La economía en los territorios titulados de la Costa Caribe no es homogénea, pero poseen rasgos afines que determinan una racionalidad económica común: se caracterizan por el asentamiento humano de familias (misquitos, sumos, mayangnas, ulwas, ramas, afrodescendientes y mestizos) en una propiedad comunal, explotada por sus integrantes conforme a una lógica productiva orientada a la satisfacción de sus necesidades de consumo y a la reproducción de sus condiciones de existencia; suelen articularse a nivel local en alguna forma de comunidad más amplia que las inserta en una estructura comunal, micro-regional y regional, con base a complejas y diferenciadas relaciones económicas, sociales y culturales.
Sus integrantes realizan diversas actividades en todos los aspectos y diferencias estacionales que se dan en la parcela; el pastoreo y crianza de ganado, aves y cerdos; la preparación y conservación de alimentos y bebidas; el mantenimiento y mejora de instalaciones; el aprovechamiento de los recursos del bosque; la caza y pesca; el tejido y labores artesanales; las operaciones comerciales, de intercambio y reciprocidad; el cuidado de los enfermos, la educación de los niños y la participación en actividades ceremoniales y sociales.
La gestión la ejerce el jefe de la comunidad, pero con amplia discrecionalidad por parte de las personas responsables de las diferentes funciones y tareas. El factor tecnológico está entrelazado con el hábitat, las costumbres y la cultura, y se manifiesta en el saber práctico sobre cultivos, crianzas, clima y medio ambiente, compartido por las distintas comunidades y que se transmite de generación en generación por vía oral y ceremonial. Los medios materiales se asientan todos sobre la tierra poseída y no son valorados, cambiados o desechados por la rentabilidad y ganancia, sino en cuanto a medios de vida con los que se establecen vínculos de pertenencia, afecto y reciprocidad.
Bajo estas condiciones, pareciera que no experimentan dinámicas de expansión y desarrollo, o que sean muy lentos y apenas sujetos a cambios observables. Si existe dinámica economía, ¿cómo se explica que se mantengan en la pobreza y no experimenten un desarrollo humano y social efectivo? El subdesarrollo y pobreza es atribuible al hecho que las formas económicas capitalistas los llevaron a una integración parcial y subordinada en los mercados modernos, al mismo tiempo que mutilaron y desordenaron sus formas tradicionales, con el resultado que no han llegado a contar con los beneficios y oportunidades de aquellas ni de éstas.
El nivel y calidad de vida, evaluado no en términos de la posesión de dinero y productos sino conforme a parámetros de satisfacción personal y social de necesidades, de autonomía y control de las propias condiciones de vida, y de integración social, eran sin duda superiores cuando sus formas económicas distintivas se desplegaban coherentemente sin interferencias de la modernidad, a cuanto lo son ahora.
Esas interferencias han consistido en invasión de los territorios, expropiación de tierras, exterminio militar, imposición de tributos expoliatorios, sustracción de la riqueza acumulada (bosques, recursos marinos, metales preciosos), en la introducción de enfermedades desconocidas para ellos y en exigencias de adaptación a ordenamientos jurídicos que no corresponden a sus formas de vida, a su cultura ni a su organización económica. Sin esas interferencias, después de siglos transcurridos, se hubieran podido desplegar procesos de expansión y diversificación económica que los habría llevado a alcanzar niveles y calidad de vida superiores a los que tienen actualmente.
Con las tierras bajo el dominio y posesión de los pueblos indígenas, cabe preguntarse sobre su futuro desarrollo. La demarcación y titulación es un esfuerzo de muchos otros necesarios. Es preciso recuperar sus valores e identidad cultural lo que se vincula estrechamente a la revalorización de formas de trabajo, tecnología, organización, distribución y reproducción económica que objetivan dichas culturas; formas económicas que se distinguen por consistentes elementos comunitarios y de integración solidaria.
Para que tengan proyección de futuro y contribuyan al desarrollo, es necesario que la revalorización de las formas de organización y de los contenidos fundamentales de la racionalidad económica que le son propias se efectúe, no negando ni contraponiéndose radicalmente a la modernidad, sino aprovechando todos aquellos contenidos que puedan creativamente asimilar y hacer propios sin interferencias nefastas.
El encuentro de esas búsquedas autónomas es el camino para que dichas potencialidades puedan desplegarse eficazmente con el contacto, intercambio de experiencias y el establecimiento de relaciones económicas reales entre esos pueblos y otros grupos humanos que convergen hacia una racionalidad económica similar fundada en la solidaridad y el trabajo.
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS.
Lunes, 23 de julio de 2012