La producción de leche se sostiene por el trabajo laborioso de miles de pequeños y medianos productores ganaderos a lo largo y ancho del territorio nacional. El sistema de producción que practican es catalogado como de “doble propósito” porque no existe especialización tendiente a la producción y se obtiene de un mismo hato o rebaño los principales productos de demanda creciente por parte de la población: carne y leche.
Se tipifica como tradicional por ser el empleo de tierra, ganado y mano de obra sus factores económicos predominantes. Los niveles de productividad a nivel nacional son bajos. La tasa de parición es del 45 por ciento, mientras que el intervalo entre partos es mayor a los dieciocho meses; la producción de leche por vaca por día es de 3.8 litros, los novillos alcanzan el peso deseado para el sacrificio, entre 380 y 400 kilogramos, a los tres y medio o cuatro años.
Los pequeños productores y el campesino “finquero” de montaña se encuentran atomizados. Ordeñan al “pie de la vaca” bajo las inclemencias climáticas, transforman la leche en queso artesanal con mano de obra familiar y lo transportan grandes distancias en bestias para comercializarlo en los “puertos de montaña” donde funciona la ley de un sólo precio debido a que el mercado se satura, provocando la baja del precio que es establecido por intermediarios acopiadores que obtienen los excedentes.
Los pequeños y medianos productores ubicados en zonas con acceso a caminos, tales como “la vial láctea” ubicada en Muy Muy, Matiguas y Río Blanco, “el cuadrilátero lechero” ubicado en Nueva Guinea, El Almendro y El Coral, así como los productores de la zona de Boaco, Camoapa y Chontales, venden la leche fluida en pichingas al borde de carretera a plantas acopiadoras de inversionistas salvadoreños y hondureños que la transforman en queso para exportarlo a sus países, obteniendo grandes ganancias por el diferencial del precio pagado al productor nacional y el precio que pagan los consumidores en sus países de origen.
En esas zonas han surgido cooperativas lecheras como respuesta de los productores para enfrentar unidos los retos de sus empresas. Sus sistemas de producción se han visto mejorados por inseminación artificial, construcción de galeras para el ordeño y su higiene, introducción de pastos mejorados y de corte, suplementación con sales minerales; elevan así sus volúmenes de producción y productividad a tal grado que han construido pequeñas plantas de acopio y procesamiento en las que producen queso, crema, quesillo y yogurt. A pesar de ello, no tienen capacidad de transformar toda la leche acopiada y, luego de almacenarla en tanques de enfriamiento, abastecen a las grandes plantas industrializadoras existentes en el país.
El ordeño sin ternero, la suplementación alimenticia con concentrado y el doble ordeño, son características que definen una granja lechera especializada. Estas representan menos del dos por ciento del total de unidades productivas del país y se concentran alrededor de los grandes centros urbanos. Sus propietarios están vinculados a la industrialización, exportación, financiamiento, tecnología, a los grupos de poder y a las grandes organizaciones gremiales que luchan incesantemente por el alza de los precios de la leche, en la búsqueda constante de maximizar su tasa media de ganancia, lo cual es legítimo ante el incremento de los costos de producción.
Los exportadores de queso y las plantas industrializadoras son los que se apropian de los excedentes económicos del sistema. El incremento del nueve por ciento en el costo de la energía eléctrica distorsiona su estructura de costos, igual que el incremento del precio del concentrado en las granjas lecheras especializadas. La fuente principal para negociar un incremento del precio de la leche al consumidor que sufre las consecuencias del alza generalizada de los precios de mercado, exceptuando el precio de su propia fuerza de trabajo provocando conflictividad social, se encuentra en la estructura de costos de esos tres agentes económicos y es en ellos donde las instituciones del Estado deben incidir para cumplir con su rol regulador ante la inequitativa distribución de la riqueza.
La industria láctea pretende regresar a la época en que importaban más de diez mil toneladas de leche en polvo para ofertar leche fluida. El precio en el mercado internacional de la misma asciende a 3590 dólares y el gobierno debe evitar que lo logren libre de aranceles bajo el argumento de cuotas preferenciales contingentes, lo que equivale a decir de manera subsidiada. Nicaragua produce suficiente leche para abastecer el mercado nacional y es el momento oportuno para definir políticas públicas coherentes que beneficien a consumidores y a los pequeños y medianos productores de leche.
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
Miércoles, 18 de enero de 2012