Jörg, un amigo
alemán que vivió muchos años en Honduras —aún no pierde el acento, ese “Vos”
fuerte al hablar— y radicado en Tucson, Arizona, salió hacia la montaña del
sureste de Nueva Guinea con el fin de visitar a varios productores que están entusiasmados
con la producción orgánica y evaluar el estado de los cultivos.
Partió en un taxi a las
tres de la mañana hacia la parada del mercado municipal y viajó hasta la última
colonia en un IFA. De allí agarró “la lechera” y se bajó en un río donde
lo esperaban con bestias. Hizo el viaje en cuatro días, uno de ida y otro
de retorno. “También caminé en el lodazal, subiendo y bajando cerros”, dijo al
regresar. De inmediato, por experiencia propia, comprendí que no aguantó el
roce constante de la albarda en sus nalgas y por eso decidió hundirse con sus
botas de hule nuevecitas en los hoyos del camino batido por las patas de
las bestias.
Mostró fotos de la
travesía, los cultivos visitados, los campesinos y sus casas. “Ve vos, hay un
montón de monos Congos”, dijo. “Todo el día pasan aullando en las ramas de los
grandes árboles”. “Mirá vos, que linda casa, de puro coyote”, dijo al mostrarme
la foto de la vivienda de uno de los campesinos que visitó. “¿Y la gente?, es
tranquila, ¿verdad?”, dije. “Sí, pero al inicio tímida”, respondió y me mostró
la cantimplora donde guarda una pachita de aluminio. “Luego de unos traguitos
de ron, entramos en confianza”, agregó carcajeándose. En varias fotos apareció
un gallo grande y rojo. “Ese gallo me despertaba tempranito todas las mañanas”
dijo.
En esa plática estábamos
mientras el revisaba sus correos en la laptop. ¿Y la comida?, pregunté.
“Buena vos, comida campesina, pero bien”. Luego de un rato agregó: “Ve vos, esa
gente no come tortillas, sólo yuca y guineo”. “Es la época, apenas comienzan a
sembrarlo”, respondí y recordó sus tiempos en Tucson como animador de un show
radial en una radio comunitaria. Seleccionó unas 600 canciones y me las
obsequió. “There´s no tortillas”, dijo y le dio play a la canción de Lalo
Guerrero, un chicano de Tucson. Al día siguiente, a la hora del desayuno, pidió tortillas. “There´s no tortillas. Se acabaron anoche”, respondí y le puse la canción que las añora.
Aquí les dejo este vídeo
de añoranza por las tortillas.
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