domingo, 30 de diciembre de 2012

ASÍ SE VIAJA AQUÍ


Siempre trato de ser puntual; llegué a la estación de buses con tiempo suficiente para tomar un microbús —interlocal expreso, les llaman— desde Juigalpa hacia Managua. “No se preocupe, en un ratito sale el próximo, ya viene en camino”, dijo uno de los ayudantes y me acerqué al grupo de personas que lo esperaban bajo el ardiente sol mañanero de la ciudad de los caracolitos negros.

Acomodé la maleta con rodillos al lado de un murito y, con la mochila en el hombro, caminando sobre los adoquines cubiertos de flores amarillas, estaba pendiente de la llegada del microbús. Eran las ocho de la mañana. Los viajeros se notaban angustiados por la espera, entre ellos reconocí a “la China” con la que entablé conversación. Noté que nadie había comprado boleto, nadie hacía fila, todos estaban regados en los alrededores. De pronto, los ayudantes anunciaron la llegada del microbús.

Sin aún estacionarse definitivamente, al abrirse la puerta corrediza todos salieron corriendo como en una estampida de novillos, formando un molote frente a la puerta donde los empujones desesperados eran la garantía necesaria para conseguir un asiento. En menos de un minuto catorce pasajeros habían llenado el microbús y cuatro personas salían de su interior. “Esos desgraciados que salieron reciben pago por conseguir asiento”, dijo “la China” con tono descontento. “El otro no tarda”, dijo el conductor cuando salió rumbo a la capital.

“Managua, Managua, Managua”, gritaba otro ayudante desde la parada de buses. Anunciaba la salida del bus ruteado de las nueve de la mañana; sabedor de la angustia que pasábamos, nos toreaba con su propuesta. “Hay asiento, a las once y cuarenta estamos en Managua”, decía. “No se desespere, el otro no tarda”, me aconsejaba “la China”. Decidí no asumir el riesgo de quedarme con la maleta frente a la puerta del microbús, evitar otra estampida y el molote; luego de despedirme, abordé el bus ruteado con un asiento garantizado.

Dos días después, a la misma hora, enfrentaba igual situación en el mercado de Mayoreo. Desde que bajé del taxi pensé en el estorbo que me ocasionaba la maleta, en la gran cantidad de personas que viajan por las vacaciones y, al encontrarme con el grupo disperso que esperaba el microbús, lo afronté directamente. “¿Y por qué no hacemos fila?”, pregunté. Nadie respondió, todos me miraban como animal raro. “¿Vamos a hacer molote?”, pregunté nuevamente. “Así se viaja aquí”, respondió una mujer que cargaba en sus brazos a una niña. Repentinamente se estacionó el microbús, abrieron la puerta y me quedé esperando el paso de la estampida. “Señor, todavía hay asiento, páseme la maleta”, dijo el ayudante al verme frente a la puerta.

Viajar en transporte colectivo es divertido cuando tenés tiempo suficiente, sin prisa, sin urgencias. Pero viajar entre molotes es repugnante. Los dueños de los microbuses y buses se hacen de la vista gorda, al igual que las autoridades que los regulan. El orden y el buen trato con los viajeros no les interesan, pero los transportistas son exigentes cuando de su bolsa se trata. Son los primeros en llorarle al gobierno por el alza del combustible, el costo de las llantas y son capaces de cualquier cosa por que les mantengan el subsidio que reciben. ¿Y los pasajeros? Bien, gracias.


Ronald Hill A.
23 de Diciembre de 2012.

jueves, 27 de diciembre de 2012

SOMOS INOCENTES


De una u otra forma todos somos inocentes. La inocencia, término que hace referencia a la carencia de culpabilidad del individuo ante un crimen, pecado o travesura, nos acompaña de por vida.

En contraste con la ignorancia, la inocencia se considera positiva, denotando una visión positiva del mundo debido a que la falta de conocimiento de las cosas proviene de carencia de maldad. La gente que carece de capacidad mental de entender la naturaleza de sus actos puede ser considerado inocente sin importar su comportamiento. De este significado viene el término inocente para referirse a un niño de corta edad carente de razón o una persona de cualquier edad, que esté seriamente discapacitada mentalmente. Se considera inocente al que no sabe y, como no lo sabemos todo, resultamos siendo inocentes.

