En una tarde
lluviosa,
cuando el
camino brilla con la lluvia,
caminé de
prisa chapaleando lodo,
acosados mis pensamientos
por problemas sin resolverse.
Miré hacia
un lado, borrosa ente la brisa,
la luz
acogedora de una tienda.
Vi a través de
la ventana
estantes llenos
de colores:
lucecitas parpadeando,
arbolitos navideños,
cohetes y triquitraques,
tambores,
cajas de
chocolate, caramelos,
juguetes a
montones.
Un desorden patético
y barato.
Con ojos
expectantes
mi infancia apresurada
regresó.
Una vez más
eran tesoros deseados.
Con codicia volví
la mirada sobre las canicas,
los patines,
la bicicleta, los aviones y balones.
Luego seguí
por el camino bajo la lluvia.
En una tarde
lluviosa,
cuando el
camino brilla con la lluvia;
allí, en la
ventana iluminada de la tienda,
dejé mi
niñez”.
05/12/15