jueves, 29 de enero de 2015

UNA MOSCA EN LA PARED Y ALGO MÁS


De todas las cosas que suceden a mí alrededor, por mucho que quiera transmitirlas, es inevitable, siempre una parte de ellas, como destellos quedan grabadas en letras. No sé si sólo a mí me ocurre, pero siempre es un momento, un tema, un objeto, una persona, una historia la que comparto y muchas otras quedan volando en círculos, atrapadas en una nube de ideas que siempre regresa para regarlas en la hoja blanca.

En todos estos años he aprendido, casi por instinto, a veces me pregunto si es que estoy envejeciendo, a ver las cosas desde diferentes perspectivas. Son cosas sencillas, cotidianas que surgen por el hecho de contemplar un paisaje, el amanecer o atardecer, a la gente en sus labores, el murmullo de voces en un restaurante, las risas de los niños en un parque, la sonrisa fingida y la mirada traicionera.

El verdor del bosque húmedo destila gotas de agua, la densa neblina lo deja reluciente con los primeros rayos de sol. Un  telón de fondo donde los campesinos, inseguros, esgrimen sus machetes filosos con el  coraje pintado en sus rostros en defensa de la tierra, su único bien, gritando como fieras cuando se les invade el territorio; sombras negras acechan sus alrededores, erizas, amenazantes, ansiosas, fusil en mano sin causa propia, por ordenanzas del poder.

En la ciudad, escucho el murmullo que cubre sus calles como una mosca en la pared y algo más, los agentes del poder tiemblan,  no existe lo que sobra en la montaña, sus sonrisas son de miedo, miedo a todo, a la gente, a perder el trabajo que los alimenta, a enfrentar la adversidad y sacuden los cimientos que han erigido sobre arena, borrando a unos para dibujar a otros, sin encontrar la solución de un conflicto que mantiene en estado de alerta a la población.

Nueva Guinea, a 50 años, a un aniversario que tiene presupuesto para celebrarse en la ciudad, pero en el campo, en la montaña, los caminos desaparecieron, el camino está equivocado, la paz que con alto costo se había logrado, últimamente se ha alterado.

martes, 20 de enero de 2015

NUEVA GUINEA: "50 AÑOS DE LUCHA CAMPESINA"



Entrevista realizada por Yuridia Jarquín en ocasión del 
50 Aniversario de Fundación de Nueva Guinea
Yuridia Jarquin (Y)
Ronald Hill Álvarez (R)

Y: Cuéntenos en que año y bajo qué condiciones vino a Nueva Guinea

R: Conocí por primera vez Nueva Guinea en el año 1986; trabajaba en el Gobierno Regional de la Quinta Región, producto de ese trabajo, hacía visitas de seguimiento y monitoreo a los municipios que en ese entonces eran parte de la Quinta Región. Después que terminó el conflicto militar, cuando terminó la guerra, en 1990, trabajé con el ACNUR (el Alto Comisionado  de Naciones Unidas para los Refugiados) y me desplacé a la zona de Nueva Guinea para atender a miles de familias que estaban en campos de refugiados en Costa Rica y en Honduras, que después del conflicto armado vinieron nuevamente a reasentarse en su lugar de origen, en este caso a Nueva Guinea. Atendía a esas familias en esas comunidades. Así logré conocer prácticamente toditas las colonias del municipio. Me enamoré de esta zona y me quedé trabajando aquí. Trabajé con la Alcaldía del municipio en 1992-1993, cuando era alcalde Orlando Baquedano, cuando recién se estaba estrenando la Ley de Municipio; ahí ya conocí un poco más la situación, la problemática del municipio y luego comencé a trabajar en un organismo internacional que se llama Ayuda Acción, con un proyecto de desarrollo rural que se implementó aquí del año 1993 hasta el año 2007, cuando finalizó el proyecto en la zona.

Y: ¿Cómo ayuda este proyecto al desarrollo de Nueva Guinea en ese lapso, de 1993 a 2007?

