martes, 9 de junio de 2015

LAS PIPAS DE AGUA DE JUIGALPA (Galvanizadas en la Memoria)




He visto varias carretas cargando una pipa en la que se distribuye agua por las calles de Juigalpa, la misma imagen en diferentes colores. “¿Por qué pintas esa imagen?”, le pregunté a Julio Madrigal al sentarme a su lado, luego de saludar a Carlos Medrano, entre centenares de voces murmurando en la calle, frente a la  casa de familia Guerra Gallardo.

Julio Madrigal me cuenta: "esas pipas eran de mi padre Juan Castilla Tablada, él me dejó una foto que aún conservo y si hago bulla se desbarata. Decidí pintarlas para dar a conocer cómo se distribuía el agua en Juigalpa. Él tenía varias pipas, había una roja, una verde y otra azul, por eso las he pintado en varios colores”.

    ¿Y en diferentes calles?

Las calles de Juigalpa se parecen, sus casas esquineras son grandes, de adobe y teja, con el mismo diseño arquitectónico. Cuando la gente mira el cuadro provoca la discusión entre los juigalpinos: unos dicen que es la esquina de donde fulano, otros de donde zutano, pero realmente la esquina es por donde doña Teresita Pantoja, es decir allá donde vivía Tapa Chiche, la esquina de don Aníbal Cruz. Metían la pipa de retroceso para el lado de donde la Tersa Urbina, allí antes era un guindo y le ponían una cuña. La foto fue tomada en esa esquina, eso me lo comentó Alejandro Castilla, mi hermano, uno de los que va montado. Entonces, como todas las esquinas son parecidas, da la impresión de que se ha paseado por toda la ciudad.

    ¡Esa es una imagen que te quedó grabada desde chavalo!

Así es. Conozco todo el procedimiento, desde el pozo, cómo se parqueaba la pipa, cómo se trasegaba el agua del pozo a la pipa, todo eso me quedó galvanizado en la memoria y le puse alas porque ahora hay pipas en Europa, en Estados Unidos, en Sur América y en Cuba.

    ¿Cómo es que las pintas?

En tela con técnica mixta, la base va curada con cola, los polos de la lona, acrílico especial y luego una mezcla de óleo, es un técnica mixta. He pintado como unas doscientas pipas.

Observo que Carlos Guerra sale de la casa. Me disculpo y camino hacia él esquivando los pies de los estudiantes que están sentados en sillas blancas y han llenado la calle. Nos apretamos las manos, le doy condolencias por la muerte de María Elena y nos abrazamos. Los periodistas lo rodean, me despido y regreso donde Julio.

    Julio, esa pipa también está pintada en el parque de Palo Solo.

Es un mural que fue pintado por Ricardo Gómez. Él fue mi alumno cuando comencé a dar clases de dibujo y pintura en lo que es hoy La Asunción, antes la escuela José Aníbal; allí comenzamos con María Ramos a impartir los primeros talleres a raíz de la Revolución donde acudió Ricardo, un morenito, a dar sus trazos iniciales. Ahora es un gran escultor y pintor nacional que da clases en la Escuela de Bellas Artes. Él la pintó, pero no lleva los detalles que tenían las Pipas de mi papá.

    ¿La pintaste sin pensar que podrían regresar esas condiciones de distribución de agua por el despale, la ganadería extensiva y el cambio climático global?

Cuando uno pinta quiere dar a conocer algo que pasó, porque es una pena que ahora no hay ni una pipa para tenerla en un museo. Aquí en Chontales el oro se trasladaba desde La Libertad a Puerto Díaz en carretas. Don Juan Manuel González, el músico acordeonista, era el jefe de todas las carretas. Ahora no hay ni una carreta y ni una pipa. A lo mejor volvemos a eso porque en algunas comarcas no hay agua, por ejemplo en Piedras Grandes, pero en la ciudad hay las 24 horas del día por un gran proyecto que hicieron los coreanos para abastecernos desde el lago de Nicaragua.

    ¿Sonaban una campana avisando que pasaba la pipa?

No, sólo gritaban “la agua, la agua, última vez que paso”. La gente abría sus puertas, entraban y llenaban el tanque o la pila

    ¿A qué precio vendían el cántaro de agua?

    A quince centavos, ¿verdad, Carlos? —dice Julio preguntandole a Carlos Medrano.
  Veinticinco centavos, era equivalente a una lata —responde Carlos.
    El cántaro era de bronce como esos cantaritos de oro que hacen para pendientes —dice Julio.
    Hay que aclarar una situación —dice Carlos —habían otro dueños de pipas: Agustín Castilla Solís, Pablo Urbina, Antonio Urbina, llamado “Toño Pipero”, y Juan Castilla, el papá de Julio.
    Don Arturo Tablada, mi tío abuelo, mi abuelo se llamaba Nicolás Tablada, le dio a su sobrino, mi papá, dos pipas para que trabajara; fue desarrollando la microempresa y como era rentable los otros se metieron y hasta hicieron un pozo al lado del suyo —explica Julio.

    ¿Por todo eso es que pintas las pipas?

Las llevo galvanizadas en la memoria, como decía Neruda.

Veo el reloj, se hace tarde. Le agradezco a Julio la oportunidad de entrevistarlo. Observo que comienzan a sacar las ofrendas florales de la casa. Me despido y quedamos de vernos en la catedral donde se hará la misa de cuerpo presente de María Elena. Camino hacia la esquina de Palo Solo e imagino en estos tiempos a las pipas abasteciendo de agua a los juigalpinos.

Juigalpa, Chontales.
3/6/2015.

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