miércoles, 17 de febrero de 2021

CAMINATAS MAÑANERAS


Llevo varios años realizando caminatas mañaneras, pero siendo joven adquirí el hábito de correr todos los días. Recuerdo que cuando tenía entre 15 y 17 años, cuando vivía con mis padres y hermanos en El Bluff, luego de clases en Bluefields, atravesando la bahía en un barco pos-pos, llegaba a casa, cambiaba de ropa y corría al campo de béisbol, el antiguo campo que quedaba donde hoy está ubicado el parque.

Allí practicaba béisbol con el equipo de la UVA y luego con el de la Booth, los Diablos. Como mi posición era de pitcher, el entrenador y el manager, siempre me mandaban a correr mientras hacían prácticas con el cuadro y el outfield. “¡A correr coño, a correr coño, muévete, muévete para que tengas más fuerza en el brazo y en las piernas!”, decía Victorino Castro, moviendo la boca como haciendo puchitos, su caminar altivo y con su estampa de jugador de grandes ligas, fornido y ligero, al que nunca, nunca en mi vida logré ponchar, tirándole lo que le tirara. Y tenía razón, correr me daba más agilidad y fuerza, la pelota llegaba veloz al cátcher, a Mr. Frank Roe.

Después que terminaba la liga de béisbol en Bluefields, en la que todos los años fuimos campeones, se organizaban equipos de futbol y nuevamente debía correr. Corríamos no sólo en el campo, el mismo donde jugábamos béisbol, sino que corríamos desde allí hacia la playa de El Tortuguero, hoy llamada Bluff Beach, hasta llegar a la segunda laguna, frente a Cayman Rock, un recorrido de 12 kilómetros. Al lograrlo, nos sumergíamos en las aguas frescas de la laguna y regresamos también corriendo con la caída del sol en la isla de El Venado. Era un grupo de unos 15 a 20 amigos entre ellos, Rodolfo Gómez, alias Kalilita, Martín Montero, Alonzo Allen y Richard Allen, Chapop, Denis Lacayo y otros más.

Después del bachillerato hasta finalizar mi carrera en la UCA, hubo una pausa larga en el hábito de correr, “el amor, los estudios y el trabajo", el cual retomé al trasladarme a vivir a Juigalpa con mi mujer e hijos por razones de trabajo. El Instituto Nacional de Chontales me quedaba a unos 20 metros de la casa y allí, en el cuadro de béisbol, comencé a correr nuevamente por las mañanas. Cuesta mucho, muchísimo habituarse a la rutina.

Trabajando en Nueva Guinea y después radicado definitivamente en esta ciudad, trotaba entre las 5 y 6 de la mañana en la antigua pista de aterrizaje por una hora, haciendo unas cinco idas y vueltas en el tramo de un poco más de un kilómetro. Allí, en esa época, 1992 a 1996, me encontraba con otros, entre ellos militares y extranjeros. Otra ruta alternativa del trote, ya no corría como años atrás, que continúa siendo una de las preferidas de muchos caminantes y corredores, es la que existe entre la calle central y el puente sobre el río La Verbena, un recorrido de unos 4 kilómetros de ida. Cuando viajaba por varios días a Managua por razones laborales, siempre lo seguía haciendo, buscando un lugar propicio para ello y cercano al hotel donde me alojaba.

Uno de los principales inconvenientes de las caminatas en el trópico húmedo es la alta precipitación a lo largo del año (mayo a enero), con un período corto de verano durante el cual también llueve. Por ello a veces las rachas de correr, trotar o caminatas se ven interrumpidas hasta por una semana y a veces más días.

Por tal razón adquirí una corredora eléctrica y una banca con sus respectivas pesas para poder ejercitarme en casa. Hacía unos 45 minutos entre caminar y trotar, acelerando la banda, y luego me dedicaba a las rutinas de pesas en la banca y en el piso. Recuerdo que Erick Jamil, mi nieto, me imitaba con unas pesas que le prestaba de 2 y 3 libras. Eso lo hice después del año 2003 hasta que el óxido terminó con ellos y comencé a hacer mis caminatas mañaneras.