R: Viéndolo en retrospectiva, yo podría decir que ese proyecto, que duró 14 años, en los primeros años –trabajábamos en ese entonces con la UNAG como contraparte- su lógica era tratar de apoyar la reactivación económica de la zona después del conflicto, es decir en la etapa de posguerra, intentando reactivar la economía campesina y contribuir a la pacificación porque todavía después de 1993 había aquí en la zona grupos armados llamados recompas, recontras y revueltos; andaban en la zona operando. Esos primeros años del proyecto, de 1993 a 1996, se trataba de contribuir a reactivar la economía y lograr la pacificación, la reconciliación de la gente en la zona del municipio.

Después hay otra fase a la que nosotros llamamos de ampliación de la intervención, producto de la demanda de las familias en diferentes comarcas y colonias. Primero trabajábamos en pocas comunidades, pero con la intervención durante cuatro o cinco años, las comunidades cercanas a las localidades donde ya trabajábamos, demandaban que llegáramos a trabajar con ellos. Así fue que ampliamos el proyecto, ampliamos la intervención y comenzamos a trabajar en diferentes campos, ya no sólo en la reactivación económica con los campesinos, sino también en salud, educación, con la niñez, en actividades deportivas y recreativas con los niños y las niñas.

Del 2000 al 2007 cambió totalmente la lógica del proyecto, de acuerdo con las nuevas condiciones que se presentaban en la zona, porque ya no era la misma Nueva Guinea de esos primeros años, era ya una zona con un mayor crecimiento económico productivo, debido principalmente a la comercialización de productos campesinos, lo que se logró con la inauguración de la carretera pavimentada de La Curva a Nueva Guinea. Eso le dio un “boom” a la zona; yo recuerdo que en ese entonces comenzaron a entrar al territorio prácticamente todas las organizaciones que actualmente están, que no son ONG, sino principalmente micro financieras, centros de servicios agropecuarios, para atender a la población que demandaba los diferentes servicios. En esta etapa comenzamos a trabajar con organizaciones que fueron surgiendo, producto del trabajo que nosotros hacíamos en la zona, con las comunidades y los líderes comunitarios; comenzamos a trabajar con cooperativas, asociaciones, como la Asociación de Promotores y Parteras (APROSAPANG), y con convenios de colaboración con otros actores locales, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación, etcétera. Trabajamos con un montón de organizaciones locales, buscando cómo fortalecerlas, porque nosotros ya visualizábamos la salida definitiva de nuestra acción en el territorio de Nueva Guinea, después de esa etapa de acción durante 14 años.

Y: Después de esos 14 años, ¿cree usted que Ayuda en Acción marcó una pauta para que Nueva Guinea se desarrollara?

R: Definitivamente creo que sí, hizo su parte como muchas otras organizaciones que trabajaban en la zona; ninguna organización se puede atribuir que ella es la única que ha contribuido al desarrollo local, todas cumplen con su rol, todas juegan su papel. En ese entonces, yo recuerdo, había una gran colaboración, una gran coordinación, una gran concatenación de diferentes organismos e instituciones que trabajaban juntas, independientemente de su visión del desarrollo local, buscando cómo complementar sus acciones para que hubiera un mayor impacto en beneficio de las comunidades y las familias de Nueva Guinea, al menos en las zona donde nosotros trabajábamos.

Y: ¿Con qué otras organizaciones se asociaron?

R: Se formó una asociación de productores de raíces y tubérculos; se construyó una planta procesadora en San Juan; a unos productores, una empresa de servicios múltiples que luego se transformó en una cooperativa, a la asociación para el desarrollo local de Nueva Guinea que se llamaba ADENG. Se apoyó a prácticamente todas las organizaciones, a COPROLECHE, APROSAPANG, a los PIPITOS, al MINSA, al MECD. Se apoyaba a la propia alcaldía para contribuir a mejorar las condiciones de tratamiento y recolección de la basura, con equipos y medios para poder hacer un trabajo más eficiente en el casco urbano. Se trabajó con las asociaciones de los barrios, con los comités de los barrios y con los comités de desarrollo comunitario en todas las comunidades donde trabajamos. Se benefició a un montón de gente; trabajábamos con 40 comunidades.

Y: Sabemos que en Nueva Guinea hubo muchos momentos, recuerda, usted como historiador (ya entrando en la parte de que sabemos que usted es un personaje en su municipio como historiador) ¿cuáles son los momentos que considera más fuertes que tuvo Nueva Guinea en el aspecto de desarrollo, en estos 50 años?

