El pescador, con ilusión en el pecho,
deja a su amor en tierna despedida,
hacia el muelle camina, sueños en su barco estrecho.
Maniobra en el muelle, la barca en su partida,
levanta cuerdas, manos curtidas por la sal y el viento,
navega hacia la mar, su alma entera va rendida.
En la barra, el ancla cae con un lento movimiento,
entre la laguna y el mar, su espera se hace eterna,
enciende un cigarrillo, suspira, está contento.
La cuerda en el agua busca un buen pargo que gobierne,
las piedras y los arrecifes llenos de vida marina,
piensa en su futuro, en su joven esposa y su vientre.
El cordel corre y salta, como en danza cautiva,
jala y jala, en un juego de placer y de paciencia,
el peso alerta sus sentidos, la lucha es atractiva.
La gran presa llega con resistencia,
un mero majestuoso, castaño y rojizo.
Suspira, el pescador siente su recompensa.
En el barco, el mero aleteando halla su nuevo lecho,
regresa a casa con pargos y el gran trofeo,
cae la tarde; en sus brazos, su amor, su anhelo.
8/12/2023
Foto propia: Internet.