Pero en el estado actual de la realidad, del avance tecnológico, del flujo constante de información, de los atropellos a que somos sometidos por los poderosos, la inocencia va desapareciendo. Claro está que aquellos que se llaman Inocente o Inocencia nunca desaparecerán.  Tengo varios amigos y amigas que por el nombre son inocentes: “los Chentes y las Chentas”, pero en la realidad son bandidos, traviesos, no les queda el nombre como anillo de matrimonio al dedo.

Los inocentes tienen su día. Para la iglesia católica es el 28 de diciembre y se conmemora la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén, ordenada por Herodes con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret, el niño Dios, pues.

En esa fecha debemos estar alerta porque se realizan bromas de toda índole. Los medios de comunicación tergiversan las noticias dando rienda suelta a su sentido del humor. No te asustes ni te alegres si sale en primera plana “Se murió Chávez”, “Regresan alcaldía a liberales en Nueva Guinea y reparten tierras de alegría”, etcétera, etcétera. Otros, muchos que están pendientes de ese día, no prestan ningún bien, sean objeto o dinero, debido a que el prestatario es libre de apropiarse de los bienes. Estate alerta, no vayas a caer como inocente palomita.

¡Feliz día de los Santos Inocentes!

miércoles, 26 de diciembre de 2012

MALABARES DE OBEAH


Sus vidas transcurrían alejadas
como en sueños opuestos.

Ella blanca como luna.
Cristiana, solidaria y socialista.
El quemado por sol marino.
Soplaba cuajadas y no bebía leche.
Obeah se interpuso en su camino,
los sentó en una mesa a hacer una lista.

Mis hijos, los pobres y luego yo, anotó ella.
El pan nuestro de cada día, agregó él.
Levantaron la mirada por las risas,
el cielo brilló con una sola estrella.

Rondón y Johnny cake, dijo ella.
Nacatamal y chicha, pidió el.
Sus pies acariciándose con disimulo,
¡Obeah poderoso!, interfiriendo el futuro.

Manos suaves, dibujó ella.
Labios finos, ojos de ocelote, para él.
Miradas acentuadas,
explorando mundos diferentes.

Un beso, una caricia, solicitó él.
Un respiro, una cama para ella.
La luz del día los despertó
alumbrando un mismo cuerpo.
¡Obeah milagroso!, creando malabares con las vidas.


Managua, 21 de diciembre de 2012
Foto: Sergio Orozco.

lunes, 24 de diciembre de 2012

LA FIESTA DE NAVIDAD DESEADA


Les deseo una feliz navidad. Sé que ese sentimiento todos lo tenemos pero lo deseo de corazón. Esperare al Niño Dios en mi casa, con mi mujer y haremos una cena para compartir con mis hijos, nueras, yerno y nietos.

Si fuera posible, si ustedes pudieran acompañarme, serían mis invitados pero la distancia nos separa al igual que los planes individuales. Sería una gran fiesta, una fiesta ampliada como la que realizan aquellos que tienen la dicha de reunirse con sus abuelos, sus padres, sus tíos, sus primos, sus cuñados, cuñadas, sobrinos e hijos. Esa es la fiesta de navidad deseada y por ello se lo comunicó a través  este medio.

Se imaginan esa fiesta, espero que sí, porque cuando esté celebrando ustedes estarán a mi lado sin importar donde se encuentren, ya sea en los Estados Unidos, Nicaragua, México, Colombia, España, Argentina, Costa Rica, Venezuela, Perú, Chile, Francia, Bélgica, Honduras, Belice, Holanda  y Guatemala. Ustedes son casi 230,000 personas, son los que a lo largo de estos años (2010 – 2015) me han acompañado leyendo y visitando los Sueños del Caribe. Son los que me animan a seguir escribiendo, contándoles, animándolos, compartiendo mis momentos de alegría y mis penas.

