sábado, 20 de abril de 2013

DESPEDIDA DE LA MUSA



Se ha ido, batió alas y desapareció.
Antes de despedirse, conversamos.
Te he dado todo, dijo con el brillo de musa en sus ojos.
Mis días y noches han sido tuyos, respondí.
Regresó la mirada, se sentó a mi lado en el corredor.
El cielo estrellado y el canto de chicharras fueron testigos esa noche.

Mis deseos se mueven al ritmo de tus susurros, elevan y bajan mi voz, expanden y contaen imágenes, observo el camino que develan y lo marco con mojones para no perderme, la hoja a vencer la mantengo frente a mis ojos respondiendo cada interrogante.

Me escuchó sin interrumpir.
Sus alas estaban contraídas, tensas, ansiosas.
Es hora de partir, dijo.
No me dejes, no te vayas, no sé qué hacer sin vos, respondí.
Seguí, no te detengas, el camino es largo y has comenzado el recorrido, agregó. Al levantarse y tomar impulso para volar, traté de detenerla pero fue imposible.
En la desesperación me aferre a sus alas y se desprendió una pluma.
Consérvala a tu lado, dijo sonriente y se fue.