domingo, 29 de septiembre de 2013

¿DÓNDE ESTÁ LA MORAL?

Wilson Josué Rodriguez Martinez, joven poeta de Nueva Guinea, RAAS, Nicaragua, nos lee su poema ¿DÓNDE ESTÁ LA MORAL? con el que ganó tercer lugar en el Concurso Nacional de Poesía organizado por el MINED. Dale click para ver el vídeo.




sábado, 21 de septiembre de 2013

MANIFIESTO ÚNICO

El tráfico de pangas entre Bluefields y El Bluff comenzó al levantarse el sol en el horizonte, más allá de la playa del Tortuguero. Los pasajeros bajaban en el muelle de las pangas y en el de la aduana donde les estaba prohibido; buscaban sus maletas, a los suyos y caminaban sin distanciarse hacia el centro, frente al portón de la bodega, bajo la mirada nerviosa de los guardias. Las pangas regresaban vacías a Bluefields y la espuma de sus olas se mezclaba con las que se encontraban. Dos, tres y hasta cinco se pasaban una a la otra en la bahía; un espectáculo nunca antes visto.

Nada parecido a la procesión de la virgen del Carmen, patrona del puerto, cargada desde Bluefields en barco transformado en carroza, escoltada al ritmo de la banda del Colón, detonando cohetes y morteros en la travesía. Tampoco era como cuando los barcos mercantes cargaban día y noche miles de cabezas de banano desde lanchones arrimados a sus lados, ni cuando toros y vacas se encorralaban en el muelle con barriles de combustible y los estibadores, convertidos en cowboys para la ocasión, los lazaban cruzándoles la panza con gruesos mecates para ser elevados por el mástil principal del barco hasta desaparecer mugiendo en sus entrañas. No era igual a cuando los remolcadores de trozas de madera preciosa encadenadas obstruían la navegación de pangas, botes y barcos en su recorrido interminable desde los ríos Wawashang y Escondido hacia la barra, en busca del navío anclado en aguas profundas; ni cuando las mujeres gritaban felices con la mirada fija en la cubierta del barco a la espera de su amado trayendo consigo el paquete encargado. Ahora el espectáculo era otro.

Los barcos estaban fondeados en la bahía y la gente desesperaba por abordarlos. Los empleados aduaneros, Guillermo y Zoilo, caminaban sudorosos entre las agencias aduaneras donde trabajaban y la aduana, con documentos en mano: un nuevo tipo de manifiesto, una carga diferente, de carne y hueso, que dejaba temerosa en estampida a seres queridos, bienes, su pasado y su historia con destino a lo incierto.

Nunca en sus años de empleados habían presenciado un evento como el que ahora vivían. Estaban acostumbrados a realizar manifiestos de importación para los chinos que dominaban el comercio en Bluefields, de mercancías clasificadas como varias para el Estado Mayor de la Guardia Nacional, así como de exportación para las empresas transnacionales y enclaves; en sus momentos de ocio, jugaban Pedro en largas noches lluviosas hasta adivinar, con el paso de los años, las cartas por caer en la mesa para superar al oponente. Pero lo que ahora sucedía, nunca en su vida lo habían imaginado.

“Mis hijos no tienen pasaporte”, dijo una mujer cuando Guillermo pasó a su lado. “Primero los que tienen”, respondió y subió al segundo piso del edificio. “A las once sale el primero”, gritó al bajar y comenzó a leer el listado de las personas que lo abordarían. Se escuchó el nombre de jueces, diputados, alcalde y ex–alcaldes, funcionarios de gobierno, médicos, abogados, comerciantes, la mayoría de ellos mestizos, algunos árabes y empresarios cubanos de la pesca, así como varios chinos millonarios con sus familiares.

“Señor, ¿qué pasará con los que no tenemos pasaporte?”, preguntó un hombre con su mujer, maletas y dos niñas al lado. “No importa, todos saldrán en busca de asilo político por la maldita guerra”, respondió el Coronel, jefe de la guardia, desde el balcón de la aduana. “Se hará un manifiesto único”, agregó.

