Las
calles de Nueva Guinea
amanecieron
mojadas y brillantes por la lluvia.
El
sol saldrá a secarlas.
19 de julio de 2024.
Foto propia.
Sueños del Caribe es un blog sobre la Costa Caribe y el sureste de Nicaragua. Lo componen relatos, crónicas, personajes, poesía y otros temas.
Las
calles de Nueva Guinea
amanecieron
mojadas y brillantes por la lluvia.
El
sol saldrá a secarlas.
19 de julio de 2024.
Foto propia.
Si todavía tienes las ganas y fuerzas,
si haces caminatas todos los días,
sí llevas mucho tiempo a ese ritmo, nada se
olvida.
Piernas y brazos se vuelven una invención,
la piel se descama al viento.
Te lo dices y recuerdas.
Ahora son historias de aves las que cuentas
para ti.
Recuerdo a una tijereta que se eleva
verticalmente sobre las nubes
y luego baja en picada, con las alas
recogidas,
dejando una estela de pensamientos aéreos
bajo el cielo azul.
Allí está el cenzontle, señor de los
imitadores,
que le canta a la perra su propio llanto
desesperado,
al estar amarrada, viendo los movimientos
que identifica dentro de la casa.
Recuerdo a la oropéndola que canta desde la
cumbre
de los árboles más altos del trópico
húmedo,
haciendo un sobreesfuerzo al doblar su
cuello,
y aletear de felicidad cuando la ve en el
corredor de la casa.
Y frente a la ventana de vidrio, entre las
verjas que la protegen,
los pájaros se engañan ante su reflejo.
Allí están el sargento con su fiel e
inseparable amada,
que vigila su ligereza,
las viudas, la reinita amarilla, el güis
macho, el batará búlico,
tanto negro o café rojizo con blanco.
Solamente allí han visto sus plumas de
queratina y colágeno
que un día llenaron los bosques con su
color.
Y nuevamente estoy aquí, al alba, sin estar
seguro
del cómo, pero siento el proceso desde el
que se desprende
la piel del cuerpo en cada movimiento,
en cada paso de los más de diez mil
que pelan la carne sin tener otro cuerpo
donde refugiarse.
Cada suspiro, una sorpresa al amanecer.
El corazón todavía es fuerte y late
agradecido.
Estos huesos son demasiado ruidosos
y poco a poco se van desgastando.
¿De tanto correr?
Y los tejidos se descarnan, hay grietas,
moretones,
que hacen dolorosas erupciones.
Y voy como un pájaro cada amanecer.
Un paso más, faltan pocos, la meta está
cerca.
Ya cansado, ese pájaro está dentro de mí,
siento sus alas, escucho su canto,
empuja más y más sobre las grietas,
picotea los moretones como al vidrio de la
ventana.
¿Dejarás algún día al pájaro en libertad?
Sigo caminando cada mañana,
esperando que no llueva, con la brisa en el
rostro.
El cuerpo, cansado, recuerda.
Un día, como los pájaros, será libre,
soltando sus cargas, elevándose con el
viento,
en un vuelo sin final.
domingo, 7 de julio de 2024
Foto propia: Mielero patirrojo.