Es un paseo y ocho van en la panga.
La mañana radiante invita al disfrute en
los alrededores de la bahía:
el viento se ha marchado y las olas han
desaparecido.
Arriman en la orilla del río, pasando Escofran
Walk Lagoon,
frente a un bosque nutrido de cocoteros, un
cocal productivo.
Los jóvenes abandonan sus ropas y se lanzan
al río,
chapotean con alegría y revuelven las
aguas.
Son cuatro las bellas que caminan por los alrededores,
van en shorts y buscan manzanas de coco para su deleite.
Ellas son flores silvestres exóticas en el
bosque de cocoteros.
El cielo en el horizonte se torna gris
plateado.
Ellos se cansan, suben a tierra y a los
cocoteros.
Con destreza de caribeños los pelan con
machetes para ellas.
Qué delicia, en un día caluroso, saborear
el agua de coco.
Ellos se muestran orgullosos y ellas
admiran sus cuerpos.
Llega la lluvia primeriza de Mayo.
Las bellas blufileñas están preocupadas por
el cabello y sus cejas.
La corriente arremete contra la panga, la
suben y la atan a un cocotero.
Se emparejan en los cuatro puntos
cardinales del cocal.
Intensa lluvia baña sus cuerpos y una
cortina plomiza los resguarda.
La lluvia ha cesado y el tapiz que los protegía
desaparece:
las flores exóticas se muestran
exuberantes.
El regreso es distinto a su partida: ríen y
cantan en la panga.
Una leve brisa y un oleaje con olor a
mangle acarician sus espaldas.
Es el mes de Mayo y la dicha se muestra en sus
rostros.
20 de mayo de 2024.
Foto: Internet.