Zoilo y Guillermo se quedaron viendo extrañados, nunca habían realizado ese tipo de manifiesto. Los más usuales contenían leche Carnation, Cracker Jack, jabón Lifebuoy, jamones ahumados, casas prefabricadas, cajas de whisky, pólvora china y mercancía confidencial de alta prioridad para la Guardia Nacional.

El primer barco zarpó escoltado por un guardacostas a la hora indicada y otros de menor calado partieron desde Bluefields sin atracar en el puerto. Desde la agencia aduanera de Octavio Bustamante se observaba la tristeza en el rostro de sus pasajeros. El segundo, el de los pasajeros con manifiesto único, partió a las cuatro de la tarde; contentos se despedían desde la cubierta diciendo adiós con sus manos. 

“Vamos”, dijo Guillermo y caminamos hasta el final del andén situado al pie del barranco, frente a la ensenada cercana al muelle de los barcos camaroneros. Desde allí, el navío se perdió entre la punta de la barra y el dorado cielo de la isla del Venado al girar en su viaje rumbo al norte.

03/09/2013

martes, 17 de septiembre de 2013

¡NUEVA GUINEA ES ATRACTIVA Y PRODUCTIVA, VISÍTALA!

Si decidís conocer Nicaragua, podés visitar Nueva Guinea, un municipio productivo y atractivo. Desde la capital hay que recorrer 280 kilómetros de carretera en buen estado. En el trayecto por la carretera Norte, giras a la derecha en el empalme de San Benito, buscando la carretera a El Rama hasta llegar a La Curva, después de la bajada de La Gateada, luego doblas a la derecha hasta llegar a Nueva Guinea. En un bus expreso que sale de la COTRAN el viaje dura cinco horas, pero si lo haces en vehículo particular con tu familia o  amistades, en sólo cuatro horas un rótulo te da la bienvenida a la ciudad más importante del sureste y el trópico húmedo de Nicaragua. La ciudad, el casco urbano, ofrece las comodidades que cualquier otra brinda: hoteles de diversas categorías, comunicación permanente mediante redes telefónicas e Internet y varios restaurantes.

Una vez instalado, alístate porque comienza la aventura. Para entrar en calor te recomiendo una caminadita por la calle central. En el recorrido vas a ver la vida comercial que brota a borbollones en ambos lados de la calle, prepara la cámara y toma fotos de lo que se te ocurra porque podés hacer una colección increíble, desde el tipo y nombre de los negocios hasta de sus dueños que sonrientes te saludan. Que no se te olvide fotografiarte con tus amigos y familiares en “el monumento de Nueva Guinea”, tiene una larga historia. Allí nomás vas a dar al mercado municipal y la parada de buses dónde verás los medios de transporte y las condiciones en que los campesinos se movilizan a las colonias y comarcas. ¿Colonias? Sí, Colonia. Nueva Guinea es el único lugar de Nicaragua en el que la división política administrativa (país, departamento, municipio, distrito, comarca, caserío) incluye la Colonia porque el proyecto de colonización Rigoberto Cabezas, desarrollado con asesoría Israelí, adoptó el modelo del kibutz (comuna agrícola) como referente de asentamiento poblacional rural concentrado (tierra, servicios básicos, producción agrícola).

A continuación menciono algunos de los lugares de interés que podes visitar en el casco urbano de Nueva Guinea:

    Artesanos del Cuero
    Los Cuatro Evangelios
    El Parque municipal
    La Pista de Aterrizaje (donde fue)
    La “catedral” de Nueva Guinea
    La Gongolona (cementerio general)
    El Museo Comunitario de Arqueología e Historia Los Ranchitos (ubicado en la universidad URACCAN)
    Las Rosquillas de Doña Elisa (deguste y conversatorio sobre economía doméstica o familiar), lunes, miércoles y viernes
    Los Nacatamales de Juanita (deguste y conversatorio), viernes y sábado
    Mercado Campesino, términos de intercambio (días lunes y viernes)
    Visita al Vivero (sitio donde inicialmente se asentaron los primeros colonos a orillas del río el Zapote) y conversatorio sobre la historia de la Colonización con Víctor Ríos Obando (pionero – fundador)

