Creciste escuchando voces orientales,
fusionándose con el hablar del
mestizo
y el grito del creole a tu alrededor.
Flauta y pipa callaron,
el bombo y el tambor sonaron.
Palo de Mayo, cumbia y reggae
bailaste,
ritmos que por tus venas fluyen,
Chinita caribeña,
impulsando los latidos de tu
inquieto corazón.
La bata pegadita, socadita
que usabas de chiquita,
te hacia caminar dando pasitos cortos
sobre una nube de sueños mágicos,
importada en toneles clandestinos.
El pan bond, el alo con flijol,
el aroma a coco y lo salobre del
mar
llenaron tu alma de ilusión.
La sonrisa en tu carita, chinita
caribeña,
será siempre parte de mi visión.
Tus ojitos, chinita caribeña,
reflejan los destellos de la luna
reinando en la bahía,
desapareciendo al verlos la
soledad
de mi vagabundo corazón.
Tu piel, chinita caribeña,
cual arena blanca de los cayos
expuesta al sol
embellece el territorio
multiétnico
que amas desde muy pequeña.
Tus jeans y camisetas
revelan la figura de diosa,
asentada para siempre en el
caribe
con magia y alegría de pólvora.
Chinita caribeña, orgullo de mi región.