Les deseo lo mejor. Un abrazo, un brindis, les regalo una sonrisa llena de buenos deseos y esperanzas.

¡Feliz Navidad!, ¡Salud!

sábado, 22 de diciembre de 2012

I WANT CEFERINA WOODY, A LA QUE LE DECIAN “LA CUMBIA”.


Muñeca de piel permeable,
fue a Corinto buscando bien por mal.
En todo malecón con envidiable
cinturazo, pero regresó al baile universal
con el leña y beicon de su natural.

Un gachumbo abajito de la lipa;
por detrás dos estopas primorosas,
eléctricas y cadenciosas
una pinta de azul el almidón para ropa,
otra suspira ilang ilang con viento en popa.

Y aunque Mayo chinguincito se obnubile
y lo manosee la tormenta,
los gnomos irredentos de su axila
y los chúcaros canechos de su vientre
bailan acompasada, pero furiosamente.

Le danza al verano de patí;
su petit mort arrincona al mandé;
su conga ataruga un yaniquec
mientras que la lluvia le pide: ¡volvé!
porque “solo quiero tu cocoquiec”.

Pedro J. Tablada
Poeta Blufileño (1948) que radica en Ocotal.

Juigalpa, Chontales

lunes, 17 de diciembre de 2012

JACARANDA: TRAVESÍA DE SUEÑOS


José Sanles Sampedro hizo varios viajes por el mar Caribe, pero el último no logró completarlo. Nació el 8 de Abril de 1924 en Galicia, España, y en plena juventud se embarcó en La Coruña hacia Rotterdam como marino mercante. Desde allí cruzó el Atlántico hasta Nueva Orleans huyendo de las secuelas ocasionadas por la guerra civil española. Visitó el puerto de El Bluff en varias ocasiones, disfrutó atardeceres en la playa del Tortuguero, noches bohemias en las cantinas, hizo amistades con los lugareños y estibadores, pero sus ojos se iluminaron cuando vio caminar por primera vez a Elena en el estrecho andén. “Hola, guapa”, le dijo al pasar a su lado y, sin palabras, ella lo cautivó con la inocencia de sus ojos negros. A partir de ese instante la travesía entre el puerto y Nueva Orleans a bordo del navío “Jacaranda” se tornaron en tormentos de marinos solitarios que buscan calmar su alma errante como barcos a la deriva, intentando afianzar el ancla en aguas seguras.

Indeciso recorría el puerto; en sus andares conoció al vasco Luis Uzcudun que trabajaba en la recién formada empresa Casa Cruz junto a San Jorge, otro vasco, que fungía como jefe de la flota pesquera. Iniciaban la construcción del edificio de la empresa pero procesaban los mariscos en una de las bodegas de la aduana. El barco “Mary Nicole” atracaba con sus bodegas llenas de hielo y zarpaba hacia Panamá cargado de riqueza marina. En ese ambiente de prosperidad para los hombres de mar, una tarde de verano del año 1961, José Sanles Sampedro desembarcó del “Jacaranda” en el muelle con la maleta de cuero, el pasaporte español y la licencia de marino vencida para quedarse de por vida.

    Era experto en hacer redes —dijo Silvio Lacayo en el corredor de su casa.

La solidaridad de sus compatriotas, Uzcudun y San Jorge, no se hizo esperar. Gracias a su arte en el manejo de la aguja y los hilos lo recomendaron en la empresa y comenzó a laborar tejiendo redes. La fortuna estaba de su lado. Luis Uscudun había contraído matrimonio con Ana Rosa, prima de Elena, la joven de ojos negros que lo cautivó. La madre de Elena, Herminia Granizo, conocida como “La Machú”, era propietaria de “La Pachanga”, una de las primeras cantinas del puerto. La familia Granizo lo acogió con la ayuda del vasco que lo invitaba a su casa y, con su acento al hablar, fue tejiendo la amistad con Leónidas, Enriqueta y Eufemia, hermanos de “La Machú”, lo que le permitía cortejar a Elena.

