Los trámites son diligencias a realizar para la resolución de un asunto. En la mayoría de las situaciones que debemos solventar, en el marco jurídico y legal, nos corresponde hacer trámites de diversos tipos. Me atrevo a afirmar que no hay actividad alguna que prescinda de ellos. Las leyes que regulan nuestra sociedad nos remiten a ellos para poder cumplir deberes y obligaciones ciudadanas.
Los trámites son procesos que en algún momento todos debemos realizar y, en la mayoría de ellos, es preciso que nos mantengamos actualizados de los requisitos necesarios y obligatorios para llevarlos a feliz término. Cumpliendo con los requisitos evitamos la pérdida de un recurso tan valioso como el tiempo y enfrentamos la deficiente atención por parte de los empleados o funcionarios que tiene el deber de facilitarlos.
En todas las instituciones del Estado debemos efectuar trámites. En los gobiernos municipales y regionales no escapamos de ellos. Son parte del tejido social en que vivimos insertos, son ineludibles y, la mayoría de las veces, engorrosos. Muchos trámites se deben realizar en diferentes instituciones del Estado con el mismo fin. Es común que tengamos que recurrir a más de cinco instituciones para concluir un tramite que nos permita cumplir las normas y leyes para operar un negocio, importar, exportar y un sinnúmero más de situaciones.
Los seres humanos creamos los trámites en el marco de las leyes para el bien común y, a la vez, contradictoriamente, los convertimos en un sendero lleno de obstáculos y espinas. En la era tecnológica que vivimos deberíamos aprovechar los recursos y medios que se nos brinda para que en un solo click nuestros trámites fluyan al ritmo que los nuevos tiempos y nuestra vida agitada demandan.
Es sorprendente e increíble que, para obtener una solvencia municipal, los responsables de catastro no encuentren tu propiedad en su base de datos, cuando años tras años has cumplido con el deber de pagar el impuesto sobre bienes inmuebles y, para colmo de males, tengan que recurrir a un mapa desactualizado para indicarles en qué barrio, en qué manzana o junto a qué vecino es que está ubicada.
Cómo es posible que tengas que esperar, luego de cumplir los requisitos debidos, cuatro o cinco horas para obtener la renovación de tu licencia de conducir porque deben buscar tu expediente en un local atiborrado y poco ordenado, cuando con un solo click podrían tener en segundos toda la información actualizada relativa a las violaciones de la ley de tránsito que has hecho, u otra necesaria.
Los ciudadanos debemos tener paciencia para cumplir con nuestros trámites, pero no podemos ni debemos soportar ineficiencias, ni mucho menos actitudes de funcionarios que violentan nuestra integridad. A fin de cuentas, las leyes y los trámites que debemos realizar para cumplirlas son condiciones necesarias para nuestro bienestar, seguridad y convivencia en armonía.
Lo negativo del proceso, la mayoría de las veces, es que debemos mostrar pleitesía con los funcionarios que están obligados a atendernos y ser tolerantes con sus actitudes, porque nos ven como adversarios, como enemigos. Lo más repugnante cuando te encuentras realizando algún trámite es ver cómo el amiguismo, las influencias y las mordidas se imponen al orden que debe existir, ya sea por numeración o por las largas colas.
La actitud, el buen trato y el respeto al orden establecido por parte de los funcionarios que nos facilitan los trámites son elementales para que los ciudadanos son sintamos satisfechos al efectuarlos. La tecnología es vital, pero la cambio por los tres primeros si me dejarán escoger entre ellos.
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Martes, 25 de enero de 2011