He tomado la
decisión de dejar de fumar. Un gran reto considerando que tengo décadas de
hacerlo y que el hábito, esas ganas irresistibles de hacerlo, se incrementan al
sentarme a escribir en la computadora. La decisión la tomé el día de ayer. Es difícil,
es una lucha contra mí mismo, la peor de las luchas que podemos enfrentar es contra
nosotros mismos.
Muchas veces,
sin darme cuenta, el inconsciente bromeaba conmigo al encender un cigarrillo y
ver otro sin terminarlo en el cenicero. En este instante el cenicero ha
desaparecido de mi vista, al igual que la cajetilla de cigarrillos y el
encendedor. He hecho desaparecer de mi lado todo lo que me lleve a la tentación
de fumar.
Hace dos días me
fumaba casi dos paquetes al día. Me di cuenta que podía hacerlo porque siempre
he tenido un espacio libre de cigarrillos, un espacio de no fumar: mi cuarto. Sí
en el no fumaba, aunque era imposible hacerlo dormido, mientras estaba
despierto, después del mediodía hasta las tres de la tarde, ¿por qué no dejar
de fumar en otras horas del día en diferentes lugares como la oficina, la sala,
los corredores, la hamaca, el inodoro?, ¡el inodoro, es donde la tentación se
eleva!
Allí está el
reto conmigo mismo. Para superar la tentación como les he dicho, he desparecido
de mi vista los cigarrillos, el encendedor y el cenicero. Ahora mi oficina,
este espacio desde donde escribo es área de no fumar. Pero para hacerlo, para
dejar de fumar, no crean que ya dejé de hacerlo, no, todavía no. Llevo en una
libreta un registro de los cigarrillos que me he fumado según las horas del
día. Ayer me fumé únicamente cuatro cigarrillos, uno entre las seis y ocho de
la mañana, uno entre las ocho y las nueve, ese fue el del inodoro, uno entre las
doce y la una de la tarde, el después del almuerzo, y uno después de cenar,
entre las seis y siete de la noche. Hoy,
cuando sumé los cigarros que ayer me fumé, hice la comparación de esos cuatro con
los casi treinta que me fumaba antes. He avanzado muchísimo, deje de fumarme
una cajetilla y un poco más y puedo dejar de hacerlo.
Hoy, como todo los lunes, aparecieron los vende cigarros y no compré el cartón. Estoy sumando
los que hoy me fumé. Fueron tres, uno menos que ayer. Entre las seis y las ocho
de la mañana, uno; entre las doce y la una de la tarde; otro. Al terminarme
ese, el después del almuerzo, tuve un mareo, y entre las siete y ocho de la
noche, hace poquito, uno más. Tres en total, uno menos que ayer. Mañana espero
fumarme sólo dos y luego uno para al final ninguno. Es difícil pero creo que lo
lograré más aun cuando les he contado que estoy dejando de fumar. El día que
deje de fumar del todo, les contare.
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