domingo, 30 de abril de 2023

¡MAYO VENGA YA!

 



Aquí estás, un año después, y ya se escuchan los tambores. Nuestras almas están inquietas y la ciudad engalanada te esta esperando.

Te fuiste a la media noche, silencioso para que siguiéramos ilusionados con la dicha que nos diste durante un mes, tu mes Mayo Ya. Cuando el sol salió, todo cambió: los rostros quedaron sombríos, sin sonrisas, con ojos tristes, ojeras de trasnochados y, al hacer cuentas, los bolsillos quedaron volteados y lavados.

La tristeza nos volvió a invadir, pero somos fuertes Mayo Ya. En nuestras mentes y corazones te teníamos presente, ansiosos esperando tu regreso. No tenemos resentimientos, te fuiste lejos, navegaste por los siete mares y en el norte desapareciste de nuestra brújula que marcó en un inicio tus desplazamientos. Llenaste tus bolsas de bendiciones y ahora regresas para compartirlas con nosotros. ¡Bienvenido Mayo Ya!

Nos despojamos de la tristeza, para que sirve quejarse durante esos otros meses que tienen feos nombres, que no nos gustan, meses de penurias, aunque la distracción se organice para quitarnos la cabanga, la arrechura por tu ausencia Mayo Ya, por todos lados tratan de distraernos, date cuenta que por eso vamos a la playa, a las barreras, a los hípicos, a los ríos, pero nunca te la vamos a pegar, nunca, jamás de los jamases Mayo Ya, porque sos el mes de la fertilidad, el de la lluvia que nos empapa.

Y cuando estamos alrededor de vos, adorándote, te muestras orgulloso porque te cubrimos de cintas de colores, mueves tus ramas de excitación al ver tantos cuerpos que giran en movimientos sexuales ansiosos, pidiéndote que derrames dicha y bendiciones en la semilla que será fecundada para darnos nueva vida Mayo Ya.

Vida prolífica para que en los campos germinen las semillas, para que la mar nos de buenas faenas, para que los negocios sean bendecidos, para que surja entre nosotros el amor y la armonía, eso, eso Mayo Ya, libéranos del mal, aparta las enfermedades de nuestras casas, ilumina nuestros caminos con la luz que acumulaste en tu viaje y danos fuerzas para aguantar este bacanal que nos encanta, que nos enloquece al ritmo de los tambores que martillan en nuestras cabezas sin dejar de pensar en otra cosa más que en el tululu, en el lanchtanova, en el sinsaima, en el mero vacilón, danos fuerza Mayo Ya.

Sos una pausa en la tormenta que nos ahoga, sos la luz que ilumina nuestra alma caribeña, eso y más Mayo Ya. Desde hace días escuchamos los preparativos, los calentamientos y queremos que sea ya, que Mayo venga Ya, ahora, ya, en este instante, Mayo en la calle, Mayo en la casa, Mayo en el parque, Mayo en el barrio, Mayo en la sangre, Mayo con vos Mayo Ya, bailando en la playa, en la arena, en Corn Island, en Pearl Lagoon, en El Bluff, en todos los lugares, contorsionando nuestros cuerpos, tululiando todos los días y sus noches, una noche un amor en el mes de la fertilidad, el que hace olvidar rencores y  penas, dejándolo todo atrás para comenzar con la alegría que nos traes Mayo Ya.

Y si te vas al amanecer del último día de tu mes, Mayo Ya, y nos vas a dejar con las calles barridas y descoloridas, con la misma tristeza y desdicha que vive en nuestro corazón los otros once meses del año, te seguiremos esperando con la fe de que volverás a llenar de alegría a estos corazones que palpitan por ser feliz eternamente. ¡Mayo venga ya!


30 de abril de 2023

Foto: cortesía de  Jesús Salgado.


martes, 18 de abril de 2023

CUANDO ÉRAMOS CHAVALOS



En memoria de Manuel Bermúdez, "Palán" (1963 - 2021)


El grupo de amigos estaba conformado por Pancho, el Güerri, Alonzo, Richard, Javier, Glen, Lolo y José Manuel. Era un grupo pequeño, pero unido. Compartíamos los días en El Bluff, ubicado en el caribe sur de Nicaragua. Durante los meses de verano, disfrutábamos al máximo después de regresar de las clases en Bluefields.

Uno de los pasatiempos favoritos era jugar béisbol y, en ocasiones, futbol en el antiguo campo que hoy en día es un parque. Este campo era el escenario perfecto para practicar deportes y pasar un buen rato con los amigos.

Allí jugábamos contra el equipo de la Booth, los Diablos o los Capitanes, conformando el equipo de la UVA. Ese era nuestro enfrentamiento de alto nivel, jugar contra grandes peloteros de la liga de Baseball amateur de Bluefields. Con el tiempo, varios de nosotros debutamos como jugadores novatos con el equipo y recuerdo que un domingo le gané al equipo de Old Bank con un juego de no hit no run. Aún hoy me siento orgulloso de ello. 

Muchas veces nos enfrentamos a equipos de futbol de Bluefields, una selección de los mejores jugadores de esa época, cuando el futbol no era masivo entre los jóvenes. Martín Montero era nuestro Pelé, Chapop el mejor portero, Kalilita o Pancho o Rodolfo, como lo quieras llamar, era el mejor centrocampista y Alonzo la mejor defensa central. En una ocasión, nos creíamos un gran equipo de futbol, viajamos a Diriamba, nos alojaron en el Instituto Pedagógico y nos enfrentamos al equipo Diriangén, el mejor equipo de Nicaragua en esos años. Nos dieron una paliza de 16 goles a cero donde el portero anotó varios. Nunca nos desanímanos, el teniente Pallais, quien fue el que hizo los contactos para el viaje, nos daba ánimos. "Perdieron contra el mejor equipo de Nicaragua, no contra cualquiera", nos decía.

