Estoy aquí,
con vos,
para decir
que al salir
de casa vi la
luz del sol
deshaciendo
el rocío impregnado
en la vieja
malla metálica.
Mi corazón,
colmado de alegría,
dio gracias
por un nuevo día,
gracias
Dios por tu calidez,
por tu
amparo,
por los
espacios que se abren
en la malla
oxidada,
por los
pasos seguros de los que
salen de la
oscuridad y la atraviesan
con el
rostro en alto, iluminado por tu gracia.
Y en la
luz,
regresan
a casa, a sus familias,
juntos vuelven
a bailar,
llenan sus estómagos
y sacian su sed.
Y al hombre
que por el camino iba
llamé
para que diera fe,
seguimos
luchando,
estamos vivos,
seguimos luchando.
No estamos muertos.
29/01/2012
Bello esto.
ResponderEliminarSaludos estimado Luis. Es un gusto que te lo aprecies. Abrazos.
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