A inicios de la pandemia por el COVID-19, dejé de salir por ser consecuente con el #quedateencasa, pero no he dejado las caminatas porque las he hecho en casa, aprovechando los corredores, los pasillos, el patio de atrás y el del frente, hasta completar la meta que tengo establecida de 10,000 pasos (7 km.) en 1 hora y 45 minutos, porque no me estoy entrenando para una competencia y, al final del día alcanzo entre 14 y 17 mil pasos después de moverme por aquí y por allá, hasta que llega la hora de dormir.

Trato que la curva de distribución de mis pasos sea positivamente asimétrica, es decir que la mayoría de los pasos realizados se den durante las primeras horas de la mañana. Después del almuerzo tengo un período inactivo debido a la practica de meditación y mi siesta de todos los días que va entre las 12:30 pm y las 2 p.m. Luego son pocos los pasos que doy porque me dedico a leer acostado en una hamaca y a escribir como lo hago en este momento.

Después de octubre del año pasado comencé a salir a mis caminatas mañaneras. En ellas no tengo rutas definidas, pero si algunas preferidas. En las condiciones actuales, siempre en pandemia y rebrote, prefiero caminar en el campo, tratando de evitar las rutas hacia la ciudad porque no me levanto a las 4:30 a.m. que sería la hora ideal para caminar por las calles, avenidas o por el parque central para evitar lo más posible el contacto con otras personas, entre ellas los borrachos amanecidos, los pirucas, que el verme al lado del mercado o de la gasolinera, se me vienen encima tratando de abrazarme para que les de dinero. Por ello y por el contacto directo con la naturaleza, hago mis caminatas mañaneras en dirección al campo o en los alrededores del vecindario que tiene un carácter rural.

Ahora, después de contarte sobre mis caminatas mañaneras, llegó tu turno. Levantaté y moveté. Para ello tenés que definir una meta (pasos, kilómetros o tiempo) a caminar con el fin de motivarte. En tiempos de crisis es necesario tener una doble dosis de motivación para alcanzar las metas que te has propuesto.

La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta de la persona hacia metas o fines determinados; es el impulso que mueve a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación. La motivación es lo que le da energía y dirección a la conducta, es la causa del comportamiento.

La motivación es un proceso que pasa por varias fases. Inicialmente la persona anticipa que se va a sentir bien (o va a dejar de sentirse mal) si consigue una meta. En un segundo tiempo, se activa y empieza a hacer cosas para conseguir dicha meta. Mientras vaya caminado hacia ella, evalúa si va por buen camino o no, es decir, hará una retroalimentación del rendimiento. Y, por último, disfrutarás del resultado.

Y los resultados que vas a alcanzar con las caminatas son los siguientes:

1. Controlar tu peso y fomentar la eliminación de grasas.
2. Mejorar la circulación sanguínea.
3. Alejar problemas de tipo cardíaco.
4. Son enemigas de la depresión y combaten la fatiga emocional.
5. Son buena terapia para los que sufren problemas respiratorios.
6. Reducen la presión arterial alta.
7. Aumentan los niveles de la endorfina que el cuerpo produce contra el dolor.
8. Mejoran el sistema inmunitario.
9. Reducen la tensión muscular.

Así que amigos y amigas, es sencillo caminar y los beneficios que obtenemos son increíbles. Hago caminatas porque además del acto de caminar disfruto del silencio de la ciudad, el canto de los pájaros, el crujir de las ramas de los árboles, el mugido de una vaca, la neblina en el rostro, el aire puro entrando en mis pulmones, los latidos intensos de mi corazón, el sudor que brota en mi cuerpo, el saludo de los campesinos que van o vienen de sus labores, y me siento cada vez más positivo y motivado por lograr el aumento progresivo de sus beneficios.

Nueva Guinea, Nicaragua.
16 de febrero de 2021.
Foto propias.