérica entre 1865 y 1869, y la construcción del ferrocarril interoceánico de Panamá entre 1850 y 1855. Los principales motivos que provocaron la emigración de los chinos fueron una serie de guerras (guerra del opio de China con Inglaterra entre 1838-1842), rebeliones y desórdenes civiles, así como inundaciones, hambrunas y sequías que hacían difícil la vida en China.

Según Eddie Kühl Arauz, en su libro “Nicaragua: Historia de Inmigrantes”, al recibir la noticia sobre el descubrimiento del oro en California, muchos chinos de la provincia Cantonesa de Kuangtung viajaron en grupos de amigos de la misma villa a Hong Kong donde se embarcaron hacia California. “La mayor parte de ellos pedían dinero prestado a sus familiares o agencia para el viaje con el acuerdo de pagarse una vez estando en California. Les llamaban “coolies” por el hecho de llegar con este tipo de contrato de trabajo. Desde 1849 empiezan a llegar chinos a California atraídos por las minas y los trabajos anexos ligados a la extracción de oro. En 1852 llegan los primeros 195 contratistas de mano de obra china a Hawái, quienes enganchan a más de 20,000 chinos que llevan a California. En 1865 la compañía de ferrocarril Central Pacific Co., empieza a engancharlos para la construcción del tramo entre Santa Fe y San Francisco que fue completado en 1869”.

La construcción del ferrocarril de Panamá se inició en 1850 y el primer tren de pasajeros recorrió más de la longitud total el 28 de enero de 1855; su infraestructura fue vital para la construcción del canal de Panamá a través de una ruta paralela medio siglo después. Los obreros que trabajaron en la obra provenían de Estados Unidos, Europa, China, las Antillas, incluyendo algunos esclavos africanos.

La ruta de tránsito de los chinos hacia la costa Caribe de Nicaragua fue desde California hasta Nueva Orleans por tren y de allí se embarcaban en ferry bananeros con destino al puerto de El Bluff. Muchos llegaron directamente desde Jamaica y otros, después de asentarse temporalmente en Greytown, se trasladaron a Bluefields. La entrada por la costa Caribe era mucho más fácil porque había menos controles migratorios. “En la costa Caribe nicaragüense, el Gobernador General Duarte, por decreto # 31 del 4 de junio de 1895 basado en el articulo 17 de la Constitución de 1893, prohibió el desembarque de inmigrantes chinos en la llamada Costa Atlántica. Posteriormente encontraron maneras como evadir esta medida pagando cuotas por su entrada al país” (Kühl, 2007). En su libro Oral History of Bluefields, Hugo Sujo Wilson señala: “Algunos de los ancianos de Bluefields todavía recuerdan cómo solían traer a los chinos de contrabando. Afirman que algunos de los chinos vinieron en barriles y que a veces hasta los lanzaban al mar cuando había posibilidad de que el barco fuera registrado por personas inconvenientes”.

En 1925 solicitan naturalización el señor Wah Kan Sin, residente en Bluefields, y el señor Juan Ow, residente en la Cruz de Río Grande. En Prinzapolka vivían Willy Lam, casado con María Herrera, y Francisco Onsang, casado con Judith Mendoza (Kühl, 2007).  Después de llegar y establecerse se involucraron en casi todo lo que generaba dinero: exportación, importación, venta al por mayor, venta al por menor, restaurantes, bares, lavanderías, fábricas de ropa, fábrica de jabón, estudios fotográficos, fábricas de confites, fábricas de galletas, transporte y juegos de azar. Fueron los primeros en introducir a Bluefields la mini lotería, conocida hoy con el nombre de “duqui” (Sujo, 1998).

