En las casas de madera sin pintar,
cubiertas por hiedra, líquenes y hongos,
nos reunimos alrededor del fogón
en días ventosos y lluviosos.
Calentamos
nuestros cuerpos,
calor de
leña y sopa por siglos,
caricias, risas y
cuentos de abuelos.
Encerrados, pero animados.
Bajo la lluvia intensa somos felices.
Las calles son transformadas en barrizal intransitable,
por el rugir frenético de camiones
y su pitido
enloquecedor al ir y venir.
Al escampar el cielo,
el sol lucha contra charcos y encierros.
Abrimos ojos y puertas,
saltando charcos con anhelo.
La noche es
larga y fría,
tiznada once meses lluviosos,
pero en nuestras casas florecen
la esperanza y alegría
que barrizal y tormentas
nunca nos podrán quitar.
13 de Julio de 2022.
Foto propia.