¿Cuál es la colonia mejor
organizada de Nueva Guinea?, pensé muchas veces, y en busca de respuesta, las
recorrí todas, sin excepción. ¿Cuál de tantas puede llevarse el premio?, ¿qué
criterios se deben considerar para determinarlo?, y lo hice de manera metódica,
con propuestas de acciones concretas para mejorar las condiciones de vida de
sus habitantes.
Entre más cercana se
encuentran las colonias a la cabecera municipal (menos de 10 kilómetros), tienen
una elevada capacidad de gestión frente al Estado en busca de solución a sus
problemas. Los líderes (comunitarios, partidarios y religiosos) visitan la
alcaldía y las instituciones del Estado hasta cuatro veces por semana, padecen
de un mal que muchos llaman “gestionitis”. Por supuesto, es un mal que los
pobladores deben de pagar por sus incansables gestiones que acarrean gastos de
transporte y “el día de trabajo”. Estos líderes tratan de quedar bien y miran
más allá de su futuro inmediato para trascender el espacio de la colonia, obsesionándose
en llegar a ser un día “concejales” y, en esa búsqueda, actúan como
representantes de las autoridades. Es en ellas donde mayores problemas se
enfrentan al momento de impulsar acciones en beneficio de sus pobladores,
principalmente en el nivel de aporte comunitario y, en la medida en que el
mismo es mayor en mano de obra, mayor es la problemática. La gente no se
involucra directamente, muchos pagan los días hombre de trabajo que deben
aportar y, al final, el sostenimiento de las obras como sistemas de agua,
escuelas, etcétera, es inexistente, los niveles de apropiación comunitaria son
bajísimos.
Las colonias alejadas del
casco urbano, con carretera de acceso de todo tiempo, son la mayoría en Nueva
Guinea. En ellas se dan problemas de diferentes índoles. Conflictos entre los
líderes, entre denominaciones religiosas, y de visión sobre las prioridades para mejorar
sus condiciones de vida son parte de los problemas recurrentes en ellas. Entre
las mejores organizadas se encuentran La Fonseca, La Unión, y otras que se
ubican en la zona del proyecto del Canal, lo que provoca un alto nivel de desmotivación
e incertidumbre en sus pobladores.
Pero, ¿cuál es la mejor
organizada de Nueva Guinea? Definitivamente
el premio se lo lleva la colonia de San Miguel. Está ubicada al pie del Cerro
Brujo, a unos cinco kilómetros de la colonia San Antonio, al noreste de Nueva
Guinea. Pero, ¿por qué?, es sencillo: la gente de San Miguel es feliz, las
familias que conforman la comunidad son unidas, enfrentan en conjunto la
adversidad, son solidarios entre ellos y con las familias de otras comunidades.
“Necesitamos que nos
ayuden a llevar la luz eléctrica a la colonia”, dijo Daniel Briceño, líder
comunitario de San Miguel en una reunión comunitaria. Pero, ¿cómo van a hacer?,
ni siquiera tienen un camino de todo tiempo, la mayor parte del año tenemos que
caminar hasta allá, le contesté. “Nosotros hacemos maravillas, ustedes apoyen a
la comunidad”, respondió con el respaldo de los otros líderes del comité comunitario.
Dudé sobre la posibilidad de concretizar el proyecto de electrificación
mientras lo formulábamos, la compañía que se contrató para elaborar el diseño y
presupuesto lo confirmó: “La introducción de los materiales hasta San Miguel y
el trabajo comunitario será uno de los mayores retos del proyecto”, afirmaron. Será
difícil, tenemos que esperar hasta la época seca para iniciar el proyecto, no
se pueden introducir los materiales hasta la comunidad por el mal estado del
camino, les comuniqué en una reunión comunitaria. “No, ustedes no se preocupen,
nosotros los vamos a introducir con bueyes, pónganlos en San Antonio y van a
ver”, respondieron.
Las rastras con los
postes de pino curado fueron trasladadas hasta San Antonio, se descargaron en
la entrada del camino a San Miguel. Los líderes estaban esperando con las
yuntas de bueyes. Fue sorprendente ver el trabajo de traslado de los postes
hasta los puntos señalados por el diseño del proyecto, un poste era jalado por
una yunta de bueyes a través del camino barroso, lodoso, cruzando quebradas, cruzando
trechos de suampo, subiendo marcadas pendientes bajo la lluvia hasta culminar
en la comunidad. Luego trasladaron de la misma manera los enormes y pesados
carretes de cable de alta tensión y todos los herrajes necesarios. ¿Cuántas yuntas
de bueyes emplearon? ¿Cuántos viajes realizaron? Fueron más de diez yuntas de
bueyes que hacían dos viajes al día hasta introducir todos los materiales. ¿Qué
valor tiene esta acción de la comunidad y sus líderes? Su esfuerzo es invaluable. Por supuesto que podemos medirlo y tener un dato económico, pero
desde la perspectiva de desarrollo organizacional de la comunidad, es algo que
no tiene precio.
Al culminar el proyecto,
tres meses después, la comunidad de San Miguel continuaba siendo una colonia
sin carretera de acceso pero con todas sus calles y viviendas iluminadas. La
comunidad celebró a lo grande la culminación del proyecto, su proyecto, y
fuimos invitados a la fiesta con otros actores de Nueva Guinea.
La colonia de San Miguel
se convirtió, en esos años, en ejemplo de desarrollo organizativo comunitario
frente a otras colonias de Nueva Guinea, y cuando en otras íbamos a emprender nuevos
proyectos, invitábamos a los líderes de San Miguel para que dieran testimonio sobre
las claves de su éxito en el trabajo y desarrollo comunitario.
¿Existirán otras colonias
y comunidades con ese nivel de desarrollo organizativo en Nueva Guinea? Lo dudo. En la actualidad, los pocos proyectos
que se desarrollan como los de sistemas de agua potable, demandan que los
usuarios deben pagar de contado el 30 por ciento del valor del medidor de agua
para que inicie la obra y la mayoría no lo realiza. ¿Por qué? Esa pregunta
quedará sin respuesta, pero mientras los beneficiarios, hoy llamados “protagonistas”,
no sientan como propios los proyectos, la colonia de San Miguel seguirá siendo
la mejor organizada de Nueva Guinea.
Nueva
Guinea, RACS.
Sábado,
24 de septiembre de 2016