R: Aquí hay, yo diría, que tres o cuatro momento bien marcados. El primer momento cuando vinieron los primeros colonizadores, la colonización espontánea; cuando vinieron, cuando se asentaron aquí a la orilla de La Guinea Vieja, que no había condiciones y se trasladaron a la parte de El Salto, de El Zapote, donde ahora es el vivero, y ahí comenzaron a crear sus condiciones de vida y a demandar servicios por parte del gobierno de ese entonces, para que los atendieran. Eso hasta que el IAN materializó e impulsó el proyecto de colonización que conocemos como el PRICA, el proyecto Rigoberto Cabezas. Esa es una etapa, la espontánea. 

Después viene la colonización ya planificada que se dio con ese proyecto del PRICA con asesoría israelí y con financiamiento del BID, treinta millones de dólares de ese entonces. Se comienzan a formar las primeras colonias, siendo la primera de ellas Nueva Guinea, después las que quedan aledañas: Yolaina, El Verdún, Río Plata, Los Ángeles, Jerusalén, La Esperanza. Luego, la segunda etapa que nunca concluyó. La segunda etapa no concluye. La primera etapa se desarrolla y promueve el despale indiscriminado. Ese es el proyecto de colonización para incorporar tierras a la producción nacional de granos básicos, a través del despale; se financia granos básicos, ganadería, se prestan servicios, se construye red eléctrica, caminos, o sea, se hace la colonia como tal, siguiendo el modelo del kibutz israelí, con asesoría de los israelitas. Los israelitas tenían la asesoría y se hacen las colonias. Es el único municipio del país en el cual su delimitación política administrativa, además de la comarca, es la intermedia (entre comarca y municipio, entre comarca y distrito) que es la colonia, producto de esa asesoría, de esa visión del kibutz. Entonces ahí se concentra la población en la colonia, se les da vivienda, agua potable, educación, salud, los principales servicios, y queda alrededor la parcela para que pudieran trabajarla.

La otra etapa, la segunda, no concluye el proyecto por la guerra de 1979; cuando triunfa la Revolución Sandinista se paraliza todo, queda abortada la segunda etapa. Por eso encontramos todavía colonias que nunca fueron concluidas: La Salvadorita, Unión y otras que quedaron ahí a medio palo, sobre todo en el norte, en la zona norte; lo que es Kurinwas, San José y toda esa zona no concluye, la parte este y una parte del sur. Entonces se rompe la lógica esa y después se inicia un tercer momento del desarrollo de Nueva Guinea. 

Ese tercer momento es efímero, es corto, es de 1980 a 1984 que hay una paz relativa, se comienzan a organizar cooperativas, hay un auge, se quiere reactivar la economía con grandes proyectos (el cacao, el hule, etcétera) para poder desarrollar la zona. Pero comienza la guerra del decenio de 1980 y todos esos grandes proyectos que se tenían planificados para la zona se abortan, quedan abortados nuevamente. Se hace el conflicto militar, miles de jóvenes se van a la guerra, miles de familias son sacadas de la montaña; entre 1986 y 1987 son evacuadas a los asentamientos y, posteriormente, para remate, el huracán Juana en 1988. La zona queda prácticamente devastada; es una zona que queda herida, herida por el conflicto militar, herida, sangrando, entre la familia porque unos están en un bando y los otros en el otro bando, y en la misma comunidad, la lógica comunitaria se aborta, ya la gente no quiere saber nada, se van, unos comienzan a regresar para asentarse de nuevo, y es la etapa de los años de 1990. 

Lo más significativo de la etapa del decenio de 1990 es la carretera que viene y con ella todo lo que está detrás: más comercio, auge económico, más gente. Siempre lo he dicho: Nueva Guinea es un municipio productivo pero también atractivo, todo mundo quiere venirse para acá, se viene gente de la ciudad para Nueva Guinea. Nueva Guinea es también un municipio que no satisface aún las necesidades de su pueblo, de su gente; una inmensa mayoría de los jóvenes, que son el futuro, emigra, se va. Se van inclusive jóvenes que han estudiado en las comunidades su Primaria, que se hacen bachilleres y que son el futuro técnico-profesional; el recurso humano más rico se nos está yendo, los jóvenes se están yendo para Costa Rica y para otros lados, buscando alternativas de trabajo y empleo porque aquí no hay. A grandes rasgos, eso es el desarrollo en esas etapas de Nueva Guinea.

