La tradición de la gente de Bluefields, “los bluefileños”, es cosa aparte. No he encontrado un lugar en mi bello país donde se manifieste como en mi querido Bluefields. Mi ciudad de campos azules tiene una tradición que no sólo se manifiesta en la comida (rondón, gallo pinto con coco, patti, etcétera), o en el ritmo caribeño llamado Palo de Mayo. No es sólo eso. Es la alegría de vivir la vida, es el orgullo caribeño que por generaciones ha mantenido ese algo que cualquier visitante lo puede ver y sentir. Muchas veces, lo pasamos por alto porque no lo valoramos; me refiero a vivir la vida en constante comunidad, en un espacio que es de todos: las calles de Bluefields y sus añoradas esquinas. Sí, los bluefileños vivimos y hacemos comunidad en la calle, en las esquinas. Las esquinas de Erasmo, de Wing Sang, la esquina del duqui y muchas otras, son puntos de encuentro y reunión de los habitantes de Bluefields.
Las calles y sus esquinas son el nervio y pulso de mi ciudad. La vida nocturna comienza en las esquinas que son punto de encuentro de hombres y mujeres, para compartir lo bueno y lo malo del día. El día se concretiza al caer la tarde y culmina con el encuentro en la calle. La calle y esquina fortalecen los lazos de amistad y compañerismo entre los bluefileños, alimentados por la fresca brisa de la bahía. Todo cambia después del encuentro en la esquina. Nos sentimos con nuevos impulsos para continuar en la búsqueda constante de algo que nos mueve, nos cuestiona, nos obliga a buscar al otro para juntos discutir, hablar, analizar, soñar.
Todo puede suceder en ese encuentro: discutir sobre la problemática nacional, sobre la autonomía, la gestión del alcalde, sobre los precandidatos a la alcaldía, los aspirantes a diputados, la falta de empleo, el gobierno regional y los concejales regionales, del poder ciudadano, se habla de todo. Además de hablar, se concretizan cosas que se convierten en realidades: el encuentro entre novios y amantes, la organización de una fiesta no programada, la visita inesperada a un amigo que después de trabajar largos meses embarcado ha regresado de vacaciones, la búsqueda constante de consenso para hacer propuestas de cara a mejorar la gestión pública.
Pero no todo es agradable, al menos no todo el tiempo lo ha sido. Actualmente, la calle después de determinadas horas se ha convertido en un sitio inseguro para los bluefileños y los que visitan la ciudad. Ese mal que aqueja a la sociedad bluefileña irrumpió sin invitación, invadiendo el espacio en que construimos comunidad. El tráfico de drogas ha desfigurado ese gran valor que por años ha sido orgullo de los bluefileños, igual que los actos de delincuencia que cada vez se tornan más violentos. Pero desde la misma vida comunitaria que construimos en las calles y esquinas, podemos y debemos combatir esos males que nos aquejan. Si la calle y esquinas son los puntos de encuentro y reunión, también son el punto para iniciar el proceso de eliminación de estos males que, poco a poco, van desfigurando la vida social heredada de generaciones y que es el orgullo de los habitantes de Bluefields.
Antes se decía que la seguridad ciudadana en Bluefields era mucho mayor que en otras ciudades del país. No debemos dormirnos frente al acecho creciente de esos males que, gradualmente, van carcomiendo la tradición. No lo podemos permitir. ¿Qué podemos hacer, desde la tradición de vivir y disfrutar la vida en las calles y esquinas, para combatir esos males?
Muchas son las respuestas, estoy seguro. Desde mi perspectiva, tres grandes cosas podemos hacer: en primer lugar, declarar que la vida en la calle y las esquinas es un patrimonio heredado por nuestros ancestros y que nunca jamás vamos a tolerar que esos males terminen con eso que es parte de nuestro orgullo; una segunda acción es hacer trabajo en las calles y esquinas, dirigidos a la prevención del delito y recreación de nuestros jóvenes (hombres y mujeres) con programas elaborados y ejecutados por el gobierno municipal y las delegaciones ministeriales (MIFAMILIA, Policía Nacional, Ministerio de Gobernación, etc.), las organizaciones civiles sin fines de lucro que en sus principios contemplan actuar en ese sentido y las diferentes iglesias, principalmente la Morava y Católica. No se requieren muchos recursos económicos ni financieros, porque basta con insertarse en ese mundo de las calles y esquinas para lograrlo. Por ultimo debemos promover y rescatar la mejor calle y esquina, con sus mejores acciones desarrolladas en beneficio de la comunidad, se trata de regresar a la misma comunidad. Se requiere capitalizar ese gran valor que existe en la sociedad blufileña: la alegría de celebrar la vida, de buscarnos y juntos hacer y soñar. ¿Qué no se podría hacer desde las calles y esquinas por nuestra ciudad?
Cuando los bluefileños no estamos en nuestra ciudad, ya sea en Managua, en otro país, en cualquier lugar que no es Bluefields, siempre estamos atentos a buscarnos para encontrarnos, ya no en la calle y esquina, sino en el centro de Miami, en los sitios caribeños que han proliferado en Managua, en las casas de los amigos y amigas, para seguir haciendo realidad ese legado que hemos heredado y que forma parte de la vida de los bluefileños.
Foto: Arpillera realizada por Nydia Taylor, "Ribon Pole".
Ronald Hill Álvarez
Nueva Guinea, RAAS