Cuerpos sin vida flotando en las turbias aguas del río, confundidos con canastos de alimentos, tanques de gas butano y animales. Decenas de personas alrededor del muelle, en pangas y botes de canalete, tratando de auxiliar a los pasajeros que nunca llegaron a su destino previsto. Esa fue la imagen de la tragedia del Promar 59 en El Rama. Fue una más de las tantas que se viven a diario en las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense. Son cientos de imágenes de tragedias las que el pueblo caribeño de Nicaragua ha vivido a lo largo de la historia. Muchas de ellas nunca vistas por el resto del país sino hasta los últimos años con el desarrollo de las comunicaciones y los medios de información.
Recordar tantas de esas imágenes no es nada grato pero perduran en lo más profundo de nuestras mentes. Los cuerpos de miembros de la Policía Nacional asesinados en su propio cuartel, crimen que aún hoy día no se esclarece; el asesinato de Francisco García Valle en su propia casa de habitación por supuestos sicarios; miles de casas desbaratadas y dispersas después del paso de huracán Juana por Bluefields: el éxodo de miles de familias miskitas hacia Honduras huyendo de su tierra por temor a perder la vida ante el conflicto armado que azotó y casi extermina a uno de los principales grupos étnicos del país; hambruna en las riberas del río Coco por ataque de ratas a los cultivos; jóvenes flacos y amarillos que deambulan por las calles como zombis realizando actos delincuenciales motivados por el consumo de cocaína o piedras de crack; pescadores de cultura milenaria convertidos en pescadores de la droga que los narcotraficantes abandonan en alta mar; carreteras en pésimo estado con promesas anuales de ser reparadas y las que al ser transitadas, por el viajero frecuente entre Managua y Bilwi, el tiempo le parece interminable; matanza entre hermanos por el derecho a la tierra; bosques preciosos arrasados por mafias bien organizadas de madereros; miles de buzos que mueren producto del síndrome de la descompresión; gobiernos regionales electos por la voluntad popular que traicionan los principios de la autonomía y a su sufrido pueblo con actos de corrupción e ineficiencia en la administración pública y más, mucho más.
En el IV Simposio Internacional de la Autonomía celebrado en el mes de septiembre del año 2004 se organizó una mesa temática en la que se abordó el tema de la “imagen de la Costa Caribe”. Diversos argumentos de los participantes insistían en que los medios de comunicación venden la imagen negativa de la Costa Caribe, la noticia sensacionalista y el amarillismo. El pronunciamiento de la mesa señala enfáticamente que “los medios nacionales difunden una imagen intolerable sobre los pueblos indígenas y comunidades étnicas de la Costa Caribe nicaragüense”, y es válido, porque al hacer un balance entre imágenes gratas y cautivadoras que contribuyan a la promoción del desarrollo del Caribe nicaragüense y las de la tragedia, la balanza se inclina hacia estas últimas.
¿Quién tiene la responsabilidad de crear la imagen que se desea transmitir de la Costa Caribe nicaragüense, esa imagen que los costeños deseamos? Desde mi perspectiva la imagen no se puede crear únicamente desde la costa, la responsabilidad es de todos. Del Gobierno Central adoptando una posición real, sincera y comprometida con el proceso autonómico y la aplicación de las leyes que del mismo se derivan, de las instituciones del Estado cumpliendo de manera eficiente con sus deberes en beneficio de los habitantes del Caribe, de los miembros de los Gobiernos Regionales cumpliendo fielmente el juramento que hacen al asumir sus cargos, de los alcaldes y sus concejales cumpliendo sus deberes y obligaciones con austeridad, eficiencia y entusiasmo, de la cooperación internacional apoyando proyectos que surgen de las propias comunidades y, por último, de los costeños asumiendo con responsabilidad la ciudadanía para participar activamente en la construcción, con hechos cotidianos que dispersos se van juntando, de la imagen deseada.
El reto es inmenso, tenemos la posibilidad y responsabilidad de crearla para difundirla por encima de la tragedia.
Ronald Hill Álvarez
La Colina
Nueva Guinea, RAAS. Nicaragua.
Publicado en La Prensa el 4/02/06