Y: 50 años de Nueva Guinea, ¿qué significan para usted como habitante, residente y colono de Nueva Guinea? Usted que ha dado seguimiento, que apoyó de cierta forma el desarrollo, ¿qué significan para usted los 50 años de Nueva Guinea?

R: Para mí son 50 años de lucha campesina. Eso es Nueva Guinea y sigue luchando, el campesino sigue en su lucha de poder labrar la tierra, de poder producir, de poder vivir en paz, de tener progreso, de tener bienestar para ellos y su familia, igual que la mayoría de los pobladores que estamos aquí. Nueva Guinea eso es; a nivel nacional, Nueva Guinea es 50 años de lucha campesina. Ha sido una lucha histórica del campesino. Hoy lo vemos todavía: la gente anda ahí manifestándose en contra del canal, porque la gente está desinformada, la gente no sabe, a la gente no se le explica, a la gente no se le consulta. Una de las principales cosas que tiene el campesino de nuestro país es la desconfianza: el que está quemado con leche dicen que sopla las cuajadas, entonces la desconfianza, la desinformación, es el escenario que nos encontramos ahora y que puede generar conflicto; esperamos todos que no se vuelva a dar en esta zona que ha sido tan herida por conflictos armados, por desastres naturales, que no tienen ninguna razón al final, todos estamos convencidos que no nos llevan a ningún lado.

Y: ¿Cómo se visiona Nueva Guinea en 50 años más?

R: No llego hasta allá. Todos quisiéramos tener una zona de paz, de desarrollo, de convivencia, de armonía, de progreso; donde podamos satisfacer todas las necesidades de la población, donde los jóvenes no se vayan, donde los ancianos tengan vida digna, donde las mujeres no sigan siendo marginadas, explotadas y maltratadas, donde todos vivamos en paz, rico, bonito, pero ese escenario, yo creo, aquí hay que trabajar mucho más para lograrlo.

domingo, 18 de enero de 2015

LA ODIADA LÍNEA DE LOS TREINTA



Todo lo tuyo me interesa,
aunque no te das cuenta
de tu timeline siempre estoy atento.
Siempre te espero porque
me agradas, me inspiras, me motivas
con tus pensamientos, tus ocurrencias,
tus fotos, las nuevas donde muestras
las arrugas que ahora como niña lamentas
por pasar la odiada línea de los treinta.
No lo sabes, pero si no lo haces, te extraño.
 
Tu alma vagabunda a mí alrededor
quiero hoy, mañana y siempre,
llenarla con palabras,
susurradas a tu oído,
niña siempre, jamás pasando los treinta,
como canciones de cuna,
alegrando tu corazón, erizando tu piel,
acurrucando tu alma de niña. 
Siempre niña, nunca más de treinta
aunque se te noten casi los cincuenta.

martes, 13 de enero de 2015

VUDÚ DAYS (Wilson, mi amigo)


Desde que desembarqué en el muelle de las pangas de Bluefields me di cuenta que pasaría un fin de semana inolvidable. El rótulo pintado en la pared superior del galerón que da acceso al embarcadero, dando la bienvenida en español, inglés y misquito, me recordó que pisaba territorio pluricultural y multilingüe, la tierra del “sontín”, del Obeah man y de creencias sobrenaturales.

Este viaje no era como la mayor parte de los que he hecho; lo hacía por la urgente necesidad de ver a viejos amigos y amigas en la última semana del año para despedirme de ellos.

    Tengo que ir para bañarme y lavarme en las aguas en mi vieja playa antes que finalice el año —le dije a ella cuando me vio con las maletas.
    Siempre andas creyendo en esas babosadas —respondió haciéndome la señal de la cruz en la espalda, como siempre lo hace cuando tengo que viajar. — Que te vaya bien —agregó.

