Esperó que
todos durmieran.
Abrió la
puerta, vio las calles:
oscuras y
desoladas.
Recorrió la
pista de aterrizaje.
Cruzó el
claro, disfrutó la brisa:
tez y alma.
Rompió el
umbral del resentimiento.
En una
hamaca, él la esperaba:
complicidad y
ternura.
Lluvia en el
techo estallaba.
Desnudó su
cuerpo, abandonó sus penas:
ardor y
canto.
Regresó en
la madrugada.
Cerró la
puerta, el silencio esperaba:
aborrecimiento
y abandono.
Durmió anhelando
otra noche.
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