En 1938 el cónsul chino era Zeenag Teh Ing. Ese mismo año, sólo en Bluefields habían 30 negocios chinos (Kühl, 2007). En los días florecientes del predominio comercial chino en Bluefields, la gente mayor todavía recuerda las grandes celebraciones públicas anuales del Kuomintang, el partido republicano fundado por el Dr. Sun Yat-sen el 11 de octubre de 1912. En esas ocasiones repartían en la sede de su club paquetes de dulces a todos los niños que asistían al evento, desplegaban una impresionante cantidad de fuegos artificiales y hacían que un dragón artificial se tragara a una dama, lo que era impresionante para todos los espectadores. Desde los días en que prácticamente todo el centro comercial de Bluefields pertenecía a los chinos, todas las tiendas permanecían abiertas de noche hasta las ocho de lunes a viernes y hasta las nueve los sábados. En aquellos días, la ciudad presentaba un aspecto alegre con todas las luces de las tiendas y las calles atestadas de gente: algunos comprando y otros paseando. La esquina de Wing Sang era la más popular de noche, allí se reunían los hombres para chismear y ponerse al día de las noticias (Sujo, 1998).

Las primeras generaciones de chinos formaban un grupo cerrado; no se mezclaban mucho con la población local. Como inmigrantes en tierra extraña, eran muy unidos; toda disputa era arreglada entre ellos mismos, nunca acudían a las autoridades locales por asuntos relacionados con uno de sus paisanos. Los chinos más viejos, después de establecerse, y cuando tenían la posibilidad económica, mandaban a la China a traer a sus esposas que habían dejado atrás o pedían esposas por correo. Esto se hacía, entre otras cosas, enviando retratos de sí mismos junto con sus pedidos. Pero algunos de los más pragmáticos simplemente se unieron con una de las mujeres locales, con o sin matrimonio. La mayoría de la generación más joven, tanto hombres como mujeres, comenzaron a casarse con personas de la localidad, a veces aun en contra de la voluntad de sus padres (Sujo, 1998). Siendo la mayor parte de los inmigrantes varones, muchos de ellos encontraron en las atractivas mujeres nicaragüenses la pareja ideal para compartir su dedicación al trabajo, al estudio y a la familia;  una de las razones por las cuales la raza china reproduce uno de los mestizajes más interesantes de Nicaragua. 

En Bluefields, algunos miembros de la comunidad china llegaron a ser bien conocidos y populares por motivos especiales. Había un chino llamado Chow Wing Sing que acuñaba sus propias monedas, según Luis M. Chong (2011). También estaba el Sr. John Fong, llamado “Jack” por sus amigos de la ciudad, quien era una atleta multifacético: jugaba baloncesto, balompié, tenis, voleibol y, cuando estaba demasiado viejo para ello, patrocinaba diferentes equipos. Otro personaje era Pim Poy,  tenía un pequeño restaurante, vendía comida muy buena y barata. Tres chinos que eran “verdaderos agricultores”, abastecían con una gran variedad de  verduras de calidad a la ciudad: Mantalón que vivía en Old Bank, así como Chow Ping y Cua Ho que vivían en Punta Fría (Sujo, 1998).

Los jóvenes de esa época se burlaban de los chinos haciéndolos pasar momentos desagradables; se burlaban de su manera de vestir, su manera de comer y de hablar, se mofaban de ellos y hacían toda clase de travesuras, hacían cualquier cosa para enojarlos, porque para ellos la cosa más divertida era oír a los chinos maldecir y pronunciar algunas de las obscenidades locales (Sujo, 1998).

¿Cuál es el legado que la inmigración de los chinos dejó en la Costa Caribe de Nicaragua? Contribuyeron en el abanico multicolor del mestizaje, enriqueciendo con su sangre la multietnicidad y pluriculturalidad de la costa Caribe. Enriquecieron los aromas y sabores de la comida caribeña, lo que perdura para el deguste de las nuevas generaciones. Trajeron ilusiones y sueños que convirtieron en realidad a pesar de la adversidad y nos sirven de ejemplo de que con esmero, disciplina y dedicación se puede salir adelante. Es por ellos que cuando te relacionas con un descendiente de aquellos primeros chinos de apellidos Lau, Sujo, Chang, Cheng, Woo, Siu, Kuan, Chow, Chiong, Wong, Samqui, San-Cam y otros, se puede ver el orgullo en sus rostros.

Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
Domingo, 08 de julio de 2012