Desde el primer día, después de la una de la tarde, me dirigí en compañía de Silvio Lacayo, Silvio, su hijo, y Fabiola hacia una quinta ubicada en las cercanías del suampo de Lara. Un charco de tierra roja explotó en miles de gotas cuando la camioneta negra se desvió del camino para entrar a la quinta. Se escuchó el sonido del aire comprimido de los amortiguadores asentándose en el lodo; los alrededores, grama, postes, alambre de púas y troncos de los árboles quedaron salpicados de rojo.

En el fondo del terreno sobresale el bosque secundario propio de las planicies caribeñas, prevaleciendo la oscuridad y las sombras, pero a medida que la mirada retrocede se observan rayos de luz que como intrusos calientan el ambiente. En el centro, al lado de un ranchito con techo de suita, crecen plantas ornamentales en macetas hechas de bambú colgadas entre ramas  que forman una escalera viva. Se nota el despale selectivo de árboles y arbustos recién plantados con flores de distintos colores a sus alrededores. “Este es tu santuario”, le dije a Fabiola luego que me mostró con exquisitez sus plantas, los cultivos de sandía, tomate y chiltoma que recién comenzaban a germinar.

Un tronco de madera plantado al lado derecho del ranchito me llamó la atención; Silvio Lacayo, el suegro de Fabiola, me llevó a verlo. Una vara cruza el tronco a forma de brazos de los cuales cuelgan macetas con flores como si fueran sus manos; igual en su base y en el borde superior como si fueran sus pies y cabello. En la parte frontal mediana, el tronco tiene puesto dos trozos de poroplast pintados con acuarela en forma de ojos y más abajo otro como si fuera su lengua; una bufanda se sostiene de la vara con un nudo como colgando de su cuello. “Esto es Vudú, es un muñeco de vudú”, le dije a Silvio Lacayo. “Se llama Wilson”, respondió; me tomó una foto a su lado y regresamos al ranchito.

    ¿Por qué se llama Wilson?
    Así le puso don Silvio —respondió Fabiola.
    Por Wilson, el de la película “El náufrago”, protagonizada por Tom Hanks —dijo Silvio.

En la película el actor pinta una cara en una pelota de basquetbol de la marca Wilson con su mano sangrante y la ubica sobre un tronco. El balón se humaniza. La historia es sobre un hombre, el náufrago, que sufre por mantener la esperanza en la soledad de una isla. Su relación con Wilson puede parecer absurda pero es una excusa para vencer el tabú de hablar solo, de vencer el miedo de caer en la locura y es eso, precisamente dialogar con el balón, lo que lo mantiene cuerdo.

En un momento en que se unieron al grupo otros amigos de Fabiola y Silvio, me acerque a Wilson; le confesé mis penas, toqué sus manos, le acomodé la bufanda, pedí por mis deseos. Al despedirme escuché con claridad el susurró del viento al caer la tarde: “ándate tranquilo”.

La conversación de la noche, ante mi insistencia sobre el vudú y luego de disfrutar un exquisito costillar de cerdo asado, giró en torno a temas relacionados con sucesos sobrenaturales como el que contó una amiga presente. “Abrí la puerta del portón del corredor y al encender la luz vi las machas de patas de gato pintadas con sangre en la pared, alrededor de las ventanas y la puerta. Desde ese día mi niña (la jovencita que estaba a su lado) y yo comenzamos a sentir desesperación si estábamos dentro de la casa, sufríamos de un intenso dolor de cabeza, no podíamos estar tranquilas, mucho menos cuando Juan, mi marido, llegaba de sus viajes desde la Desembocadura”.

Todos escuchaban atentos, iluminados por una tenue luz de luna; Silvio me volvía a ver incrédulo. “Sí, es cierto, tuvimos que buscar ayuda para que nos limpiaran la casa, encontraron cochinadas”, agregó la mujer sin dar más explicaciones. Silvio se me acercó al oído y dijo: “alguna querida que tiene en la Desembocadura le hizo el sontín para que dejara a la mujer”.

