Anoche la lluvia en Nueva Guinea fue intensa, dos horas o
más,
luego dejó alrededor empapado,
humedad por fuera y por dentro de todo,
una calma absorbente atrayendo los
sentidos.
El mosquitero forma una rectángulo que
cubre la cama,
invitando al cuerpo con sus párpados perezosos,
y me deslizo en la burbuja que acurruca mis
sueños.
El recuerdo vuelve una y otra vez, es su
figura un deleite.
Va y viene, camina ligero, corre veloz,
cabello al viento,
y se aferra al cuerpo con dominio interplanetario,
un polvo del pasado en el presente, un poema
deslizándose en la piel, brillando en los ojos,
y de repente desaparece como si los
sentimientos
y deseos no significan nada.
La medianoche ha comenzado,
divide la oscuridad en antes y después.
La luz del día se muestra al noreste del parque,
pero el poema sigue allí aferrado en la
mente
como un regalo de la noche lluviosa.
17/06/2024
Foto: Internet