Tala de bosques, áreas protegidas que han sido arrasadas por la presencia humana, sistemas de producción agropecuarios no aptos para ciertas zonas del país, han sido parte de titulares y artículos de opinión en los diarios del país.
Tal parece que el problema ecológico, la “cuestión ecológica” vuelve a ocupar un papel importante en el debate nacional y es legítimo porque nuestro país, además de las crisis políticas recurrentes, que tienen su origen en lo económico y sus efectos en lo ecológico, padece de un proceso creciente de deterioro medioambiental. El problema sobrepasa nuestras fronteras, es mundial porque lo padecen tanto los países industrializados como los países pobres pero con matices diferentes.
Tal parece que el problema ecológico, la “cuestión ecológica” vuelve a ocupar un papel importante en el debate nacional y es legítimo porque nuestro país, además de las crisis políticas recurrentes, que tienen su origen en lo económico y sus efectos en lo ecológico, padece de un proceso creciente de deterioro medioambiental. El problema sobrepasa nuestras fronteras, es mundial porque lo padecen tanto los países industrializados como los países pobres pero con matices diferentes.
Ante esta situación se han adoptado medidas y acciones cuyo comienzo ha sido la definición de políticas ecológicas y medio ambientales por parte de los gobiernos locales, nacionales e internacionales. En algunos casos se prohíbe o restringe el uso de agentes contaminantes, como por ejemplo los agroquímicos integrantes de la “docena maldita”, en otros casos se aplican impuestos o multas a quienes dañan el ambiente con desechos contaminantes, transfiriendo al menos una parte de los costos de su solución a quienes los causan. También se aplican políticas de incentivos, como en el municipio de Nueva Guinea donde los productores que tienen el 20% de su propiedad reforestada o con árboles protegidos no pagan el impuesto sobre la tierra, y se fomenta también el diseño e implementación de tecnologías ecológicamente mas refinadas.
La sociedad civil también desarrolla acciones para enfrentar el problema de las cuales los movimientos ambientalistas y organizaciones preocupadas de la cuestión se han hecho promotoras. La acciones se despliegan en dos planos: por una parte denunciar situaciones puntuales y crear conciencia sobre el problema, y por otra, ejecutar acciones que aportan a limitar ciertos deterioros y desequilibrios ambientales como la plantación de árboles (miles de proyectos de reforestación dispersos), salvar especies en extinción así como reciclar desechos y otras mas. ¿Están llevando estas políticas y acciones a una efectiva superación del problema? ¿Son lo suficiente para hacer frente a desequilibrios tan complejos que afectan globalmente a nuestro país? Son políticas y acciones indispensables que en algo contribuyen a enfrentar el problema.
El problema ecológico surge de la relación del hombre con la naturaleza. Esta relación no es directa como la que establecen los animales porque somos creativos mientras que estos obtienen y extraen de ella lo que necesitan tal como lo encuentran efectuando modificaciones en pequeña escala. Lo consumen naturalmente y le devuelven también naturalmente los residuos. Su vida entera es parte y se desenvuelve al interior del sistema ecológico.
Nuestra relación con la naturaleza está mediatizada por la economía. La economía es, en esencia, un proceso de intercambio vital entre el hombre y la naturaleza, por el cual resultan ambos transformados y, es precisamente porque entre el hombre y el medio ambiente media la economía, que la ecología se constituye como problema.
Si la transformación de la naturaleza y del hombre se verifica a través del intercambio vital entre ambos, su resultado puede ser humanizador y destructor al mismo tiempo, por lo que es decisivo el modo en que se efectúa dicha transformación lo que implica que los resultados positivos o negativos dependerán fundamentalmente del modo de hacer y organizar la economía. La cuestión ecológica se trata de un problema de la economía.
Verlo desde esta perspectiva, que es el de la causa, y no en la naturaleza, donde se manifiestan sus efectos, abre a los hombres la posibilidad de controlarlo realmente porque podemos controlar la economía, que depende de nosotros mismos, pero no así la naturaleza que nos sobrepasa y de la cual somos parte. Si la ecología depende de la economía, el grave proceso de deterioro ambiental del país pone nuevamente de manifiesto, en otro ámbito, la existencia de muy serios problemas en la economía tal como se encuentra organizada actualmente.
Del crecimiento de esta misma economía no podrá esperarse más que una situación mucho mas grave y aguda del problema: más gráficamente se puede afirmar que esta economía está enferma de un mal que se manifiesta precisamente en un crecimiento desigual y excluyente en que unos pocos se apropian de los excedentes en todo el circuito económico: la producción, la distribución, el consumo y la acumulación.
Nuestra relación con la naturaleza está mediatizada por la economía. La economía es, en esencia, un proceso de intercambio vital entre el hombre y la naturaleza, por el cual resultan ambos transformados y, es precisamente porque entre el hombre y el medio ambiente media la economía, que la ecología se constituye como problema.
Si la transformación de la naturaleza y del hombre se verifica a través del intercambio vital entre ambos, su resultado puede ser humanizador y destructor al mismo tiempo, por lo que es decisivo el modo en que se efectúa dicha transformación lo que implica que los resultados positivos o negativos dependerán fundamentalmente del modo de hacer y organizar la economía. La cuestión ecológica se trata de un problema de la economía.
Verlo desde esta perspectiva, que es el de la causa, y no en la naturaleza, donde se manifiestan sus efectos, abre a los hombres la posibilidad de controlarlo realmente porque podemos controlar la economía, que depende de nosotros mismos, pero no así la naturaleza que nos sobrepasa y de la cual somos parte. Si la ecología depende de la economía, el grave proceso de deterioro ambiental del país pone nuevamente de manifiesto, en otro ámbito, la existencia de muy serios problemas en la economía tal como se encuentra organizada actualmente.
Del crecimiento de esta misma economía no podrá esperarse más que una situación mucho mas grave y aguda del problema: más gráficamente se puede afirmar que esta economía está enferma de un mal que se manifiesta precisamente en un crecimiento desigual y excluyente en que unos pocos se apropian de los excedentes en todo el circuito económico: la producción, la distribución, el consumo y la acumulación.
Es como un crecimiento canceroso que al parecer, si no se revierte la situación, conducirá inevitablemente a su propia muerte. Allí se encuentra el verdadero problema y reto para superar la cuestión ecológica.
Ronald Hill Álvarez
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Nicaragua