miércoles, 7 de diciembre de 2011

CARTA AL NIÑO DIOS

Querido Niño Dios:

En esta Navidad que celebramos recordando tu nacimiento en la gruta de Belén, me doy cuenta que tengo más de cuarenta años de no escribirte. El tiempo ha pasado como un soplo de aliento desde aquella última vez que lo hice y te pido perdón por no haberlo seguido haciendo. Con el paso de los años me di cuenta que mis padres acomodaban en la cama los juguetes que te pedía, así como lo hice con mis hijos y ahora ellos lo hacen con mis nietos. No tengo ningún reproche por eso, al contrario, me lleno de orgullo por la ilusión que tejieron a mí alrededor esperando tu llegada.
         
También, Niño Dios, con el paso de los años, ya mayorcito, esperaba tu venida festejando con mis amigos y amigas a lo grande. No tengo que decirte cómo, porque tú lo sabes. Por eso se me olvidó ir a la misa del gallo, salir corriendo a la casa para abrazar a mis padres que ahora están a tu lado cuidándote y los añoro mucho. Por eso también te pido perdón, yo se que estás viendo las lágrimas que derramo, pero la vida es dura, tú lo sabes mejor porque lo sufriste en carne propia cuando te crucificaron por querer construir un mundo mejor para todos.
         
Hoy en día, en estos tiempos, nos siguen crucificando de distintas maneras; no les bastó con vos, les quedó la maña, la maldad. Vieras, Niño Dios, los centros comerciales, la televisión con la propaganda, las ofertas y la promoción del consumismo que hacen en tu nombre para engordar sus cuentas en los bancos, sin importarles nada más. No tienen ojos, no pueden ver, están ciegos por la avaricia y deseos de poder. No te voy a seguir contando, vos lo sabes; mejor voy al grano y te expreso mis deseos. Vos sos milagroso y se que todo lo podes hacer realidad.

1.    Tráeme una brisa nueva de vida para ver crecer sanos y felices a mis nietos. Te pido que la acompañes con un paquete de salud. Te voy a dejar abierta las ventanas de mi casa, podes entrar sin esforzarte mucho porque no tienen verjas. Lo que te pido también va en nombre de mi mujer, recuerda su rodilla.
2.    Alúmbrale el camino a mis hijos. Ya están grandes, les he dado todos los consejos que puedas imaginarte, pero a veces no hacen caso. Un día se darán cuenta y dirán “mi papá tenía razón”, pero mientras tanto te los encomiendo a vos. Por favor, entra a la casa de ellos, no los olvides.
3.     En tu recorrido te pido que riegues a mi alrededor, en mi patio, en Nueva Guinea, en la costa Caribe y Nicaragua entera, una buena dosis de concordia para que germine en todos los corazones el amor y el deseo por hacer el bien hacia los demás.
4.     Hace florecer los campos, sopla la semilla de los campesinos para que tengamos cosechas en abundancia.
5.     Calma las aguas, detén las tormentas para que los pescadores tengan buena faena.
6.    Te pido que dejes caer esas estrellitas brillantes que como estela te acompañan, en la cabeza de la mayor parte de los políticos de nuestro país para que les ilumines el cerebro y no sigan haciendo las caballadas que cometen todos los días, perjudicando a este pueblo trabajador que se merece un futuro mejor.

Desde ya estoy ansioso por que vengas y esta carta te la dejó debajo de la almohada para que la encuentres fácilmente. Una copia se la envío a mis amigos y amigas para que se animen y te escriban.

Buenas noches, mi querido Niño Dios.

Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Martes, 06 de diciembre de 2011

PD: Niño Dios, si crees que son muchos mis deseos te pido que te esfuerces en los primeros cinco; el último de ellos, aquí nosotros lo vamos a resolver más temprano que tarde.