Tiene
que andarle explicando
a todo el mundo de que se trata su profesión.
Odia a los
SPA, a la señora que soba y a Chon Mico,
al quiropráctico, a los yerberos y
masajistas.
No soporta que mencionen a los brujos ni al obeah man.
No soporta que mencionen a los brujos ni al obeah man.
Se santigua al escuchar en la radio
a los caciques
Caramansoy e Intirrayni y,
nunca jamás de los jamases,
trabajará con alguno de
esos especímenes raros.
Siempre tiene una historia que contar,
Siempre tiene una historia que contar,
sabe la anatomía y conoce cada parte del cuerpo.
Es sexy en uniforme y cuenta con herramientas
muy interesantes en su consultorio.
Tiene
ojos hechizos,
un hablar de “buena nota" y,
después de parpadear, te hace
sentir
en el sobaco de la confianza.
Pero son sus manos,
suaves y firmes,
las
que alivian con su destreza,
casi, casi todos los males, que otros evitan.
Rehabilita miembros como nadie,
mejorando la calidad de vida.
Si es necesario presta atención domiciliaria
y adapta aparatos ortopédicos y prótesis a su medida.
Es
ella, Vilma, mi fisioterapeuta.
Mil gracias por atenderme
con ese toque especial
durante estas últimas tres semanas.
¡Felicidades en tu día!
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