    En esos años prosperaba el que se lo proponía —aclaró doña Juana Angulo al mecerse en la mecedora de madera que tiene más de cincuenta años.

El auge de la pesca industrial comenzaba en el puerto con la construcción de la planta procesadora y la introducción de los primeros barcos pesqueros de madera desde Panamá, junto al trencito de la alegría. Un aspecto particular de esos barcos es que todos se llamaban Mary, entre ellos el “Mary Ana”, Mary Elena”, “Mary Gloria”. “Eso sí, ninguno Mary Juana”, agregó doña Juana Angulo carcajeándose. José Sanles Sampedro no tardó mucho tiempo en recibir su oportunidad y se hizo capitán de barco en el camaronero llamado “Lolita Rupell”; sus deseos eran capitanear al “Mary Elena”, pero lo logró hasta que cruzó el umbral de la capilla del puerto y contrajo matrimonio con Elena.

Construyó una casa de dos pisos frente a la casa de Luis Uzcudun, separados por el andén que recorre el puerto. Ese sector del puerto, la parte central, era uno de los más atractivos y alegres. La cantina de Miss Lilian en la esquina, el cine hogareño de don Alberto Gómez, la casa tienda de Toño Real y doña Estercita, y la cantina de Miss Pet, eran frecuentados por todos los lugareños y extranjeros. Junto a mi padre, amigo de los dos españoles, y mi madre, amiga de siempre de Elena porque cumplían años el mismo día, acudía por las noches a la casa de don José Sanles.

Era una casa inmensa con una pequeña ventecita al lado derecho de la puerta principal en la que se entretenía “La Machú” atendiendo a sus clientes y halándole la rienda a Leónidas, el papá de los “Pica Pollo”, por sus excesos etílicos. En esas visitas se pasaban la noche jugando naipes. José era corpulento, de baja estatura y de buen humor, mientras que Luis era delgado, medio cascarrabias y cojeaba al caminar, por eso los lugareños le decían “el renco Uzcudun”. Eran aficionados a jugar “Pedro” y “desmoche” con apuestas y hacían competencias entre ellos por escuchar quién se tiraba el pedo más fuerte en el salón de la casa. En una ocasión, don José Sanles nos sorprendió porque no jugó naipes; se esmeraba en la cocina preparando la cena en un perol que inundaba la casa con su aroma. Salió a sala con varios platos servidos de pescado con papas en trozos y un caldo oloroso que al degustarlo hizo chuparme los dedos.

    Todos hicieron fortuna con la pesca, en esos tiempos no había nada de droga — explicó Silvio.

Con dedicación al trabajo en la faena de pesca, sin despilfarros, con ahorros y su obstinación característica, logró adquirir tres barcos: el “Lolita Rupell”, “Coral Reef” y “Camarón 570”. Con su morena de ojos negros floreció la familia Sanles Wilson al procrear cinco hijos: cuatro mujeres y un varón. Corría la década de los años 1970 y se dio el esplendor del puerto con las exportaciones de mariscos, la generación de empleo que creaba la empresa Booth de Nicaragua a cargo de Roberto Bartlett, llamado “el diablo”, y las importaciones de diversos productos que abastecían el pujante comercio de la ciudad de Bluefields. Sus hijos, igual que todos los jóvenes del puerto, cruzaban la bahía todos los días para acudir al colegio en la ciudad de Bluefields, en una verdadera travesía de sueños. Para brindarles seguridad, en el año 1976, compró una vivienda en la ciudad de Bluefields y se trasladó a vivir con la familia a la ciudad de los campos azules mientras alquilaba la casa del puerto.

