El pescador, con ilusión en el pecho,
deja a su amor en tierna despedida,
hacia el muelle camina, sueños en su barco estrecho.
Maniobra en el muelle, la barca en su partida,
levanta cuerdas, manos curtidas por la sal y el viento,
navega hacia la mar, su alma entera va rendida.
En la barra, el ancla cae con un lento movimiento,
entre la laguna y el mar, su espera se hace eterna,
enciende un cigarrillo, suspira, está contento.
La cuerda en el agua busca un buen pargo que gobierne,
las piedras y los arrecifes llenos de vida marina,
piensa en su futuro, en su joven esposa y su vientre.
El cordel corre y salta, como en danza cautiva,
jala y jala, en un juego de placer y de paciencia,
el peso alerta sus sentidos, la lucha es atractiva.
La gran presa llega con resistencia,
un mero majestuoso, castaño y rojizo.
Suspira, el pescador siente su recompensa.
En el barco, el mero aleteando halla su nuevo lecho,
regresa a casa con pargos y el gran trofeo,
cae la tarde; en sus brazos, su amor, su anhelo.
8/12/2023
Foto propia: Internet.
Muy bueno Ronald. Me sentí en el mar. Sentí el nylon entre mis dedos. Y PENSÉ en un buen filete de MERO
ResponderEliminarMucho gusto me da que te hayas transportado a la mar, tener la cuerda entre tus manos y pensar en el filete de Mero. Gracias por el comentario y te invito a visitar y seguir la página de Sueños del Caribe en Facebook. Saludos.
EliminarMe sentia ya yendo por la barra .
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