Son las doce del
día y no puedo terminar este año sin despedirme y brindarles mis deseos para el
año 2015.
Este año que
finaliza ha sido genial. Incursioné en el mundo de la fotografía y he captado
con mis cámaras varios momentos espectaculares, inolvidables, únicos. La
libertad, la autonomía, la independencia y los deseos de vivir la vida
intensamente, sin cadenas que esclavizan, me han permitido hacerte parte de
muchos de ellos.
He seguido
escribiendo tal como hoy lo hago. Al revisar me doy cuenta que he
compartido con ustedes un total de 65 escritos, incluyendo vídeos, poemas y fotografías.
Han sido 5.4 publicaciones en promedio por mes en mi blog, tu blog Sueños del Caribe.
La dicha y
felicidad me ha acompañado dándome la vida nuevos nietos, María Fernanda, mi
nieta menor y espero cosechar más, muchos más. Francisco se volvió a casar,
Kalinga lo hechizó con sus dones norteños y Aster logró, luego de dejar de
beber guaro, construir su casa, además de graduarse en la Universidad.
De la salud no
me quejo, dejé de fumar. Pero hay dolor y debo convivir con él, y cuando a ella algo le duele, le
doy su sobadita, nos damos nuestra sobadita.
Hay amigos y
amigas que se han ido, se me han adelantado. Ellos y ellas, Martín Bermúdez, Juanita Allen, Juan Ramón Acosta y otros, siempre estarán a mi lado, no los ignoro, están conmigo.
Me despedí de San Martín, Filmore McDonalds Banks, en su casa, en su cama, en
su lecho de agonía: “San Martín, soy yo, Ronald Hill, el catracho, tu compañero de equipo, al que siempre salías corriendo a relevarlo cuando no encontraba el plato, el
que fue testigo de tus hazañas como uno de los mejores pícheres de El Bluff y
Bluefields”, le dije al oído. Inmediatamente abrió los ojos, balbuceó, parpadeó
y le apreté la mano. “Te reconoció”, dijo su hermano, John Banks.
Sigo extrañando,
y por eso busco y lo seguiré haciendo, a las amistades de por vida, el aroma caribeño, el sabor a coco y
lo salobre del mar, pero no me quejo del verdor del trópico húmedo del que me
enamoré por segunda vez. La gente trabajadora, solidaria y cristiana, además de
sus paisajes, es el tesoro más grande que tiene Nueva Guinea y, como siempre lo he hecho, seguiré estando al lado de este pueblo trabajador que se merece un
futuro mejor, futuro que ha construido con las uñas frente a la adversidad y
que se prepara para celebrar los 50 años de su fundación el próximo 5 de marzo
del 2015.
El resto es
rutina, decepciones, desencantos y planes sin cumplir que los seres humanos
siempre retomamos y seguimos luchando por hacerlos realidad. Por ellos, por esos sueños es que seguimos respirando cada mañana al levantarnos, deseo que a todos y todas se les hagan realidad en el 2015. Deseo
que los problemas cotidianos no se conviertan en barreras insuperables en su
caminar, les deseo salud, mucha salud, paz y armonía en su alrededor. ¡Feliz
2015!