Dos años después, en el mes de Mayo de 1978, la tragedia ahogó el corazón del marino que desembarcó del “Jacaranda” buscando como establecerse al perder a su morena de ojos negros. Quedó viudo y sus hijos al cuido de “La Machú”, convirtiéndose en el pilar de la familia. Con el triunfo de la revolución sandinista se inició una progresiva debacle en la actividad pesquera por el bloqueo económico, pero José Sanles trató de sortear la adversidad convirtiendo el pesquero “Camarón 570” en un barco de cabotaje para prestar servicio de traslado de carga entre el puerto y Corn Island. La guerra contrarrevolucionaria también se daba en los mares y el puerto del Bluff era acosado por naves rápidas, conocidas como “pirañas”, que perpetraban sabotaje contra la actividad portuaria.

José, igual que muchos otros extranjeros que se asentaron en el puerto de El Bluff, fue objeto de persecución y hostigamiento por parte de las autoridades sandinistas, muchos de ellos provenientes del Pacífico de Nicaragua y desconocedores de la historia y realidad de Bluefields y el puerto. “Catearon la casa, descubrieron una radio de comunicación que iba a instalar en el Camarón 570, se la confiscaron y lo acusaron de contrarrevolucionario sin poder demostrarlo, hasta el vehículo Mercedes Benz se lo querían confiscar”, cuenta Silvio Lacayo. Ninguna de estas acciones en su contra pudo frenar su espíritu emprendedor y continuó prestando el servicio de cabotaje.

En ese ambiente difícil, las autoridades no permitían que entraran ni salieran barcos al puerto después de las cinco de la tarde. Una tarde, a finales del mes de diciembre de 1983, José Sanles, con el barco cargado hizo dos intentos de salir hacia la isla de Corn Island, pero los fuertes vientos y la marejada se lo impedían. Las autoridades le habían otorgado el zarpe pero regresó al muelle en dos ocasiones por el fuerte oleaje. El barco iba repleto de cervezas, cemento, víveres, gaseosas, varios pasajeros y la tripulación. “Un cuarto del barco iba fuera del agua”, expresó doña Juana Angulo. Antes de caer la tarde, el marino del “Jacaranda” convertido en Blofeño de corazón, hizo el último intento, zarpó decidido y nunca más regresó a su hogar.

En los primeros días del mes de Enero de 1984, a dos horas en dirección hacia la isla de Corn Island, Ubense García, capitán de barco pesquero, hizo arrastre en las aguas y al elevar redes encontró el ancla y la brújula del “Camarón 570”, junto con cajillas de cervezas. Muchas conjeturas corrieron en torno al hundimiento del barco. Para algunos habitantes del puerto, se hundió por el fuerte oleaje y la sobre carga; para la mayoría, José Sanles Sampedro, experto marino, hizo el intento de regresar al puerto al caer la noche y, desde la loma del faro, se escuchó el estruendo de un cañonazo que desbarató en mil pedazos los sueños del marino español junto a los pasajeros y sus tripulantes.

Ronald Hill A.
Jueves, 13 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

LOS DESEOS NAVIDEÑOS


Así es, todos deseamos algo para navidad. En la medida que transcurre el tiempo nuestros anhelos se tornan complejos como la propia vida. Atrás van quedando las cartas al Niño Dios en la que pedimos nuestros juguetes preferidos, ya no son carritos, metralletas, muñecas Barbie, ni pelotas de futbol. No. Ahora es el PlayStation y una buena dosis de juegos, una serie de maravillas tecnológicas que entretienen a los chavalos sin que logren derramar una sola gota de sudor en la comodidad del sofá de la sala o en la cama de la habitación.

Los mayorcitos ya no piden la bicicleta último modelo, la pelota FIFA, el bate, la pelota y el guante de beisbol mucho menos los guantes de boxeo. Quieren el IPhone, una mini laptop, acceso a internet 24 hours at day para pasársela “conectado” con sus amigos. La ilusión del viaje a Disney World se les olvidó porque a diario lo viven.

A los dieciocho años quieren una motocicleta, aunque sea una Yailing, argumentando que así son más puntuales en el colegio pero en realidad la necesitan para pasear a la jaña y escurrirse en cómodos lugares lejos de la vista de sus padres. Y así, velozmente y sin precauciones, nos hacen abuelos a edad temprana si es que sus restos no quedaron esparcidos por el asfalto.

