Que se vayan los zopilotes, que desaparezcan
de las
calles y caminos, de los corredores de las casas,
que sus gruñidos
y siseos callen para siempre,
zopilote
bañado en aguas negras, lárgate con tu aleteo.
Que vengan
otras aves, que remplacen su figura oscura,
llevando regocijo
a nuestras vidas.
Que el
carpintero tamborilee y tamborilee a su antojo
en un
tronco de cedro con sus alas blanquinegras
y su mechón
rojo hasta saciarse con redobles de alegría.
Que nos
deleite con su canto el cenzontle, que imite
sonidos milenarios con su plumaje cubierto de chocolate.
Dejemos que
cante la paloma, que nos arrulle con sus
sonidos roncos,
guturales, suspiros que emergen desde su interior
como
enamorados al besarse.
Que los
parques se llenen de aves multicolores,
y desde la
niebla profunda del río, entre las líneas de su curso eterno,
surja la vida
fecunda y trasparente que nos congregue
a celebrar el nuevo día.
21 de agosto de 2022.
Foto Propia.
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