domingo, 23 de octubre de 2016

DISFRUTA DE LA PLAYA DE EL BLUFF



Indiscutiblemente, el principal atractivo de El Bluff es su playa, la playa del Tortuguero, llamada en estos tiempos “Bluff Beach”. Para llegar a “El Paraíso”, así le llaman las nuevas generaciones de Blofeños, se debe tomar una panga en Bluefields, y luego de unos 15 minutos de travesía, en los que se aprecian los cayos de la bahía, pescadores nativos en sus cayucos de vela, aves marinas, pasajeros que viajan a Bluefields dándote saludos, barcos que cruzan el canal en la parte norte de la bahía de Bluefields en dirección al Río Escondido y otros saliendo por la barra hacia el Mar Caribe, los chamberos te esperan en el muelle de las pangas, entre ellos Wesley y Pelé.

Allí mismo, a un lado del muelle, puedes tomar una moto-taxi o “caponera” para trasladarte hasta la playa al precio de veinte córdobas por persona. Si no tenés prisa, si quieres conocer El Bluff, hay solamente dos rutas a tomar.

A la izquierda del muelle, a unos diez metros, hay una subida que te lleva al antiguo andén del puerto. Al caminar vas a ver una malla metálica que bloquea todo el sector de la aduana así como los vestigios de casas que fueron bellas hace muchos años y que el huracán Juana dejó en ruinas, pero con la ayuda de Hábitat para la Humanidad las familias lograron reconstruirlas parcialmente. En el trayecto vas a encontrar la Capitanía del Puerto y frente a ella un portón clausurado que prohíbe el paso hacia el muelle de la aduana. Al llegar al acceso que da a las oficinas de la aduana, vas a ver a la derecha unas gradas que antes podías tomarlas para subir al parque de la loma de El Bluff donde vivió por muchos años el coronel Alejandro Peters, pero hoy se encuentran bloqueadas con láminas de zinc que no permiten el acceso. Un poco más en el trayecto vas a ver a tu izquierda el cuartel de los guardias, hoy llamado base naval de El Bluff, y un portón metálico resguardado por guardias nerviosos que bloquean el paso. No te detengas y sigue caminando. Vas a llegar a un punto desde el cual la playa del El Bluff te da la bienvenida en la distancia, ese punto en que te encuentras y la ves de frente, es la esquina de Miss Lilian, llamada así en los tiempos gloriosos de El Bluff. Debes seguir caminando y llegaras a la iglesia Morava y, unos metros más hacia adelante, a la capilla de la iglesia católica. Allí, en frente de la iglesia está el colegio, y detrás el cementerio. Si sigues la bajada no muy marcada vas a ver el parque de El Bluff, propiamente donde antes se jugaba béisbol y futbol. En ese sector siempre hay moto-taxis y, si quieres ir más allá de ese punto, puedes hacer un tour por los diferentes sectores que conforman el pueblo.

La otra vía para llegar a la playa es tomando directamente una moto-taxi para que te traslade, pero también puedes tomar una panga y arreglar el traslado hasta el muelle de la playa. Muchas personas que quieren ir directamente desde Bluefields alquilan una panga, es decir, pagan el viaje expreso ida y vuelta con lo que se evitan la desesperación de esperar que los pangueros llenen la panga de pasajeros. Si vas con un grupo te recomiendo esta última opción que cuesta 40 dólares el viaje redondo, evitándote estar pendiente de la panga para que te traslade de regreso a Bluefields.

La playa de El Bluff es prácticamente virgen, en el sentido que no existen construcciones que alteran el paisaje. Vas a encontrar varios ranchos, pero solamente funciona uno todos los días de la semana. ¿Por qué? Por varias razones.

La playa de El Bluff como destino turístico solamente es promovida por las autoridades municipales e INTUR para la época semana santa. Los habitantes de Bluefields son poco asiduos en disfrutar del mar, aún cuando lo tienen frente a la bahía, y se convierten en playeros para la época navidad y año nuevo. En esas épocas del año, la mayor parte de los visitantes se traslada con sus alimentos y bebidas lo que provoca un bajo nivel de consumo de los productos que ofertan los dueños de los ranchos (comida, cervezas, gaseosas, agua embotellada y ron), reduciendo el ingreso local.

Los dueños de los ranchos también tienen limitantes que deben superar, como disponer de servicios sanitarios y agua potable permanente, aspectos vitales a los que todo el visitante debe acceder de manera permanente.

La escasa actividad turística mantiene desmotivados a los dueños de los ranchos y sus problemas se vuelven cíclicos. Cada quien mira por sus intereses y se preocupan por estar activos en las épocas del año antes mencionadas. Sin unidad no conseguirán superar sus problemas. Entre todos podrían crear una oferta de servicios más estable, gestionar promoción permanente frente a las autoridades, adquirir una o dos pangas para el traslado de los clientes desde o hacia Bluefields y hacer publicidad de sus servicios.

Con el tránsito permanente de vehículos en la carretera de Nueva Guinea a Bluefields, se abre una ventana de oportunidades para hacer realidad el turismo de playa en El Bluff. Pero mientras llega ese momento, me tomo la libertad de recomendar a mi amigo Javier Benavidez, el único que se mantiene 365 días del año prestando atención en un rancho de la playa.

Si en tus planes está contemplado disfrutar de la playa, aquí te dejo su número de teléfono, 8361431, para que lo llames. Estoy seguro que vas a pasar un día ameno y tranquilo disfrutando del Mar Caribe y él te pude platicar sobre la historia de El Bluff.

Domingo, 23 de octubre de 2016