Desde muy tempranas horas del día
Lunes 21 del corriente mes presté suma atención a la evolución de la depresión
tropical que en el transcurso de la semana se convirtió en el huracán Otto.
Fue a través de internet que
seguí su curso, lo que me permitió prepararme para lo que sería un inminente
desastre en el Sur-Este de Nicaragua. Las páginas que cada dos horas visitaba
fueron el Centro Nacional de Huracanes, Hurricane Tracker y el periódico digital
Costa Rica Hoy. También mantuve encendido el televisor por varias horas,
principalmente para observar la cobertura especial que brindaron los medios de
Costa Rica. De Nicaragua solamente vi lo expuesto por el SINAPRED al momento de
decretar la alerta amarilla para la zona de la RACCS y la conferencia que
brindaron desde Bluefields porque los otros canales de TV informaban lo mismo que
el SINAPRED decía.
Conociendo la trayectoria
calculada de Otto me dispuse a crear condiciones para prevenir los posibles
efectos que causaría en Nueva Guinea. Selle las ventanas de mi casa con láminas
de zinc, abrí zanjas para que el agua se escurriera con rapidez, podé árboles y
derribe los que eran amenaza para la casa, y compre bolsas y plástico negro
para proteger cosas de valor antes que los comerciantes agiotistas del mercado
municipal elevaran en un 200 por ciento el precio de los mismos.
El día esperado del impacto estábamos
preparados. Por la mañana, a eso de las nueve de la mañana, uno de mis vecinos
me visitó preocupado. “Le tengo miedo a esos árboles, mi vecino no quiere
derribarlos”, dijo. “No le haga caso, usted busqué como cortarle todas las
ramas”, le respondí después de ver los enormes árboles de Laurel a un lado de
su casa. Desde ese instante se conformó una brigada de vecinos para derribar y
cortar árboles porque consultaron a autoridades de la municipalidad y respondieron
que si eran un peligro no dudaran en cortarlos.
A las tres de la tarde se
suspendió el servicio de energía eléctrica en Nueva Guinea. La información por
la radio local, Radio Manantial, se suspendió y solamente podía seguir los
acontecimientos a través de mi teléfono inteligente pero se me había
descargado. Di un suspiro cuando, después que Otto tocó tierra Nicaragüense y
chocó con la Reserva Indio – Maíz, dio un giro hacia el sur-oeste en su trayectoria,
internándose en el territorio fronterizo de Costa Rica. “Nos salvamos”, le dije
a mi familia, se internó en territorio Costarricense nuevamente. Salí a hacer un
recorrido por la ciudad y sus calles se encontraban vacías, la gente esperaba
angustiada al huracán Otto.
Las redes sociales explotaron a
causa de Otto. Por ellas pude observar transmisiones en vivo desde Bluefields,
El Rama y Costa Rica. Los medios de comunicación tradicionales, principalmente
los televisivos de Nicaragua no estuvieron a la altura para informar sobre el huracán:
repetían lo que las televisoras oficiales informaban, volvían a su programación
regular mientras desde Costa Rica observaba los acontecimientos en tiempo real,
a los periodistas en los lugares de los hechos, a los miembros del Comité
Nacional de Emergencia (CNE) dando reportes constantemente sobre la situación,
a sus habitantes hablando en vivo y a su presidente al frente del CNE.
¿Por qué los medios de
comunicación de Nicaragua se mostraron tan indiferentes ante el huracán Otto? ¿Son
los periodistas de Costa Rica mejores que los de Nicaragua? ¿En Nicaragua no se
cuenta con los medios tecnológicos necesarios para cubrir un evento de esa categoría?
¿Existe una estrategia en los medios de comunicación del país para informar en
tiempo real sobre este tipo de acontecimientos? ¿La estrategia de comunicación
oficial del gobierno de Nicaragua es la más adecuada para cubrir un fenómeno natural
como el huracán Otto?
Si las respuestas son negativas,
los medios de comunicación del país deberían de emprender un análisis de
situación que los ponga a la altura de los nuevos tiempos para que cumplan con
sus principales objetivos: informar de forma veraz y oportuna al pueblo de Nicaragua.