viernes, 15 de agosto de 2014

MI FISIOTERAPEUTA



Tiene que andarle explicando
a todo el mundo de que se trata su profesión.
Odia a los SPA, a la señora que soba y a Chon Mico,
al quiropráctico, a los yerberos y masajistas.
No soporta que mencionen a los brujos ni al obeah man.
Se santigua al escuchar en la radio
a los caciques Caramansoy e Intirrayni y,
nunca jamás de los jamases,
trabajará con alguno de esos especímenes raros.

Siempre tiene una historia que contar,
sabe la anatomía y conoce cada parte del cuerpo.
Es sexy en uniforme y cuenta con herramientas
muy interesantes en su consultorio.
Tiene ojos hechizos,
un hablar de “buena nota" y,
después de parpadear, te hace sentir
en el sobaco de la confianza.

Pero son sus manos,
suaves y firmes,
las que alivian con su destreza,
casi, casi todos los males, que otros evitan.
Rehabilita miembros como nadie,
mejorando la calidad de vida.
Si es necesario presta atención domiciliaria
y adapta aparatos ortopédicos y prótesis a su medida.

Es ella, Vilma, mi fisioterapeuta.
Mil gracias por atenderme
con ese toque especial
durante estas últimas tres semanas.
¡Felicidades en tu día!