Esta ciudad
se rompe en dos,
con un río
y diversos cauces a sus lados.
Un sol solitario
y ardiente,
enciende ánimos
en el frenético gentío
que por sus calles va y viene.
Y cuando llega
la lluvia todo lo inunda,
la pista
del pasado, las calles y los cauces.
Los carros
y los taxis como bestias enojadas,
transitan por las calles pringando desgracias.
Al anochecer una luna triste muestra su destello.
La brisa fría
llega desde el río,
golpea el cuerpos de los habitantes
que bajo mantas
sienten el sudor del techo
cayendo sobre
el plástico negro que protege sus sueños.
A lo lejos, están los
árboles esbeltos,
solitarios en el campo
y entre los techos,
y en la memoria de los
ancianos que los tumbaron.
En el silencio de la extensión
abierta,
el canto de los
pájaros,
se escucha sin
fuerzas.
Es un canto de
tristeza.
Domingo, 8 de Mayo de 2022.
Nueva Guinea, RACCS.
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