Nos gustaba pescar y los hacíamos en el muelle de los pescadores al que llamábamos “el Murito”. Usábamos diversos tipos de carnadas, desde trozos de bagre, sardinas y hasta camarones que nos regalaban los marineros de los barcos camaroneros. Cargábamos piñas de pescados roncadores para freír y con ellas caminábamos orgullosos por el andén hasta llegar a nuestras casas. En ocasiones, desde el muelle iluminado de la Texaco, arponeábamos enormes róbalos que se desplazaban en cardumen por las aguas verdes y limpias de la bahía.   

A veces, por las tardes, solíamos correr hasta la segunda laguna de la playa El Tortuguero y regresar al caer el sol como parte de nuestro entrenamiento. De regreso, a nuestra derecha, podíamos ver cómo el cielo se pintaba de naranja sobre la isla del Venado. Era una vista impresionante que nunca nos dejaba de asombrar.

Los domingos, después de acudir a misa, entre primos, encabezados por Dora Luz, recorríamos la costa pedregosa de la loma del faro para recolectar caracoles que se adherían a los rocas. Recogíamos baldes que luego se convertían en ollas de suculentas sopas en la diferentes casas familiares.  

Por las noches, nos reuníamos en las gradas que bajaban al muelle de las pangas. Sentados en la baranda de concreto, bajo el firmamento lleno de estrellas parpadeantes, mirábamos y escuchábamos los gritos de varios adultos que jugaban naipes en la casa de Steven Sambola o en la oficina de Busurcón. Las luces de los barrios de Old Bank y Pointteen de Bluefields se miraban a lo lejos, más allá de Half Way Cay, mientras las aguas mansas de la bahía buscaban sin prisa la barra en su salida al mar, dejando atrás la isla de miss Lilian y el muelle de la Booth.

Allí, en esas noches de calma, conversábamos sobre las actividades del día, sobre las muchachas que nos gustaban, de nuestros deportistas preferidos y reíamos felices contándonos lo que queríamos ser al llegar a adultos, mirando hacia lo alto con el rostro iluminado como cuando enviábamos telegramas  con nuestros deseos en la cuerda que sostenían los barriletes que elevábamos desde el parque de la loma. Regresábamos a casa antes de que la luz eléctrica, suministrada por la aduana, se apagara.

En otras ocasiones, cuando la Booth extendió la energía eléctrica en todo el puerto, por las noches jugábamos basquetbol y voleibol en la cancha ubicada en el norte del campo de beisbol, frente a la casa de don Chon Benavidez y la de doña Marianita, la mamá de los García. A veces, las rivalidades entre muchos se convertían en noches de boxeo en el cine Renith, utilizando guantes facilitados por los Benavidez.    

Comenzábamos el día muy de mañana para cruzar la bahía en barcos pos pos para asistir a clases, unos iban al colegio Moravo, otros al San José y al Colón.

Era una época de diversión, estudios y sueños. Aunque el camino por delante no era fácil, creíamos en que podíamos lograr nuestros objetivos en base a nuestras capacidades. Juntos, soñábamos con un futuro próspero y emocionante.

Con el tiempo, y debido a múltiples circunstancias, muchos de ellos tuvieron que irse a países extranjeros en busca de sus sueños, no hay profeta en su tierra, decían al partir, y otros se mudaron a distintas ciudades en Nicaragua. A pesar de la distancia, siempre mantenemos la amistad de cuando éramos chavalos. A menudo, recordamos con nostalgia esos días en el puerto de El Bluff.

Un día nos volveremos a reunir para juntos recordar esos buenos tiempos, nos decimos. A pesar de que nuestras vidas han tomado rumbos diferentes, no olvido las risas y los juegos que compartimos durante aquellos meses de verano en El Bluff.

Cada uno ha seguido su camino, pero el vínculo de amistad que compartimos nos mantiene unidos como la franja de arena que aferra el antiguo islote de El Bluff con el resto de Nicaragua.

 

12 de abril de 2023

Foto Propia: Abuela Manuela con sus nietos y nietas.

martes, 4 de abril de 2023

EN LA ARENA

 




En la arena, donde las olas acarician la costa,

el sol se refleja en el agua cristalina,

donde las gaviotas vuelan libres en el cielo,

y las conchas y las piedras cuentan historias antiguas.

En la arena, donde el viento sopla sin cesar,

y la brisa salada acaricia la piel,

donde los pies se hunden en su suavidad

y las manos crean castillos de sueños y fantasía.

En la arena, donde los ojos se pierden en el horizonte,

y los pensamientos se vuelven más profundos,

donde los corazones se abren a la inmensidad del mar,

y las almas encuentran paz en el susurro de las olas.

En la arena, donde el tiempo parece detenerse,

y todo lo que importa es el momento presente,

donde la vida cobra un significado más profundo,

y se siente la conexión con todo lo que nos rodea.

En la arena, donde se mezcla lo eterno y lo fugaz,

los sueños se hacen realidad y la realidad se hace sueño,

donde el corazón late con fuerza y la mente se libera,

y se siente la belleza y la magia del mundo.

En la arena, donde la gente va y viene,

la conocí, me enamoré y la amé,

bajo el brillo del sol y la luz de la luna,

en la calma del mar y la brisa del viento.

En la arena, todo es posible,

los corazones se unen y las almas se funden,

donde el amor se hace eterno,

y la belleza de la vida se revela en todo su esplendor.

 

 3 de abril de 2023
46 años después.
Foto Propia: Pearl Cay