Cerca del casco urbano, a menos de diez kilómetros, podés visitar los siguientes lugares por su atractivo desde el punto de vista económico y productivo:

    Finca La Esperancita: Escuela Campesina Agroecológica en el trópico húmedo (cuna de la agricultura orgánica en Nicaragua). Visita guiada.
    Visita a la finca del productor Pedro Figueroa: diversificación productiva en el trópico húmedo (raíces y tubérculos, café, cacao, canela, pejibaye y musáceas).
    Visita a una planta de acopio y procesamiento de raíces y tubérculos. Explicación del proceso y visualización del trabajo que realizan las lavadoras de raíces y tubérculos.
    Visita a Centro de Acopio de Cacao.
    Visita a un productor de piña variedad MD2.
    Visita a planta “Lácteos de Nueva Guinea”.

Los días jueves sigue siendo el día de mercado en la mayor parte de las colonias que funcionan bajo la lógica de “puertos de montaña”; se pueden visitar las colonias la Unión, Talolinga y Puerto Príncipe para que disfrutes de un díarimbombante de mercado. Si te gusta cabalgar, hay buenos caballos para que des una vuelta recorriendo por la mañana una finca y participes en las actividades del ordeño.

En la época seca, comprendida entre febrero y los primeros días de mayo, el disfrute de los ríos es una de los principales atractivos: la Verbena, río Plata, el Salto de la Esperanza, río Punta Gorda, el caño de los Pérez, entre otros, son de aguas zarcas. Entre marzo y abril los campesinos cosechan frijoles y te pueden explicar los grandes esfuerzos que realizan para obtenerlos. El 5 de marzo se celebra la fundación de Nueva Guinea y podés disfrutar de esa actividad conmemorativa junto con su pueblo cristiano, solidario y trabajador. ¡Nueva Guinea es atractiva y productiva, visítala!

