viernes, 7 de enero de 2011

UNIDAD EN LA DIVERSIDAD DEL CARIBE, ¿ES AÚN POSIBLE?

E
Monumento a la Autonomía, Bluefields.
s una concepción de vida, filosófica. Se plantea como alternativa en la búsqueda constante, a pesar de los fracasos, conflictos e ilusiones perdidas, de la voluntad existente en los grupos étnicos, misquitos, sumus–mayangna, ulwas, garifunas, creoles, ramas y mestizos, de la Costa Caribe por encontrar y construir la imagen deseada de todos en armonía para alcanzar una vida mejor, digna y duradera. Un gran reto en relación con las inmensas heridas no sanadas, abiertas luego de conflictos históricos interétnicos y provocados por los procesos de colonización y neocolonización, desde afuera y dentro del país. Un territorio rico, pero con su población empobrecida por la codicia de extraños y propios.

La búsqueda ha sido incesante, construida a través del tiempo. El reino de la Mosquitia, la superintendencia, la reinserción colonial, el distrito o municipio de la reserva Mosquitia, hasta culminar con la anexión al estado Nicaragüense, han sido etapas del recorrido que no podemos dejar de considerar; por el contrario, debemos volver la mirada hacia ellas con el fin de encontrar hilos conductores, pistas radiantes para hilvanar el futuro deseado. Es en estas etapas del proceso histórico donde debemos buscar el camino, la integración, la síntesis de lo fragmentario y contradictorio, para poder conformar unidad de diversidades que, como en una escalera, cada peldaño nos lleva a la cumbre, integrando visiones, principios y valores de cada una de ellas.

La identidad de lo costeño, caribeño, no se conforma solamente de nuestras comidas, bailes, comunidades o barrios. Es mucho más. Nuestra identidad la forman también las diferencias y coincidencias, afirmación y negación, acciones y reacciones que debemos tomar en cuenta para poder construir, en el marco de las diferencias, la síntesis, el horizonte del devenir glorioso. Para ello tenemos que reconocer al otro, lo diverso, como parte de lo contradictorio, pero parte de lo dominante, formándonos la idea y la práctica para poder construir lo deseado. Reconocerlo no significa incluir al excluido, muchos menos restituir su derecho, sino mas bien se concretiza en establecer relaciones de integración bilaterales, complementarias, formando con ellas una nueva realidad donde ambos conservan su propia identidad.

El proceso autonómico que se vive en las Regiones Autónomas, recupera y asume como propia la filosofía de la “unidad en la diversidad”. El monumento a la autonomía, ubicado en el parque Reyes de Bluefields, pone de manifiesto a los seis grupos étnicos de la RAAS unidos, levantando la antorcha de la libertad para emprender juntos el andar.  Hasta hoy ha sido un camino lleno de espinas, obstáculos y contradicciones. Pero el andar no se detiene, continúa bajo la bandera ondeante de la autonomía, con sus errores, desaciertos y desafíos.

Con la autonomía podemos crear y desarrollar un territorio donde diferentes grupos viven en armonía, reconocen que el otro tiene iguales derechos sobre la tierra y conviven bajo distintas formas de propiedad, desde la comunitaria hasta la individual, respetando sus raíces culturales y descartando propuestas hegemónicas que no contribuyen a la unidad.

Atrás debe ir quedando para siempre el desacuerdo sin diálogo, el actuar sin considerar al otro, tal como sucede en las diferentes circunscripciones o territorios donde los concejales regionales autónomos del mismo grupo étnico piensan y actúan en función de objetivos ajenos, distantes de su comunidad, en una carrera que no abona al logro de la unidad por el bien común, por el fin de proceso mismo. Sin diálogo, sin consensos, en el que nadie declina, sino acuerda en lo común, el camino se torna más difícil.

La unidad en la diversidad en el Caribe es el camino para construir un futuro mejor, lleno de esperanzas, de libertad e igualdad para todos los grupos étnicos. Es posible, pero también es necesario tomar conciencia de ello y desprendernos del velo que nos enceguece: el dogma religioso y las ideologías, sean de derecha, centro o de izquierdas. Sólo así podremos construir un Caribe libre, autónomo, armonioso, abundante de paz y bienestar que revitaliza y enriquece nuestro país. Otra vía, que excluya y rechace al otro, desde el Caribe o resto del país, no garantiza la superación de los conflictos que mantienen a nuestros pueblos sin esperanzas. 


Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Miércoles, 05 de enero de 2011