Había una vez un miskito que
quería ser dirigente de su pueblo. Balbuceaba al maldecir a los políticos desde la tarima y todos se reían
de él. Un día fue escogido por un dictador para liderarlos y aprendió a hablar
sin timidez. Cambio sus leyes y costumbres, el curso de los ríos, devastó bosques,
lagunas y mares. Se convirtió en el rey de los miskitos hasta que lo
decapitaron en la plaza de Bilwi.
18/11/2013