Las brujitas son mi vida,
siempre alrededor.
Crecí viéndolas,
crecer, florecer, embellecer
el andén de mi puerto.
Pétalos blancos,
rojos y rosados.
Cuando llovía,
sus bulbos emergían de la tierra.
Al encontrarse la gente sonreía
deseándose mejor día.
Al pedazo de andén,
entre la esquina de Miss Lilian
y la casa de mi abuela Manuela,
lo vestían de colores.
Acogían pasos,
sus aromas acompañaban el trayecto,
al caminante embrujaban
vaivén al viento del oeste.
De brujas no digamos.
No es cuento,
es inimaginable lo que hacen
entre brujas y brujos,
resulta la brujería.
Brujitas, brujas y brujería.