Son exquisitas, de maíz recién cosechado, tiernito. Son palmeadas con las manos laboriosas de doña Paula luego de destusar la mazorca, desgranar, moler el grano y hacer la masa. Con recelo, no era de esperarse de otra manera, explica el proceso que realiza para ganarse la vida en una de las esquinas de Nueva Guinea, contiguo a la rotonda de “los cuatro evangelios”.
A través de una cadena familiar, desde la parcela le llevan las mazorcas y oferta sus güirilas a diez córdobas con una rodajita de queso y el apoyo de sus hijas que las acomodan en el fogón para darles el toque mágico que atrae a los compradores. No escapa del pago de impuestos municipales, cumple con la ley. Vende más de trescientas al día, depende de la ocasión. Con su esfuerzo y el de su familia se gana la vida aprovechando la temporada de las milpas florecidas, llenas de mazorcas.
Si sacamos cuenta, tiene ingresos de noventa mil pesos al mes, más o menos. Si descontamos sus costos, entre ellos, las mazorcas, el transporte de la parcela al sitio, la molida del grano, las hojas de chagüite, el quesito, el carbón, la depreciación del fogón y la parrilla, las bolsas de plástico, el pago a la alcaldía, su propio esfuerzo y el de sus hijas que le ayudan, no le va mal, se gana la vida al igual que miles de pequeños comerciantes de este país para sostener a la familia.
El trabajo de Doña Paula es un ejemplo de la economía popular, familiar, donde la solidaridad entre sus miembros es un factor clave que se combina con otros para salirle al frente a la adversidad. Al igual que doña Paula, cientos de miles de nicaragüenses, con su esfuerzo y emprendimiento salen adelante a pesar de la crisis económica en que vivimos.
Aquí les dejo el vídeo de Doña Paula.
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
21/08/2011