Recibí una invitación para unirme a una reunión por los Bluefields Brothers en la ciudad de Managua. Viejos amigos, compañeros de secundaria, con quienes nos bachilleramos hace... bueno, más tiempo del que nos gustaría admitir. Anteriormente, había participado en encuentros similares con ASELAB (Asociación de Estudiantes Lasallistas de Bluefields), pero de eso ya han pasado muchas lunas y algunas canas de más.
Esta vez, con el 50 aniversario de nuestra promoción acercándose, Martín Ugarte me envió el listado de aquellos que recibimos nuestro título un 24 de noviembre de 1974 y sugirió que nos reuniéramos. Le conté que Emilce, mi esposa, se reúne regularmente con sus compañeros del Instituto Nacional de Chontales y que, casualmente, ellos también celebrarían su 50 aniversario con bombos, platillos y un convivio digno de la nostalgia.
Al parecer, la idea prendió, y algunos de los Bluefields Brothers que viven en Managua se organizaron. De pronto, comenzaron a circular fotos de reuniones pasadas: instantáneas en sepia de los años 90 e inicios de los 2000, donde algunos todavía lucían cabelleras completas y menos redondeces en la cintura. Entre fotos y recuerdos, el tiempo se hacía visible no solo en la moda, sino también en los rostros.
La cita fue el sábado 8 del presente en la ciudad de Managua, en el residencial Bello Horizonte, en un local llamado Morena Bafana. Unos 20 nos congregamos, con el ánimo intacto y la memoria un poco más frágil. Con anticipación, habíamos pedido el tipo de rondón de nuestra preferencia: de pescado, aleta de tortuga o costilla de cerdo ahumada. El ambiente era completamente caribeño, con música reggae de fondo y las paredes decoradas con pinturas de Bob Marley y Lucky Dube, como para recordarnos que, aunque los años pasen, la esencia sigue intacta.
Al llegar, recibíamos un papel con el tipo de rondón solicitado y ordenábamos la bebida de rigor: cerveza, ron o whiskey, porque uno podrá envejecer, pero ciertas tradiciones no se negocian. Los saludos fueron efusivos, algunos con abrazos fuertes, otros con miradas de incredulidad seguidas de un "¡No jodás, vos sos fulano!". Las conversaciones fluían y las mesas se volvieron estaciones de reencuentro; nadie se quedaba fijo, todos nos movíamos de un lado a otro, tratando de ponernos al día con décadas de historias acumuladas.
Después del rondón y con la despedida rondando, hicimos una colecta para ayudar Norman Hooker, uno de los compañeros que llegó de Bluefields, desde el barrio Fátima, y que, con los años, ha ido perdiendo la vista. Una de esas ironías de la vida: cuando por fin nos volvemos a ver, algunos ya no pueden hacerlo del todo.
Antes de cerrar la jornada, algunos tomaron la palabra para agradecer a los organizadores y recalcar la importancia de seguir reuniéndonos. Porque sí, es bonito recordar los años de adolescencia en Bluefields, aunque en el fondo sepamos que ese tiempo ya se nos fue como arena entre los dedos. Yo aproveché para mencionar que en la próxima reunión me gustaría presentar mi libro "Hijos del Tiempo y La Arena – Relatos de El Bluff", a lo que varios respondieron con entusiasmo.
Entonces, Edgard Hooker, con su chispa habitual, se levantó y pidió la palabra. "Yo propongo que, ya que como han dicho, cada vez somos menos, y se nota que pronto otros también se irán, recojamos entre todos para formar un fondo para la corona". Hubo un momento de silencio antes de que alguien soltara una carcajada. La propuesta era tan cruda como realista. Si algo nos estaba quedando claro, era que la vida sigue su curso con o sin reuniones de excompañeros.
La despedida fue tan efusiva como los saludos iniciales, y bajo una tarde lluviosa, el salón de Morena Bafana se fue vaciando poco a poco. La idea del fondo para la corona quedó en el aire, flotando entre bromas y verdades. Al final, lo importante era eso: seguir viéndonos mientras podamos, aunque sea para constatar que, con los años, la memoria puede fallar, pero la amistad sigue intacta.
11
de Febrero de 2025
Fotos:
Yadira Figueroa Medrano
Agradable, que bueno ese compartir después de muchos años
ResponderEliminarGracias por su comentario, saludos.
EliminarSería interesante compartir nombres y, quizás, poder agrupar a todos los de esa generación y, seguir sumando costeños y costeñas al grupo... mi humilde opinion
ResponderEliminarEs una buena tarea. Saludos.
EliminarBella iniciativa. Saludos
ResponderEliminarGracias al equipo organizador entre ellos Gabriel Chico Peña Ugarte por su esfuerzo y esmero.
EliminarGrandioso ese encuentro en este presente ahora que son más jóvenes y lucidos por el momento. La recoleta no solo para la corona, para gastos no previstos para la próxima reunión
ResponderEliminarEs correcto, gracias
EliminarQUE AGRADABLE VOLVER AL PASADO AUNQUE FUESE POR BREBE IKSTANTE EN HORA BUENA Y Q CONTINUEN ESOS REENCUENTROS SALLUDES
ResponderEliminarRonald: favor mencionar que el amigo con problemas de la vista es Norman Hooker, del barrio Fátima y Promoción 1973.
ResponderEliminarListo. Ya incorporado el nombre de Norman Hooker. Saludos
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