Si superaron esa etapa, si siguen vivos, quieren sacarse la lotería para pagar las deudas que han contraído porque, al estar acostumbrados a la vida fácil y los salarios hambrientos que reciben, si es que él y ella tienen empleo, se encuentran hasta el cuello de jaranas. El aguinaldo, el de verdad, no el Toledo, ni dos días les aguanta.

Y en ese estado, con sutileza recurren a nosotros. “Que le vas a regalar a los nietos”, dice ella. ¿Cómo? ¿Y a mí quién me va a regalar algo? “Hace tu cartita al Niño Dios, tal vez te perdona todos tus pecados”, responde al dar la vuelta y alejarse. Y me deja pensando en los deseos en esta etapa de mi vida. Honestamente lo que deseo es inalcanzable, un overhall es demasiado caro.

martes, 11 de diciembre de 2012

MANIFIESTO DEL TIGRE DE PUNTA GORDA


Los resultados de cultivar
los conocimientos humanos.
Un campesino sin tierra
no puede sacar utilidad de una ciudad
De igual forma, una ciudad sin profesión
no puede sacarle valores al campo
porque ambos se pueden amar
pero no arrebatarse lo de cada quien.

Alfonso Núñez. Alias "El Tigre".
El dinero hace la paz
con la palabra dame y yo te doy.
Ahora ofrecen productos contaminados
por uso de químicos.
Es trágico para la vida de quien sea.
Por eso el orgullo del campesino
debe ser ofrecer buena cosa
y el del ciudadano deberá ser
pagar bien por lo que consuma.


El santuario del Tigre.






Alfonso Núñez
Alias “El Tigre”
Comunidad Polo de Desarrollo
Punta Gorda, Bluefields.
Fotos: Jörg Mauelshagen.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

THERE’S NO TORTILLAS


Jörg,  un amigo alemán que vivió muchos años en Honduras —aún no pierde el acento, ese “Vos” fuerte al hablar— y radicado en Tucson, Arizona, salió hacia la montaña del sureste de Nueva Guinea con el fin de visitar a varios productores que están entusiasmados con la producción orgánica y evaluar el estado de los cultivos.

Partió en un taxi a las tres de la mañana hacia la parada del mercado municipal y viajó hasta la última colonia en un IFA. De allí agarró “la lechera” y se bajó en un río donde lo esperaban con bestias.  Hizo el viaje en cuatro días, uno de ida y otro de retorno. “También caminé en el lodazal, subiendo y bajando cerros”, dijo al regresar. De inmediato, por experiencia propia, comprendí que no aguantó el roce constante de la albarda en sus nalgas y por eso decidió hundirse con sus botas de hule nuevecitas en los hoyos del camino batido por las patas de las bestias.

Mostró fotos de la travesía, los cultivos visitados, los campesinos y sus casas. “Ve vos, hay un montón de monos Congos”, dijo. “Todo el día pasan aullando en las ramas de los grandes árboles”. “Mirá vos, que linda casa, de puro coyote”, dijo al mostrarme la foto de la vivienda de uno de los campesinos que visitó. “¿Y la gente?, es tranquila, ¿verdad?”, dije. “Sí, pero al inicio tímida”, respondió y me mostró la cantimplora donde guarda una pachita de aluminio. “Luego de unos traguitos de ron, entramos en confianza”, agregó carcajeándose. En varias fotos apareció un gallo grande y rojo. “Ese gallo me despertaba tempranito todas las mañanas” dijo.

En esa plática estábamos mientras el revisaba sus correos en la laptop.  ¿Y la comida?, pregunté. “Buena vos, comida campesina, pero bien”. Luego de un rato agregó: “Ve vos, esa gente no come tortillas, sólo yuca y guineo”. “Es la época, apenas comienzan a sembrarlo”, respondí y recordó sus tiempos en Tucson como animador de un show radial en una radio comunitaria. Seleccionó unas 600 canciones y me las obsequió. “There´s no tortillas”, dijo y le dio play a la canción de Lalo Guerrero, un chicano de Tucson. Al día siguiente, a la hora del desayuno, pidió tortillas. “There´s no tortillas. Se acabaron anoche”, respondí y le puse la canción que las añora.

