Fuimos contratados antes de que llegaran
las lluvias.
Éramos tres, yo y dos hermosas mujeres de color,
black creole las dos.
Piquetear el sarro de cisternas,
cubiertas de barcos atracados en el muelle,
su obra viva y su obra muerta sobre el
astillero.
¿Por dónde comenzamos?
Preguntó una de ellas, la de ojos color de
miel,
con el casco protector, lentes defendiendo
sus bellos ojos
y piqueta en mano protegida con guantes de
cuero.
Solo nos explicaron que el óxido
acaba con la nave y debíamos salvarla,
¡serán héroes!
Dentro de la cisterna el constante piqueteo
aturdía nuestras cabezas
y el calor de las mañanas lamía la piel
de nuestras espaldas y caras.
En el astillero, colgados de gruesas
cuerdas,
sentados en tabloncillos cual columpios,
reíamos y bromeábamos felices ante las ocurrencias
de la flaca que cubría su cabello rasta con
un pañuelo azul.
El silencio nos invadía al apreciar la
manguera
a presión de Sandblast eliminando del
casco
las esponjas, corales, moluscos, percebes, ascidias
y algas.
Luego el esmeril dejaba la superficie
resplandeciente como plata marina.
¡Éramos parte de la cuadrilla de héroes, héroes
salva barcos!
Fuertes y robustos, ellas sobresalían por
sus piernas color ébano
y nosotros por robustos brazos.
Siempre de buen humor, altivos al viento,
aprendiendo
el bien en acciones y palabras de otros,
salvadores de barcos que navegaban
impecables por la mar Caribe.
13 de Junio de 2024
Foto: Internet.
Muy bonita narrativa me hace recordar mi puerto Cortes adorado en mi niñez trabajando en el muelle
ResponderEliminarMe da mucho gusto que por este escrito recuerdes a Puerto Cortés. Saludos. Gracias por su comentario.
Eliminar