martes, 10 de septiembre de 2013

jueves, 5 de septiembre de 2013

UN BELLO NIÑO RAMA

Los botes esperaban en el muelle de los pescadores. Edward y su madre, Rosemary, se sentaron en la popa; un indio de Rama Cay comenzó a remar poniendo en movimiento la embarcación. Teodoro bajó de prisa las gradas de tierra desde la esquina de Miss Lilian y se sentó en el bote, el indio Rama más joven lo alejó del muelle empujándose con el canalete. Navegaron en línea recta y pasaron los guardacostas. Edward escuchó el golpe de los canaletes del otro bote en el agua; anochecía y no podía verlo. Los indios Rama remaban con fuerza y veloces con el fin de entrar en la corriente.
“¿Dónde vamos, mamá?”, preguntó Edward cuando el bote giró a babor.
Se deslizaban en la bahía paralelo al puerto sobre la fuerte corriente, alimentada por las aguas del rio Escondido, pasando los muelles de la aduana y la Texaco. Edward notó las lucecitas tristes de las casas y, más allá de una mancha oscura, las luces de los barcos camaroneros atracados en el muelle de la Casa Cruz.
“A la Isla del Venado. Una señora está enferma”, dijo Rosemary sosteniendo un bolso y señaló hacia una lucecita entre el puerto y Bluefields, al lado izquierdo de Half Way Cay.
El bote en que iba Teodoro llegó primero. Cuando desembarcaron se guiaron por la chispa de los cigarros que fumaban. El indio Rama empujó el bote hasta la arena seca, Teodoro le dio un cigarro y comenzaron a caminar. El indio joven iba adelante cargando el bolso y Rosemary alumbraba el camino con su foco. Pasaron un cocal, recorrieron un sendero húmedo donde se escuchaba el movimiento de cangrejos; al subir una ladera observaron luces en una choza de madera. Dos perros salieron a su encuentro y una anciana esperaba en la puerta con una lámpara.
“Tiene tres días”, dijo la anciana cuando Rosemary vio a la mujer tendida en la cama de madera, cubierta por una cobija sobre un colchón de zacate seco envuelto en sacos de bramante.
Desde Rama Cay llegaron dos ancianas a ayudarle; no tuvieron resultado. Decidieron avisarle a Rosemary por su maestría en el arte de traer a este mundo a más de la mitad de los pobladores de El Bluff y, en su juventud, antes de trasladarse a vivir al puerto, a los primeros habitantes de la isla del Venado y a cientos de indios Ramas que poblaban los cayos de la bahía de Bluefields y Kukra River. Cuando Teodoro y Edward entraron, la mujer gritaba y sintieron un fuerte aroma. El indio Rama se alejó de la casa seguido por los perros, más allá del cocal para no escuchar los gritos enloquecedores.
“Va a parir”, le dijo Rosemary a Edward. Le indicó a una anciana que calentara agua en un perol. “Por eso grita, por los dolores, la criatura quiere nacer y ella quiere que nazca. Sus músculos están tratando que salga, eso pasa cuando grita”, agregó.
“Sí”, contestó Edward y Rosemary se acercó a la mujer. “No puedo más”, le dijo. La anciana que calentaba el agua le avisó a Rosemary que ya hervía y echó la mitad del líquido en una pana. Rosemary se lavó las manos y palpó el vientre de la mujer, sobándolo con un trapo tibio. De su bolso sacó una lata que contenía hierbas y las sumergió en el perol. “Tienen que hervir”, dijo.
Edward observaba con detenimiento a su madre masajear la barriga de la mujer. “La criatura viene en mala posición. Voy a meterle mano para acomodarla”, dijo. Le pidió a la anciana un pocillo con el té y la mujer lo bebió. Llamó a Teodoro y le entregó los trapos húmedos, le pidió que retirara la cobija y que vaciara en sus manos el aceite de olivo que estaba en el bolso.
Luego, al intentar meter la mano moviéndola con esfuerzo, Teodoro, el remero joven y la otra anciana, sujetaron a la mujer. Edward sostenía el tarro de aceite al lado de su madre que tardaba, rezaba y sudaba mientras la mujer gritaba. Finalmente, luego de acomodar ambas piernas, sacó a la criatura, le dio dos palmadas en la nalga para que respirara y se la entregó a la anciana que cuidaba el agua.
“Es un bello niño Rama”, le dijo a Edward mientras él apartaba la mirada para no verla cortar el cordón que lo mantenía unido a la mujer. “Ese fue el parto más hermoso que atendió mi mamá”, contó Edward muchos años después en El Bluff.

31/08/2013


lunes, 2 de septiembre de 2013

CREACIÓN LITERARIA Y AUTONOMÍA

Víctor Obando Sancho
“En un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron
y por golosas murieron
presas de patas en él”.

Antes de cruzar la acera del Palacio Municipal vi a un hombre delgado con gafas, de mediana estatura, cubría con una boina negra una trenza larga de cabello medio gris y sostenía una libreta en sus manos. El hombre caminaba en círculos bajo la sombra de un centenario árbol de Caoba y volvía su mirada en varias direcciones confirmando la hora en su reloj de pulsera. “Es el”, pensé. En diversas ocasiones estuvimos en contacto por correo electrónico, pero hace un año, en ocasión del día de la Autonomía en Bluefields, nos vimos. Llamé a su número telefónico y quedamos de encontrarnos al día siguiente en el parque Reyes, cerca de la glorieta. Sin conocernos personalmente, me vio cuando agité las manos. “¿Dónde platicamos?”, preguntó Víctor Obando Sancho luego de estrecharlas. “Allá, en aquella banca que queda al lado del monumento en honor a los policías asesinados en su cuartel, bajo la sombra del árbol de Caoba”, respondí y caminamos hacia el sitio.

    Cuéntenos sobre sus inicios en la poesía.