Aquí les dejo este vídeo de añoranza por las tortillas.




lunes, 3 de diciembre de 2012

LA DESNUTRICIÓN INFANTIL EN BLUEFIELDS


Con el objetivo de conocer el estado nutricional de niños y niñas menores de 12 años en la ciudad de Bluefields y las comunidades Kukra River, Punta Gorda y Rama Cay, la ONG española IGNELIA en coordinación con el Ministerio de Salud realizó en el año 2010 un estudio descriptivo en 3,187 niños equivalentes al 20% del universo (15,760) según el Censo Nacional del año 2005.

La información de la población infantil de Bluefields y las comunidades se obtuvo del Programa de Inmunizaciones en las Unidades de Salud a donde acuden los niños con sus madres. En las comunidades se visitó a los hogares y escuelas. Se formaron grupos focales con un mínimo de diez madres de niños en edades sujetas de estudio. Para tomar el peso de los niños menores de 2 años se utilizó una balanza de lactante previamente calibrada, y en los niños mayores se utilizó balanza de pie, ambas graduadas en kilogramos. Una vez recolectados los datos, se realizó la valoración nutricional de cada niño, calculada a través de la relación entre peso, edad y sexo.

El estudio revela que el 20.23% de los niños y niñas menores de 12 años de la ciudad de Bluefields y sus comunidades presentan algún grado de déficit nutricional, lo cual es el doble de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) encontró en el año 2005 en el territorio nacional en los menores de 5 años. En relación a resultados obtenidos por el Programa Mundial de Alimentos en la Región Autónoma del Atlántico Sur en el 2005 (7.2%), se observa un incremento del  13.03% en el nivel de desnutrición infantil.

De la muestra total, el 48.66% fueron niñas (1,551) y el 51.33% niños (1,636). Según grupos etarios, los más afectados son los mayores de 5 años con 36.5% de peso inferior al normal. Según sexo, las niñas son las más afectadas con el 22.24% mientras que los niños presentaron el 18.33%.

Se estudió un total de 1.756 niños y niñas en las comunidades de Bluefields (55%) y 1.431 en la ciudad (45%), resultando más afectados los niños en las comunidades porque las condiciones higiénicas, de alimentación, acceso a la educación y a las unidades de salud son mucho más difíciles en el campo.

Los datos obtenidos con los grupos focales en la ciudad de Bluefields revelan que todos los días consumen arroz, frijoles, pan y plátano; 2 a 3 veces por semana carne o pollo, frutas muy poco y vegetales con poca frecuencia; el pescado 2 a 3 veces al mes. En las comunidades consumen arroz, maíz y frijoles diario; esporádicamente huevos y derivados de la leche; dos a tres veces al mes algún tipo de carne y aproximadamente dos veces a la semana pescado (en las comunidades que quedan a la orilla del mar). La duración de la lactancia materna en las comunidades dura cuatro meses en promedio mientras que en la ciudad entre dos y tres meses.

El bajo nivel de ingreso, el alto costo de los alimentos por el factor transporte y el escaso consumo de frutas, verduras, hortalizas y productos lácteos son factores que inciden en el estado nutricional de los niños y niñas de Bluefields y sus comunidades.

El Sistema de Salud en la RAAS tiene grandes retos para frenar y reducir los niveles de desnutrición infantil, entre otros: impulsar un programa de seguimiento a los niños desnutridos, mejorar la toma de medidas antropométricas en las diferentes Unidades de Salud, impartir charlas educativas acerca de lactancia materna y sobre el uso adecuado de los grupos de alimentos que existen en la zona.

Las autoridades Regionales deben agilizar el avance en la construcción de la carretera entre Nueva Guinea y Bluefields con el fin de abaratar el costo de los alimentos y fomentar la economía de patio al igual que granjas avícolas y porcinas.


Ronald Hill A.
Viernes, 30 de noviembre de 2012