Su hermano mayor deseaba aprender a tocar, pero en la comunidad de Wapi no había donde comprar una guitarra. En una capilla de la iglesia católica encontraron una, la observaron con detenimiento y con un formón filoso, hecho de un machete viejo, procedieron a moldear y cavar un trozo de palo hasta fabricarla. Don Roger Aragón, músico de la comunidad, la probó y le dio el visto bueno a pesar de los golpes ásperos que tenía provocados por el cepillo. “Fue un éxito, mi hermano siguió experimentando y logró hacer otras”, dice José Santos.
Sin mucha ilusión, ante la insistencia de su hermano y los resultados que obtenía, se dio cuenta que fabricando guitarras podía ganarse la vida. “Probamos varios tipos de madera, nos hacían encargos, comenzamos a venderlas y, después que ganó doña Violeta en 1990, nos trasladamos a vivir a El Rama. Allí conocimos a un alemán llamado Henke que hacia guitarras y nos facilitó moldes, las medidas científicas para construirlas usando la cinta métrica para dividir las partes exactamente y evitar errores”. A los ocho años aprendió a tocar guitarra. “El primer acorde que aprendí fue Mi Mayor, iba a la capilla de la iglesia católica y me gustó”.
En 1999 decidió trasladarse a Nueva Guinea por la actividad comercial y la demanda de instrumentos. “Con la experiencia que tenía, surgió la idea de poner el taller y desde entonces estoy aquí”. Ahora, José Santos Pérez Ortega posee su taller llamado “Fabrica de Instrumentos Musicales El Mariachi” donde oferta guitarras, requintos, vihuelas, guitarrón, violín, mandolinas y charango. Es un tramo pequeño ubicado en el marcado municipal, al fondo del monumento en dirección a la parada de buses. El ambiente es ameno, alegre donde se respiran notas musicales, olor a pintura y barniz; cuando se entra los pasos trituran colochos de madera. En la pared y en la ventana cuelgan los instrumentos logrados con su esfuerzo.
Sus principales clientes son campesinos. “La gente del campo es la que más me encarga instrumentos musicales. Siempre buscan guitarra, guitarrón, requinto y vihuelas para hacer el mariachi”. El violín es el instrumento más difícil de construir. “Dedico quince días para hacer un violín porque el trabajo es más fino y seis días para una guitarra”.
El buen constructor de guitarra debe saber emplear la madera. “De una troza salen muchas tablas, pero no todas son aptas. Se debe seleccionar bien la madera, que no tenga ojos, que la hebra no esté encontrada, que no esté quemada, darle el secado completo a temperatura ambiente, lo que puede durar más de un año. Una de las maderas preciosas empleada para construir guitarra es el cedro real; es fina y liviana, y en muchos países quisieran tener este tipo de madera”, explica con orgullo.
Los precios varían según el instrumento y la madera empleada. La guitarra más favorable tiene un costo de dos mil setecientos córdobas, pero si combina granadillo en las fajas laterales, tapa trasera y diapasón, cedro real en la tapa principal y caoba en el brazo, el precio aumenta. Las iglesias evangélicas demandan guitarras electroacústicas. “La construimos con la misma madera y le ponemos la pastilla empotrada en la caja armónica”, explica José Santos.
Un guitarrón lo vende a tres mil doscientos córdobas cuando es de clavija de madera, pero si le pone tornillos al “estilo mexicano” vale cuatro mil seiscientos. La vihuela tiene un costo de dos mil doscientos y el requinto tres mil quinientos córdobas. El violín lo construye con su arco incluido. En sus planes contempla vender los instrumentos con los forros o estuches para el mejor cuido de los mismos.
“Los que saben de música prefieren comprar instrumentos hechos de manera artesanal, así como las hacemos aquí, humildemente. Las fábricas, la industria produce en serie, en cantidades, porque les interesa vender una marca. Nosotros hacemos poco pero de alta calidad. No necesitamos hablar, el instrumento habla por nosotros. Me va bien, esto ha sido importante en mi vida, mantengo a mi familia. Mi trabajo me ha permitido ganar muchas amistades, todos los que me visitan muestras un gran cariño al verme, al saludarme. Antes, cuando era soltero, a través de la música y las serenatas, conquisté varios amores que nunca se olvidan” dijo sonriente José Santos.
Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Lunes, 14 de noviembre de 2011