Ningún ciudadano de este país puede poner en tela de duda que la mayor riqueza que posee Nicaragua se encuentra en el inmenso territorio que conforman las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense. Hay que enfatizar en eso cada vez más, porque hasta hoy, en los albores del siglo XXI, la población de dichas regiones no puede disfrutar de esas riquezas que la naturaleza les ha brindado al permanecer en el abandono y la miseria. Más aún, no existe una estrategia de desarrollo regional coherente que se inserte en el marco del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de Norteamérica, con el ALBA y, con sus beneficios, poder cubrir todas las necesidades básicas insatisfechas de su población.
A finales del siglo XIX e inicios del XX la llamada Reserva Mosquita, mantenía relaciones comerciales con empresas de los Estados Unidos de Norteamérica establecidas en Nueva Orleáns y otras de las islas del caribe. Los principales rubros que se vendían eran bananos, madera, oro, coco y hule. La ciudad de Bluefields era el principal centro comercial por su cercanía al puerto El Bluff. Toda esa prosperidad motivó a promulgar el decreto legislativo que le dio categoría de ciudad el 5 de Octubre de 1903.
Después de transcurridos más de 100 años parece ser que nunca más volverán a prosperar, aun cuando el territorio y los ciudadanos del Caribe “están reincorporados” con derechos consignados en la Constitución Política de Nicaragua y en la Ley de Autonomía. ¿Por qué se da esta situación si esas Regiones tienen “memoria comercial” de larga data con el Caribe y los Estados Unidos de Norteamérica? Hoy tenemos un Estado Moderno, de economía abierta, con vínculos comerciales entre naciones como nunca antes. Existen un sinnúmero de leyes que inciden en el usufructo de la riqueza del Caribe tales como La Ley de Pesca y Acuicultura, Ley de Minas e Hidrocarburos, Ley de Tierras Comunales, Ley de Promoción e Incentivo al Turismo, Ley de Inversiones Extranjeras, leyes y más leyes.
Las mayores bellezas escénicas y paisajísticas del país están en el Caribe. La promoción del turismo es prácticamente nula. Tantos cayos, islas, lagunas, playas de arena blanca, aguas cristalinas con diversos tonos azulados, vida marítima en abundancia en miles de kilómetros de arrecifes, etc., esperan por los proyectos de inversión turística en los cuales los caribeños puedan involucrarse aportando contrapartidas a la inversión externa. Ningún país de Centroamérica posee la riqueza marítima que hay en la Costa Caribe, camarones rojos y blancos, langostas, peces en variedad sin explotarse, caracoles, moluscos, etc. que no son aprovechados al máximo, por la inexistencia de plantas de procesamiento industriales que le incorporen el valor agregado necesario y la flota de barcos adecuada manejada por pescadores de tradición milenaria propios de la región. Extensiones de tierras que no se aprovechan con proyectos que promuevan practicas agroforestales destinadas a producir hule, cacao, coco, etc. debido a los conflictos y litigios que han provocado muertes al no ser legalizadas en el marco de la ley.
Ríos caudalosos y navegables recorren de oeste a este la Regiones Autónomas. Plantas hidroeléctricas son necesarias en estos tiempos de crisis y “guerra petrolera”. Con el desarrollo de estas dejaríamos de ser menos dependiente del petróleo y, porque no aspirar a elevar los ingresos del país, exportando energía a nuestros vecinos.
Se requieren inversiones en las Regiones Autónomas. El Estado Nicaragüense debe propiciarlas destinado las partidas presupuestarias para ello, no importando si deben realizarse en un período de gobierno o más, y buscar a los mejores socios comerciales que estén dispuestos a invertir para volver a la prosperidad y bienestar en el Caribe.
Tenemos los recursos y las leyes que regulan su usufructo. Lo que hace falta es reconocer con verdadero sentido de nación que mientras esa parte de Nicaragua, la más rica en todos los sentidos, la Costa Caribe, continué abandonada y vista como un gran territorio con grupos étnicos atrasados, el país no podrá jamás salir de la pobreza. El gobierno central así como los diputados de la Asamblea Nacional, deben comprender de una vez por todas, que mientras la Costa Caribe continué así, su gestión de gobierno será un fracaso. Similar es para los gobiernos y consejos regionales, criticados frecuentemente de ser ineptos e inconsecuentes con las aspiraciones de su pueblo. ¿Hasta cuando volverá a florecer el Caribe?
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
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