viernes, 14 de octubre de 2016

EL UMBRAL DEL RESENTIMIENTO



Esperó que todos durmieran.
Abrió la puerta, vio las calles:
oscuras y desoladas.
Recorrió la pista de aterrizaje.
Cruzó el claro, disfrutó la brisa:
tez y alma.
Rompió el umbral del resentimiento.
En una hamaca, él la esperaba:
complicidad y ternura.
Lluvia en el techo estallaba.
Desnudó su cuerpo, abandonó sus penas:
ardor y canto.
Regresó en la madrugada.
Cerró la puerta, el silencio esperaba:
aborrecimiento y abandono.
Durmió anhelando otra noche.