Contar estas experiencias es parte de mi historia, de mi infancia, porque aún recuerdo cuando la abuela me subía en una mesa; apenas tenía yo a lo mejor cuatro o cinco años. En el campo, mientras los campesinos subían de haber vendido su producto, su banano, hacían una parada en la casa, en Kukra River, donde vivían mis abuelos, se tomaban una tacita de café, mi abuela hacía pan, empanada y aprovechaba para subirme a una mesa y yo les recitaba una que otra poesía. Siempre me acuerdo de una que inicia así: En un panal de rica miel/dos mil moscas acudieron/y por golosas murieron/presas de patas en él. Allí me inició en la poesía, ya después bajo a la ciudad, al San José; leer poesía de Rubén y otros autores me ayudó. En secundaria, en el Colón, en una ocasión se nos invitó a interpretar el “Brindis del Bohemio” y formamos un grupo que lo escenificamos. Yo escribía pero, como suele suceder, o no tenés oportunidad o el material no es de alguna calidad, jamás publicamos, hasta en los años 70, cuando cae Carlos Fonseca en Zinica; en el año 1976 yo escribo mi primer poema que es representativo, titulado “Yo Campesino” y allí digo que yo no puedo cultivar en esos campos donde hay cadáveres desconocidos, amontonados. El  padre Justiniano, que era párroco de aquí, me preguntó que si yo le daba permiso para publicar ese poema en La Vida Parroquial pero que tuviera cuidado porque la guardia tenía sus medios de seguridad y yo le dije que lo publicara, que asumía las consecuencias.

    ¿Yo Campesino?

Yo Campesino. Para mí éste fue, digamos, como el primer golpe que le di a la poesía porque ha prevalecido el poema. Un amigo de Cataluña que conoció el poema dice que le gustó mucho, que le impactó, fue en aquellos años en que tenía juventud. Después seguí escribiendo y conseguí una beca para estudiar lingüística en México donde continúe haciendo borrones. Al regresar, trabajando en la universidad URACCAN, es cuando comienzo a ordenar ya algún material, sistematizado y corregido. En  el año 2010 publico mi primer poemario personal. Pero antes de eso, en 1998, contribuí en el equipo que organizó la Primera Antología de Poesía de la Costa Caribe, con el finado Ronald Brooks y Eddy Alemán que todavía está allí en el barrio. Organizamos el material y con un financiamiento que gestionó la URACCAN publicamos esa primera antología. En el 2000 participé en un certamen nacional y gané en ensayo y poesía. Me entusiasmé tanto que pensé, “bueno, aquí hay algo que seguir fortaleciendo”. En el año 2003, cuando Bluefields estaba celebrando el primer centenario de ser elevada a ciudad, participé en un certamen financiado por el Banco Mundial a través de la alcaldía, cuando era Moisés Arana el alcalde; gané un segundo premio en leyendas de la Costa Atlántica con el tema El Otro, la Leyenda, donde abordé aspectos sociológicos. El tribunal consideró que lo merecía. En Antologías Nacionales he tenido oportunidad de publicar algunos poemas. En el año 2011, en diciembre, organizamos la Segunda Antología de la Poesía Caribeña. Esa ha sido someramente parte de la historia de Víctor Obando en la poesía.

    El poeta se inspira en el mundo que tiene a su alrededor, lo siente, corre por sus venas, lo procesa y manifiesta a través de la poesía. ¿Qué influencia ha tenido el proceso autonómico que se vive en la Costa Caribe en su quehacer poético?

Mucho, porque es el aspecto social, político y cultural que forma parte del entorno para escribir y por ello la poesía debe reflejarlo obligatoriamente. Como cualquier poeta o escritor, hay un motivo, una frase, una palabra, una imagen, y uno corre a anotarlo para luego desarrollarlo. Pero sobre todo la poesía conduce al ser humano a una mayor sensibilidad, a una mayor calidad humana. El lenguaje que se cultiva. Por allí decía uno que mi poemario tenía un lenguaje rebuscado, pero no, yo estudie lingüística, di clases en primaria, en secundaria y universidades; y todo lo que he leído, bueno yo manejo términos que son parte de mi mundo cotidiano. A uno el lenguaje lo vuelve más sensible y, como decía este filósofo alemán, Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.

