Indiscutiblemente, el principal
atractivo de El Bluff es su playa, la playa del Tortuguero, llamada en estos
tiempos “Bluff Beach”. Para llegar a “El Paraíso”, así le llaman las nuevas generaciones
de Blofeños, se debe tomar una panga en Bluefields, y luego de unos 15 minutos
de travesía, en los que se aprecian los cayos de la bahía, pescadores nativos
en sus cayucos de vela, aves marinas, pasajeros que viajan a Bluefields dándote
saludos, barcos que cruzan el canal en la parte norte de la bahía de Bluefields
en dirección al Río Escondido y otros saliendo por la barra hacia el Mar Caribe,
los chamberos te esperan en el muelle de las pangas, entre ellos Wesley y Pelé.
Allí mismo, a un lado del muelle,
puedes tomar una moto-taxi o “caponera” para trasladarte hasta la playa al
precio de veinte córdobas por persona. Si no tenés prisa, si quieres conocer El
Bluff, hay solamente dos rutas a tomar.
A la izquierda del muelle, a unos
diez metros, hay una subida que te lleva al antiguo andén del puerto. Al
caminar vas a ver una malla metálica que bloquea todo el sector de la aduana
así como los vestigios de casas que fueron bellas hace muchos años y que el
huracán Juana dejó en ruinas, pero con la ayuda de Hábitat para la Humanidad
las familias lograron reconstruirlas parcialmente. En el trayecto vas a encontrar
la Capitanía del Puerto y frente a ella un portón clausurado que prohíbe el
paso hacia el muelle de la aduana. Al llegar al acceso que da a las oficinas de
la aduana, vas a ver a la derecha unas gradas que antes podías tomarlas para
subir al parque de la loma de El Bluff donde vivió por muchos años el coronel
Alejandro Peters, pero hoy se encuentran bloqueadas con láminas de zinc que no
permiten el acceso. Un poco más en el trayecto vas a ver a tu izquierda el
cuartel de los guardias, hoy llamado base naval de El Bluff, y un portón metálico
resguardado por guardias nerviosos que bloquean el paso. No te detengas y sigue
caminando. Vas a llegar a un punto desde el cual la playa del El Bluff te da la
bienvenida en la distancia, ese punto en que te encuentras y la ves de frente,
es la esquina de Miss Lilian, llamada así en los tiempos gloriosos de El Bluff.
Debes seguir caminando y llegaras a la iglesia Morava y, unos metros más hacia
adelante, a la capilla de la iglesia católica. Allí, en frente de la iglesia está
el colegio, y detrás el cementerio. Si sigues la bajada no muy marcada vas a
ver el parque de El Bluff, propiamente donde antes se jugaba béisbol y futbol.
En ese sector siempre hay moto-taxis y, si quieres ir más allá de ese punto, puedes
hacer un tour por los diferentes sectores que conforman el pueblo.
La otra vía para llegar a la
playa es tomando directamente una moto-taxi para que te traslade, pero también
puedes tomar una panga y arreglar el traslado hasta el muelle de la playa.
Muchas personas que quieren ir directamente desde Bluefields alquilan una
panga, es decir, pagan el viaje expreso ida y vuelta con lo que se evitan la
desesperación de esperar que los pangueros llenen la panga de pasajeros. Si vas
con un grupo te recomiendo esta última opción que cuesta 40 dólares el viaje
redondo, evitándote estar pendiente de la panga para que te traslade de regreso
a Bluefields.
La playa de El Bluff es prácticamente
virgen, en el sentido que no existen construcciones que alteran el paisaje. Vas
a encontrar varios ranchos, pero solamente funciona uno todos los días de la
semana. ¿Por qué? Por varias razones.
La playa de El Bluff como destino
turístico solamente es promovida por las autoridades municipales e INTUR para
la época semana santa. Los habitantes de Bluefields son poco asiduos en
disfrutar del mar, aún cuando lo tienen frente a la bahía, y se convierten en
playeros para la época navidad y año nuevo. En esas épocas del año, la mayor
parte de los visitantes se traslada con sus alimentos y bebidas lo que provoca
un bajo nivel de consumo de los productos que ofertan los dueños de los ranchos
(comida, cervezas, gaseosas, agua embotellada y ron), reduciendo el ingreso
local.
Los dueños de los ranchos también
tienen limitantes que deben superar, como disponer de servicios sanitarios y
agua potable permanente, aspectos vitales a los que todo el visitante debe
acceder de manera permanente.
La escasa actividad turística mantiene
desmotivados a los dueños de los ranchos y sus problemas se vuelven cíclicos. Cada
quien mira por sus intereses y se preocupan por estar activos en las épocas del
año antes mencionadas. Sin unidad no conseguirán superar sus problemas. Entre
todos podrían crear una oferta de servicios más estable, gestionar promoción
permanente frente a las autoridades, adquirir una o dos pangas para el traslado
de los clientes desde o hacia Bluefields y hacer publicidad de sus servicios.
Con el tránsito permanente de vehículos
en la carretera de Nueva Guinea a Bluefields, se abre una ventana de
oportunidades para hacer realidad el turismo de playa en El Bluff. Pero
mientras llega ese momento, me tomo la libertad de recomendar a mi amigo Javier
Benavidez, el único que se mantiene 365 días del año prestando atención en un
rancho de la playa.
Si en tus planes está contemplado
disfrutar de la playa, aquí te dejo su número de teléfono, 8361431, para que lo
llames. Estoy seguro que vas a pasar un día ameno y tranquilo disfrutando del
Mar Caribe y él te pude platicar sobre la historia de El Bluff.