Navegar por lagunas y ríos en la Costa Caribe de Nicaragua es experimentar una de las emociones más satisfactorias que se pueden sentir en ese bello territorio de nuestro país. La velocidad de las “pangas”, pequeña embarcación con motor fuera de borda, en los últimos años se ha incrementado hasta el límite con motores de doscientos caballos de fuerza y en algunos casos con dos motores de ciento cincuenta recorriendo grandes distancias en poco tiempo.
El recorrido entre ciudad Rama y Bluefields es uno de los tantos atractivos que existen en esa región por el disfrute de la brisa, lo apacigüe del río Escondido y, en periodo seco o verano, por la limpieza y claridad de las aguas que muestran el reflejo de las nubes y la vegetación que aun existe. Es una sensación de contacto directo con la naturaleza. En poco tiempo, no más de una hora y treinta minutos, se hace el trayecto y muchas emociones brincan a flor de piel, principalmente cuando “el panguero” debe hacer girar la embarcación en una de las muchas vueltas que tiene el río. Da la impresión de ir volando sobre el agua porque la velocidad permanece casi constante.
Años atrás, la navegación por el Escondido se realizaba en lanchones que transportaban carga de todo tipo y pasajeros. El trayecto duraba unas doce horas y para su comodidad los pasajeros tendían sus hamacas para descansar. Con el paso de tiempo aparecieron los famosos “Bluefields Express”, permanentes aun en la memoria por la canción que el grupo musical Dimensión Costeña dedicó a estas embarcaciones. Salían muy temprano por la mañana de Bluefields y llegaban a El Rama al mediodía para regresar a Bluefields como a las cinco y media de la tarde. El viaje era cómodo y placentero porque brindaban servicios de alimentación y bebidas creándose en el recorrido un ambiente fiestero, que en la mayoría de las veces, siempre culminaba por las noches en la ciudad de los campos azules. Ese era el transporte más utilizado porque eran pocas las pangas que hacían el trayecto y casi siempre las utilizaban usuarios apresurados por llegar a su destino final teniendo que pagar viajes expresos de alto costo. En ese entonces las pangas utilizaban motores fuera de borda de cuarenta y cinco caballos de fuerza y muy pocas de setenta y cinco.
El oficio de panguero es uno de los más fascinantes para los jóvenes. Recorrer los ríos y lagunas, conocer lugares que solamente se oyen en las pláticas de los mayores, viajar a alta velocidad y ganarse la vida honradamente son motivos que a muchos los impulsaron a convertirse en pangueros profesionales. Muchos nombres de pangueros están llenos de prestigio por la responsabilidad con que asumían su labor llevando a los pasajeros con puntualidad, prudencia, pericia, esmero, cortesía, educación y seguridad a su destino final. Muchos de ellos fueron “pangueros oficiales” de empresas e instituciones por muchos años debido a esos valores propios característicos del oficio y algunos son hoy en día empresarios del transporte acuático, con una flota de varias pangas de fibra de vidrio con capacidad para transportar un promedio de veinte pasajeros con motores impresionantes por su potencia.
La frecuencia de los accidentes acuáticos, específicamente en lo que a colisión entre medios de transporte se refiere, han venido en aumento en los últimos años. Varias son las causas de que estos sucedan pero las principales son la alta velocidad de desplazamiento y la imprudencia del panguero. Aspectos tales como carencia de señales o rótulos en las vueltas de los ríos indicando el peligro o la reducción de la velocidad, carencia de chalecos salvavidas adecuados y en buen estado son importantes pero no los puntos centrales del problema. Si bien es cierto que la Dirección General de Transporte Acuático otorga licencia para el oficio del panguero es necesario establecer un sistema de supervisión y evaluación permanente de los que ejercen el oficio y del mismo deben formar parte, además de las instituciones involucradas, los empresarios del transporte acuático por la responsabilidad que en ellos recae ante los fatales accidentes. Es el momentos oportuno para regresarle al oficio del panguero los valores que muchos de ellos tuvieron cuando lo ejercían y así rescatar para poner al servicio de los miles de usuarios eso que hoy se ha perdido y que sin duda alguna es una de las causas que pone en riesgo vidas humanas.
Ronald Hill Álvarez
Miércoles, 30 de junio de 2010
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