    ¿Cree usted que con veinticinco años de autonomía se ha dado un florecimiento cultural alrededor de la creación literaria, del verso y la prosa?

Yo diría que con salvedades. No se ha institucionalizado lo suficiente.

    ¿Se refiere a falta de apoyo?

No sólo de apoyo sino también falta de visión. Cada quien que ha publicado ha sido un esfuerzo duro, un esfuerzo personal. Yo he tenido que sacar de mis ahorritos para publicar mi poemario que la gente lo ha valorado bien, a los estudiantes les ha gustado bastante, pero no hay una institución, o sea la visión autonómica todavía no ve claramente cómo la creación literaria, la prosa  y el verso, la literatura, puede contribuir a formar una personalidad autonómica, a fortalecer la propia autonomía. De tal manera que los pocos esfuerzos se ven opacados por el contexto social que son los estudiantes, los obreros, que no conocen porque este producto literario no fluye de manera sistemática a la juventud, a la niñez, a la adolescencia y yo sostendría que si lo hiciésemos así, en términos de unos cinco o diez años, estamos viendo ese florecimiento literario cultural en la Regiones Autónomas. Se nos está muriendo la gente y no estamos conociendo todo ese saber. Por ejemplo, Mango Ghost se murió este año. Le hice un poema porque, ¡caramba!, un personaje como ese no se puede morir sin quedar plasmado en las letras, en la poesía. Tantos otros que se están muriendo, se nos están yendo con toda esa riqueza y nuestro deber, nuestro compromiso, es rescatarlos para que sean parte de la simbología autonómica local.

    Entonces, ¿hay poco apoyo al quehacer literario por parte de las autoridades regionales?

Casi ninguno. Hace poco en la universidad BICU se realizó una semana literaria. A mí me invitó Pedro Chavarría. Yo dije que ojalá no pasen otros 25 años para que se realice otro evento como ese. Porque allí estuvieron Abelino Cox, que es un misquito de Bilwi, Fabio Ramón de El Rama y Allan Budier de aquí. Estuvieron versando sobre sus enfoques alrededor de la poesía, participaron en poesía coral los niños, escribieron poesía que yo leí los textos, algunas están bien, muy bien, muy críticas y también declamaron. Eso debe hacerse con frecuencia, cada seis meses, cada año y llevar un historial, sistematizar para no caer en el viejo refrán de “coyol quebrado, coyol comido”, porque cómo vamos a hablar de historia autonómica si no hacemos esos eventos de manera organizada para mejorarlos. Pero no existe esa visión institucional.

    ¿Existe alguna dependencia en el Gobierno Regional que debería apoyar y promover la cultura, incluida la creación literaria?

Sí, tanto en el Consejo Regional, gobierno Regional, e inclusive en la alcaldía. A lo mejor tienen planes y suficientes recursos, pero este aspecto específico de lo literario y poético y de cómo trabajar este aspecto de lo humano en el quehacer cultural general no está bien claro. En la práctica se nota porque yo llego a un aula y le pregunto a los alumnos “¿conocen a tal persona y su obra?” La respuesta es no y tal vez ellos son parte de la antología poética caribeña que ya se ha publicado. No existe promoción, no es tangible porque no se dan cuenta de este patrimonio cultural existente.

    ¿Cuáles son sus planes en el corto plazo?

Antes que me suceda cualquier cosa, tengo preparado un poemario y me han prometido cierto financiamiento para publicarlo quizás a finales de este año, seguramente será en el 2013. Pero tengo un compromiso muy familiar, mi abuelo, mi abuela y mi padre, mis raíces, el terruño que fue mi entorno, el escenario donde pasé mis primeros años. También publicar La Leyenda del Castaño: donde yo nací, en el patio de la casa había un enorme Castaño que servía de refugio a los pájaros, daba fruta, daba sombra, daba frescura y alimento. Estamos organizando una antología ya mayor que incluya poetas del norte y del sur de la Costa Caribe, para lo cual estamos haciendo gestiones con el poeta David Mcfield, un gran personaje para nosotros, para obtener algún financiamiento.