La crisis socio económica que se vive en la Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua es recurrente porque ningún gobierno, sin excepción, ha podido contribuir a resolverla. Hemos visto hasta la saciedad las manifestaciones de esta cruda realidad: despale indiscriminado en zonas de reserva biológica, drástica reducción en los niveles de captura de mariscos, reducción en los niveles de productividad agrícola, red vial en permanente estado de deterioro, altos niveles de desempleo, hambre y miseria, institucionalidad autonómica de papel sin valoración positiva por parte de la población.
Se ha remarcado, hasta la saciedad, que el territorio de las Regiones Autónomas es el mas rico pero, contradictoriamente, con los mayores índices de pobreza y marginación del país. Se reconoce sus aportes a la economía nacional en pesca, agricultura y ganadería, minas, bosques y productos de la madera y turismo. Se estima que la contribución económica de las actividades productivas de las Regiones Autónomas al PIB de Nicaragua es alrededor del seis por ciento lo cual es bajo en relación al potencial existente. Las actividades productivas más importantes imprimen el carácter de economía primaria con carácter agroexportador donde se emplea aproximadamente las tres cuartas partes de la población económicamente activa ocupada. Las actividades con mayor peso en el PIB Nacional, según su orden de importancia son: la pesca (42%), silvicultura (31%), pecuario (21%), minería (14%) y agricultura (13%).
Históricamente el modelo de producción en la Costa Caribe se ha estigmatizado como el de “economía de enclave” donde grandes empresas trasnacionales controlan la producción, distribución, consumo y apropiación de los excedentes económicos obviando las leyes del país, imponiendo un estado dentro del nuestro. La realidad pone al descubierto todo lo contrario ya que un alto porcentaje las actividades productivas son desarrolladas por economías de subsistencia familiar y comunal. La mayor absorción de mano de obra se da principalmente en los sistemas productivos agroforestales de las comunidades indígenas y afrodescendientes, en la economía campesina de subsistencia en los territorios intermontanos, llanos y costas, en la pesca artesanal de litoral, en ríos y en las intermediaciones de las lagunas costeras. El nivel de desarrollo del sector secundario de la economía en la Regiones Autónomas es prácticamente inexistente a excepción del procesamiento de camarones y langostas que cuenta con más de medio siglo de existencia, lo que es un indicador del bajo nivel de desarrollo de la actividad industrial a pesar de la abundante dotación de recursos naturales con potencial de transformación para abastecer el mercado regional, nacional e internacional.
El aporte al PIB Nacional de las Regiones Autónomas pone en evidencia el potencial existente y es preciso reformular nuevos argumentos más allá de aquellos que indican que no son dinámicas desde el punto de vista económico, con los que se pretende mantener el perverso circulo de exclusión histórica, económica, social, cultural y política que se ha padecido desde la anexión de 1894 como resultado de la ausencia de políticas de inversión y de considerarlas como fuente inagotable de materias primas y recursos naturales.
Es preciso releer la realidad económica de la Regiones Autónomas y ubicarlas en su contexto conjugando actores participantes, carencias y potencialidades en cada uno de los sistemas productivos para definir planes de inversión acorde con las expectativas de población, municipios, gobiernos regionales y fuentes confiables de financiación. El Estado debe ser el principal actor que garantice, con la participación activa de los Consejos Regionales, la elaboración de un Plan de Desarrollo de la Costa Caribe de Nicaragua que pueda concretizarse en la realidad y que supere el estado de deseos y “buenas intenciones” que posee el Plan de Desarrollo Humano de la Costa Caribe promovido por el Consejo de Desarrollo de la Costa Caribe. Las buenas intenciones no lograrán jamás superar los siglos de abandono, miseria y marginación sufrida por los pueblos de las Regiones Autónomas, mucho menos el hecho de que los planes hayan sido formulados de manera participativa por funcionarios del gobierno central de origen costeño garantiza que sean convertidos en una realidad y que no se archiven en la memoria del abandono.
Ronald Hill Álvarez
Martes, 13 de julio de 2010
La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
hillron@hotmail.com