domingo, 5 de julio de 2020

TIEMPOS DE DOLOR



Tres meses han transcurrido desde el fallecimiento de Indiana, mi hermana. Un dolor provocado por un desgarre que se llevó una parte valiosa de mi vida, una mutilación del corazón, un vacío del ser que permanece nostálgico, recuperando para siempre los momentos que viví a su lado.

El luto es un hoyo profundo, donde te sumergís en las aguas de los recuerdos, convertidos en un fluido constante que va y viene, recuerdos de cada uno de los momentos que vivimos juntos, desde lo más profundo de la memoria, recurriendo a fotografías que ella misma me dio cuando éramos niños, fotos que ahora las mantengo frente a mí para que el tiempo que me queda por vivir no sea capaz de borrarlas. Ella, Tony y yo, juntos toda la vida.

Ella surge en la vida cotidiana. Al atardecer entre los rayos del sol y las colinas, en la lluvia, en el viento que acaricia las hojas de los árboles de caoba, en el aroma de la grama cortada, en el destello de las estrellas sureñas y en la luna que busca salir a brillar en noches de niebla, en el canto de los pájaros, en la dulzura de un mango y en los sabores de la comida que junto a ella deguste desde siempre.

Y a este dolor por la pérdida de mi hermana se han ido adhiriendo capas de otros dolores por la muerte de amigos y seres queridos con los que he interactuado en distintos momentos de mi vida, en Bluefields, en Nueva Guinea, en Managua, en Juigalpa, en el extranjero. Seres humanos valiosos que han muerto por causas naturales o por la pandemia del Coronavirus.

Vivimos momentos de dolor, cada quien a su manera, a su forma de ser, recordando a sus seres queridos, protegiéndonos, cuidándonos, resolviendo los problemas cotidianos a los que nos ha sumergido esta crisis social, económica, política y moral. Son tiempos de dolor pero estoy seguro que saldremos del oscuro orificio más fuertes y mejores que nunca antes.

5 de Julio de 2020