Los días siguientes los dediqué para visitar y despedir el año estrechando manos y dando abrazos a viejos amigos. A una amiga tuve que gritarle para que abriera el portón de zinc. Luego de saludarla me hizo pasar a su casa y vi cosas tiradas, desacomodadas en la sala: vasos, platos, fotos, muebles, ropa de uso personal y de cama. Al ver mi cara de sorpresa dijo sonriente: “estoy aprovechando que no está mi mamá, estoy botando chunches viejos y hago limpia antes que termine el año”. Recordé las palabras de otra amiga que hacía referencia a la mamá de mi amiga: “mi mamá no nos dejaba visitar esa casa, decía que allí la mujer se dedicaba a hacer cochinadas”.

Visité a mis familiares en el cementerio de El Bluff e hice un recorrido por varias tumbas de familias de antaño y recientes. “Ahora se roban hasta la tierra de las tumbas; las preferidas son de aquellas personas que la gente considera que hacían brujerías”, dijo el Bena. “Desde chavalo recuerdo que al Mexicano lo consideraban brujo, no por su barba colgándole hasta el pecho ni por sus largas uñas, sino porque él alardeaba de sus poderes sobrenaturales. No podía morir, pasó varias semanas en agonía, daba gritos espantosos que se escuchaban hasta la Booth por las noches y una manada de perros que tenía aullaba lamentándose alrededor de su casa. La familia no soportó su agonía y lo trasladaron a uno de los cuartitos que había hecho en el patio para alquilárselo a la Casimira y otras misquitas, te acordás de la Casimira, ¿verdad?”, agregó.

Los tres días que visité El Bluff me bañe, me lavé y me confesé con mi vieja playa. Fueron tres días de sol, luminosos, con una brisa leve que espantó los jejenes y con un oleaje que permitía nadar en sus azules aguas; también ellas se limpiaban al depositar algas a lo largo de la costa. La espiritualidad y paz que encuentro en esa playa me recordó el susurró de Wilson, mi amigo.

El último día regresé en una caponera hasta el muelle de las pangas y allí me encontré a viejos amigos del puerto. Mientras esperaba la salida de la panga hacia Bluefields conversé con ellos; al tocar el tema de la extrema pobreza en que se encuentran, abandonados y sin esperanzas, uno de ellos, el Chaparro de cabello canoso dijo: “todos las fuckin gobiernas, después de la Somoza, no poder hacer nada bueno, ni pesca, ni petróleo, ni marina, nada, sólo babosadas… y nosotros aquí casi muriendo como si desde Managua nos hacer un gran brujería”.

“También tu mamá creía en brujerías. Decía que a vos nada podía enloquecerte porque te había dado una cura que consiguió en Kakabila”, dijo ella cuando regresé del viaje y le conté lo de Wilson, mi amigo. “Nunca se imaginó que este sontín chontaleño te volvería loco”, agregó con su mirada complaciente.


Martes, 13 de enero de 2015

martes, 6 de enero de 2015

CON SU CARGAMENTO PARA LA CIUDAD



Sale
loco de contento con su cargamento
para la ciudad, para la ciudad.
Lleva
en su pensamiento todo un mundo lleno
de felicidad, Ay, de felicidad.

Piensa remediar su situación
del hogar que es toda su ilusión. Sí.
Y alegre,
el jibarito va, pensando así
diciendo así, cantando así por el camino:
"Si yo vendo la carga, mi Dios querido,
un traje a mi viejita voy a comprar."

Y alegre
también su yegua va
al presentir que aquel cantar
es todo un himno de alegría.
Y en eso le sorprende la luz del DÍA.
Y llegan al mercado de la ciudad.

Pasa
la mañana entera sin que nadie quiera
su carga comprar, ay, su carga comprar.
Todo,
todo esta desierto, y el pueblo esta lleno
de necesidad, ay, de necesidad.

Se oye este lamento por doquier
de mi desdichada Borinquen. Sí.
Y triste,
el jibarito va pensando así,
diciendo así, llorando así por el camino:
"¿Qué será de Borinquen mi dios querido?
¿Qué será de mis hijos y de mi hogar?"

Oh Borinquen!
La tierra del Edén,
la que al cantar, el gran Gautier
llamo la perla de los mares.
Ahora que tu te mueres con tus pesares,
déjame que te cante yo también.